31.5.17

LEER Y ESCRIBIR

"La mitad de la literatura (de Proust a Carrère) trabaja con la memoria: el intento imposible de reconstruir el pasado. La otra mitad (de Verne a Tolkien) recurre a la imaginación, crea mundos. Algunos (Hemingway) ponen el acento en el mundo exterior, otros (Joyce) en la interioridad. Muchos (Homero, Tolstoi, Asimov) cuentan grandes guerras, reales o imaginarias, se meten en la piel de grandes personajes. Otros muchos cuentan la vida de la gente común (Carver). Todos los escritores hablan de sí mismos, directa o indirectamente: ofrecen su visión personal del mundo. Eso es lo que compramos al leer: una visión del mundo que de una u otra manera nos identifica."

Santiago Llach en LA AGENDA

29.5.17

UN TERRORISTA: ÉL OBSERVA / WISLAWA SZYMBORSKA


La bomba explotará en el bar a las trece veinte.
Ahora apenas son las trece y dieciséis.
Algunos todavía tendrán tiempo de salir.
Otros de entrar.
El terrorista ya se ha situado al otro lado de la calle.
Esa distancia lo protege de cualquier mal
y se ve como en el cine:
Una mujer con una cazadora amarilla: ella entra.
Un hombre con unas gafas oscuras: él sale.
Unos chicos con vaqueros: ellos está hablando.
Trece diecisiete y cuatro segundos.
Ese más abajo tiene suerte y sube a una moto,
y ese más alto entra.
Trece diecisiete y cuarenta segundos.
Una niña: ella va andando con una cinta verde en el pelo.
Sólo que de repente ese autobús la tapa.
Trece dieciocho.
Ya no está la niña.
Habrá sido tan tonta como para entrar, o no,
eso ya se verá cuando vayan sacando.
Trece diecinueve.
Y ahora como que no entra nadie.
En vez de entrar aún hay un gordo calvo que sale.
Pero parece que busca algo en sus bolsillos y
a las trece veinte menos diez segundos
vuelve a buscar sus miserables guantes.
Son las trece veinte.
Qué lento pasa el tiempo.
Parece que ya.
Todavía no.
Sí, ahora.
Una bomba: la bomba explota.

25.5.17

DÉCIMO PRIMERA REUNIÓN DE LA TERCERA TEMPORADA / THE END A LA CLÍNICA POR TERCERA VEZ

“Nunca juzguen a sus personajes. Que ellos actúen solos. El escritor les da entidad, después los tiene que dejar que salgan, digan, hagan. No hay que tomar partido por uno o por otro. El escritor tiene que ser lo suficientemente piadoso para comprender que todos sus personajes tienen defectos y virtudes. Más que tratar de dirigirlos, hay que orientarlos y cuidarlos para que sean ellos mismos. No hay que preferir uno a otro. Todos tienen que salir bien parados al final, todos tienen que provocar una mínima ternurita, por más hijos de puta que sean. Por más mentirosos, por más irresponsables. Si el escritor no logra instalar un efecto de quiebre en algún momento, ese personaje no servirá, porque no va a provocar empatía con ningún lector. Un personaje sin empatía es descartable.”

Escribí esto después de la clase, a raíz de unas ideas que intercambiamos con Fernando cuando leyó su cuento de humor negro. También leyó Mariana un cuento triste. Para ilustrar mis críticas utilicé  “Bala en el cerebro”, de Tobías Wolf, “Matar un niño”, de Stig Dagerman y “¿Dónde vas? ¿Dónde estuviste?” de Joyce Carol Oates. Dos de esos tres cuentos fueron traducidos por mi amigo Xtián Rodríguez. Al final nos quedamos estudiando la estructura cinematográfica de “Probables lluvias por la noche”, de Sylvia Iparraguirre.

Comimos un Kalinti que hice con receta de Natalia Kiako, y una tarta de cebollas, queso, salsa de ostras, tabasco y caviar que hizo Fernando, mi compañero de colegio primario y secundario. También hizo una pastafrola. Comimos lo salado con un Sauvignon Blanc sugerido por el Club del vino y el postre con café.

La próxima es el asado. Yo pongo la carne y el carbón, y compro algunos tomates y lechuga para agregarle a los sanguchitos. Ustedes se tienen que poner de acuerdo para traer el pan, el postre, alguna ensalada. Hay dos vinos que ya trajo Fabián, y uno más que quedó de otra vez. Van a faltar también alguna soda o gaseosa, cervezas. Otros dos vinos. ¡Pancitos! Y algún plato de comida vegetariana para Claudia (sugiero que ella traiga morrones y berenjenas asadas, que se pueden comer solas y de paso sirven para acompañar la carne). Fernando prometió hacernos su celebrada torta de ricota. Recuerden que también estarán invitadas Laura, las Belenes y Moira.

A coordinar, porfa. Media pila que somos una muchedumbre.

COCINEROS DE LA CLÍNICA: KALINTI, TARTA DE OSTRAS AL CAVIAR Y PASTAFROLA



18.5.17

DÉCIMO ENCUENTRO DE LA CLÍNICA LITERARIA DEL GALPÓN ESTUDIO / MÓDULO TRES

Hace unas semanas asistimos con parte de la Clínica a una conferencia sobre narraciones de terror dictada por Mariana Enriquez. Dijo algunas cosas muy  interesantes:

1-    “El relato contemporáneo está más cerca del retazo que del moño” (refiriéndose a los finales).

2-    “Si hay un horror latinoamericano es el horror a la desigualdad. Y estoy hablando de lo más horrible: los pactos de indiferencia social”.

3-    “Los cuentos de terror son una advertencia: acá no se entra…; a la policía no se le dice tal cosa…; si te acercás mucho te puede pasar esto...”

Me gustaron sus consejos bien claritos. Nosotros todavía no logramos hacer un texto que asuste. Lo seguimos intentando.

Hoy leí el cuentazo “Catástrofes naturales”, de la genia de Anna Kazumi Stahl, escritora japonesa-estadounidense radicada en Argentina desde muy chica. Y uno de Borges, “El otro duelo” (yo lo conocía como “Carrera de degollados”, pero está en “El informe de Brodie” con ese nombre más gauchesco y menos spoiler). El de Borges sirvió para ilustrar el tema de la competencia entre dos hombres, que tiene que afilar un poco Fabián para el cuento nuevo que leyó en clase. También hablamos de la película “Gallipoli”, de Peter Weir, con el mismo fin. Hubo la relectura de un cuento corregido que está mucho mejor que antes: el del afilador demoníaco de Pablo.

Comimos exquisitas humitas unchaled de Laura Spengler (la cocinera de la foto) y su marido Fabi, que se la pasó rallando choclos hasta las tres de la mañana. Al menos, eso dijo Laura. El vinito lo trajo Claudia, dos botellas de El portillo, una malbec y otra cabernet sauvignon. ¡Gracias a todos! 

17.5.17

DDUM 578 / APROBARON EL LIBRO "MONUMENTO" EN EL FNA

Así que me queda cobrar la segunda parte de la Beca del Bicentenario y ya está. Ahora falta que Ale Leveratto consiga que alguien le pague las fotos y lo publicamos. Wolkowicz Ediciones se ofreció a hacerlo. ¿Dani, estás ahí?

12.5.17

DDUM 577 / ENTREGUÉ EL LIBRO MONUMENTO AL FNA

Quedó buenísimo. Gracias a los que colaboraron y en especial a Diana Wang por su precioso prólogo. En cuanto me den el visto bueno del Fondo, lo pondré a disposición de los lectores en versión PDF, para que se lo puedan bajar y leer antes de que salga en papel. Saludos para todos.

11.5.17

INNOMBRABLE / SHARON OLDS

Ahora empiezo a mirar el amor
distinto, ahora que sé que no
estoy bajo su luz. Quiero preguntarle a mi
casi–ya–no marido cómo es esto de no
amar, pero él no quiere hablar de eso,
él quiere calma para el fin de lo nuestro.
Y a veces siento como si yo, ahora,
no estuviera acá – estoy bajo su mirada
de treinta años, no bajo la mirada del amor,
siento una invisibilidad
como un neutrón en una cámara de niebla
perdido en un acelerador gigante, donde
lo que no se puede ver es inferido
a partir de lo visible.
Después de que suena la alarma,
lo acaricio, mi mano es como una cantante
que canta a lo largo de él, como si fuera
la carne de él la que canta, en todo su registro,
tenor de la vértebra más alta,
barítono, bajo, contrabajo.
Quiero decirle, ahora, ¿Cómo
era amarme –cuando me mirabas,
qué veías? Cuando él me amaba, yo miraba
hacia el mundo como desde adentro
de una profunda morada, una madriguera, o un pozo, yo miraba fijo
hacia arriba, al mediodía, y veía a Orión brillando
– cuando pensaba que él me amaba, cuando pensaba
que estábamos unidos no solo por el tiempo de la respiración,
sino por la larga continuidad,
los caramelos duros del fémur y la piedra,
lo inalterable. Él no parece enojado,
yo no parezco enojada
salvo en chispazos de mal humor,
todo es cortesía y horror. Y después
cuando digo, ¿esto tiene que ver
con ella?, él dice, No, tiene que ver con
vos, no estamos hablando de ella.

10.5.17

SE SUSPENDE LA CLÍNICA ESTA SEMANA POR LA REUNIÓN CON ABUELAS DE PLAZA DE MAYO

Vamos a acompañarlas a Plaza de Mayo, en nuestra protesta por el 2x1 instaurado para los genocidas del proceso. Por lo que la clase pasa para el miércoles que viene.

8.5.17

MI ADIÓS A CASTILLO EN LA AGENDA

"Fueron los que me enseñaron la gran lección: “ser escritor es más que ponerse a inventar libros”. Ninguno de los dos me dijo cuál era el plus, pero es algo que pude percibir al visitarlos, al ir a sus cumpleaños, al comer con ellos, al verlos moverse por la vida. Siempre estoy entre tratar de cumplir a rajatabla esa lección genial -como un analfabeto que se hace el que lee-, o decirles adiós amigos, me voy a quedar en casa escribiendo cuentos esta noche, porque el acto de escribir es lo único que realmente me gusta en este oficio de mentirosos.
Eso: adiós, amigo."

5.5.17

NOVENA REUNIÓN DE LA CLÌNICA LITERARIA, TERCERA TEMPORADA

El martes falleció Abelardo Castillo, gran cuentista, amigo y maestro. Lo leímos varias veces en la Clínica: “La madre de Ernesto”, “La fornicación es un pájaro lúgubre”, “El candelabro de plata”. Hoy agregamos “Carpe Diem”, y  estuvimos hablando de su persona largo rato. También traje “El oficio de mentir”, ese precioso libro sobre el acto de escribir que coordinó Marìa Fasce con preguntas inteligentes, y fue el germen involuntario de “Ser escritor”. Va una pregunta con su respuesta de muestreo, para que les den ganas de leerlo:

MF: Más de una vez ha esbozado una concepción bastante sui generis acerca de los géneros literarios, de sus cruces y relaciones.
AC: Yo encuentro una relación entre el cuento y el teatro en cuanto a su estructura. La estructura del cuento se podría describir como una partida de ajedrez: hay una apertura, el medio juego y el final. Esos son también los tres momentos del teatro: el principio, el conflicto y el desenlace. Ese esquema se mantiene en obras aparentemente tan poco clásicas como “Esperando a Godot” de Beckett. Claro que ahì se termina el parecido. El cuento es un género de casi absoluta lucidez, cosa que no sucede en el teatro. Por supuesto, nada de esto sirve para ser Beckett o Salinger. En el fondo no sirve para nada.

MF: Hagamos de cuenta que a alguien le puede servir. Hace un momento dijo “pero ahí se acaba el parecido”. ¿Dònde empiezan las diferencias?
AC: La primera diferencia entre la narrativa y el teatro se da en el modo de pasar la información. En el cuento el autor impone un punto de vista y un  modo de entender la situación. Si un cuentista dice: “Seguramente se había calumniado a Joseph K., pues sin hacer nada malo fue detenido una mañana”, no hay ninguna dificultad en aceptar todo: la calumnia, la inocencia, el nombre del protagonista y hasta la hora del día en que lo detuvieron. Sobre un escenario, ¿de qué manera se cuenta eso? Tomemos un ejemplo bien elemental:”Juan y Laura estaban casados hacía diez años”. El lector de un cuento lo cree ciegamente: lo dice el narrador. En el teatro, ¿cómo hacemos? Nadie en la vida real le informa a su esposa que está casado con ella ni cuántos años hace de eso. Se necesita, irremediablemente, crear un conflicto dramático. Por ejemplo, que uno de los dos diga medio acongojado: “Cuando nos casamos, Laura, vos no eras así”, y el otro responda fríamente: “Sí, Juan, pero hace diez años de eso”.

También leí un pequeño cuento de Buzzati, “Una gota”, solamente porque sale nombrado en parte de la charla entre Marìa y Abelardo.

Hubo, por primera vez, relectura: Fernando volvió a insistir con su cuento de la casa de la abuela, de terror. Está mucho mejor que antes, apenas le falta el redondeo. Le leí uno de Kipling que encontré en el libro “El hándicap de la vida” (Siruela), titulado “El retorno de Imray”. Con un fantasma que jamás se ve, pero aparece de todas otras otras formas: es ruido, susurros, pasos, estática, brisa; es el miedo que le profesan los animales de la casa, dos serpientes y una perra divina llamada Tietjens.

Comimos una riquísima torta de avena y chocolate, versión danesa, cocinada por las manos maestras de la arquitecta Moira Sanjurjo. Prometió una torta cada comienzo de mes y cumplió. Tomamos café.


3.5.17

DDUM 575: PAN TRENZADO / FLORENCIA VERLATSKY

Florencia Veslatsky llegó tarde a las donaciones. “Hubiera querido donar un objeto judío”, dijo, “de mi familia”. Pero en el monumento no se permitían objetos solamente judíos, por este empecinamiento en ser lo más abarcativos posibles. “Bueno, pero podía ser un pan. Un pan judío”. Esta conversación la tuvimos ahora, mientras compongo este libro. De inmediato recordé que Lea nos pidió, en un mal momento (porque ya estaban todas las piedras construidas), que pusiéramos un pan.
Nos resistimos a poner comida, aunque probamos mucha, solamente quedaron unos huevos (y porque el maple de 30 unidades da como los dioses en el hormigón), y algunas frutas. Y nada más.  Desechamos la idea de colocar un pollo o una milanesa, sentimos que estaba mal. Nos pareció una falta de respeto a los que tienen hambre: así como rompimos los objetos para ponerlos en el muro, sería obvio que esa comida fue derrochada, que nadie se la comió. Pero en el libro lo puedo poner. Entonces le pedí a Florencia que hiciera un objeto literario sin foto, y judío, y de su infancia. El pan trenzado. Esto es lo que escribió:

Sobre el mármol de la cómoda, que me llegaba al mentón, un pan trenzado del ancho de mis hombros de entonces, sobre una bandeja “del juego”. La trenza era marrón claro por arriba y amarilla en los costados; cada ramal, gordito y restallante, después se angostaba para meterse por debajo de otro y emergía, gordito y restallante otra vez, en una cadena que ojalá hubiera sido sinfín. Yo absorbía el olor a papilla dulce. Mi bobe, Cata, rebuscaba en el placar y traía una tela de color amarillo oscuro con letras hebreas negras y cubría el pan. Al lado, un candelabro y un palito de metal con signos grabados. Ella se ponía un pañuelo en la cabeza y me ponía otro en la mía. Después encendía las velas y hablaba. Era un murmullo incomprensible. De cuando en cuando besaba el palito y me lo ponía sobre los labios para que yo también.
Cata había venido de Ucrania, más precisamente de Mariupol, con su familia. Tenía 13 o 14 años, había hecho el Gimnasium y se casaría con Miguel,  oriundo de un pueblo cercano a Mariupol. Pero se conocieron acá.
Nunca nadie me explicó qué era lo que hacíamos los viernes al atardecer en lo de mi bobe. Ahora sé que era la Bendición de las Velas.

Me hubiera gustado donar mi versión de su pan trenzado, pero no existe. Me pasé años buscando la receta exacta, amigas y bobes no muertas de amigas me dieron cada una la suya. Las probé todas. Nunca, ese marrón claro, ese amarillo nítido, ese olor a papilla dulce.”

2.5.17

ABELARDO CASTILLO SE FUE A VIVIR A LOS MUNDOS REALES

Las otras puertas, Israfel, Cuentos crueles, Crónica de un iniciado, Las panteras y el templo, El que tiene ser, Las palabras y los días, El otro Judas, Las maquinarias de la noche. El grillo de papel, El escarabajo de oro, El Ornitorrinco.

DDUM 574: EL MONUMENTO EN LA UNESCO

Gracias CIPDH.

1.5.17

DDUM 573: WINCOFÓN / LUIS CAMPOS CÁCERES

“No importaba tanto lo que sonase en el Winco. Era un aparato de mi tía Eugenia que era sinónimo de fiesta, de evento, de lindas chicas en minifalda contorneándose por todos lados de la casa. El rubor en mis mejillas de niño que un día comprendería como deseo.

Gracias Raul Lavié, gracias Wawancó, gracias Beatles. California Duerme y San Telmo explota. El plato gira y el automático deja caer un disco tras otro. Pero lo que nadie sabe es que lejos de las fiestas y las chicas que me hacían soñar con Isidoro Cañones había una relación privada con ese Winco que un día mi tía me regalaría, cuando a su casa llegó el combinado Ranser. 


Les comento: soy hijo único. Y un hijo único se crea solo. Juega solo. Ese plato giratorio sería para mí una pista de autos de carreras – jamás tuve un Scalectrix o una pista de caballos Derby - donde desfilarían autitos y soldaditos a caballo con alma de jockeys. Pero como cada cosa permanecía en su lugar en el plato giratorio, no eran carreras sino desfiles; a lo sumo una calesita. Nunca había un ganador, y esto es lógico: en esas tardes de hijo solitario no tenía con quien competir. ¡Gracias Winco!”