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12.4.23

OTRA RESEÑA DE PLAYA QUEMADA DEL 2007 / EL BLOG DEL CHELO

"El libro se compone de siete excelentes e intrincados cuentos, llenos de turbados personajes, cuyas historias rozan con todo lo que causa malestar en la cultura. Se dejan ver afinidades formales y temáticas. Playas, sueños, vacíos, relaciones incestuosas, objetos cortantes, imágenes que se desarman y se vuelven a armar. “Los temas y las obsesiones son las mismas cuando tenía quince años, que las que tengo ahora con cuarenta y pico”, aseguró Nielsen en una entrevista."

La nota completa en Chelologu. ¡Gracias Chelo! 

11.4.23

UNA NOTA ROSARIGASINA SOBRE PLAYA QUEMADA, QUE NO VI EN SU MOMENTO / DIEGO COLOMBA

"Bajo el mismo nombre de autor –pero que opera sin duda de otro modo-, Playa quemada, reeditado por Interzona doce años después de su primera publicación, desbarata por su intensidad toda posibilidad de agenciamiento moral. Y a pesar de trabajar con temas harto aprovechables para levantar la imagen de un autor maldito que escribe historias crudas, su escritura no coquetea con la histeria virtual sino que se roza, por el contrario, con todo lo que causa malestar en la cultura."

Sigue en el blog Notas de prensa. ¡Gracias, Diego! 

6.1.17

Ricardo Piglia (1941, 2017)

La invasión, Nombre falso, Prisión perpetua, Cuentos morales. Respiración artificial, La ciudad ausente, Blanco nocturno, El camino de Ida. Crítica y ficción, Formas breves, El último lector.

19.6.09

EL CÍRCULO DE LOS OJOS DE FABIANA AL ALEMÁN


La traducción de mi cuento en Mandarina. La antología germana se llama "Zerfurchtes Land" (andá a saber qué quiere decir). La traducción es de Klaus Laabs; la transcripción de Martín Brauer. El cuento es el último que me falta postear de "Playa quemada".

El mes que viene lo cuelgo en español.

6.4.07

PLAYA QUEMADA POR ELSA DRUCAROFF / UN BLOW UP DE LOS NOVENTA

–“Nos peleamos con Carola justo al comienzo de la guerra en el Golfo. (…) Ella me dijo ‘no te quiero’, y un Patriot de USA interceptaba un misil francés. Lo vi por la ventana redonda de su aro. Lo interceptó en el medio del círculo, y la explosión desbordó los límites de la oreja y la cabeza de Caro”.

Por la oreja: guerra televisada en el aro de la mujer que se va; los límites entre intimidad y espacio público se desbordan; la soledad y el horror los junta, a modo de espectáculo.

En un mundo donde las personas “no hablan porque quieren relacionarse, apenas si se animan a intercambiar vergüenzas”, los personajes de Gustavo Nielsen sobreviven como pueden, dañando o siendo dañados, amando en soledad, intentando llevar con cierta coherencia, hasta las últimas consecuencias, el horror que este fin de siglo les depara.

En estos cuentos los muertos no están muertos: hay catalepsias, cadáveres contracturados que se mueven como resortes, cuerpos petrificados por la lava que, con lentitud infinita, continúan existiendo. Y una crueldad implacable dirige las relaciones entre los vivos.

Tampoco están muertos los muertos de la Argentina, por lo menos esos que la memoria colectiva quiere (y no puede) olvidar. Pero en 1976 Nielsen tenía catorce años, sus relatos no nombran nuestra historia reciente, no hablan especialmente de política, no ejercen eso que solía denominarse “realismo comprometido”. Son de otra época.

Por suerte, dirán otros, los que proclaman el fin de una escritura que tenga algo trascendente que decir y festejan la banalidad y los juegos farragosos con la teoría literaria. Sin embargo, los cuentos de Nielsen no hacen eso. No parodian ni exhiben ingenio como principal golpe de efecto.

Algunos relatos son débiles, con imágenes demasiado explicadas, más obvias que fuertes (un “alucinante caracol” metaforiza la profundidad y el misterio –en mirada masculina- del cuerpo femenino), y con acumulación de anécdotas en la exitosa línea de lo perverso-escatológico-necrofílico, que debilita el efecto de una buena idea original.

Pero aún en esos relatos vale la pena el trabajo cuidadoso con lo sensorial, una escritura hecha de jerga adolescente e imágenes con mucha potencia descriptiva. Hay poesía en todos los cuentos de Nielsen, y hay algunos (además del excelente “Playa quemada”) muy recordables.

El fantasma de Cortázar se asoma en varias páginas, se sienten los productivos hilos de sus “babas del diablo”. No obstante, su nombre no aparece y sí el de Borges, de presencia real menos perceptible.

En Playa quemada, imágenes estáticas como las fotografías están vivas, porque está viva la muerte. Es un Blow Up de los noventa, con las marcas del desastre extendidas, como atracción turística, sobre el paisaje de esta Tierra donde lo mediático liga todo y a todos, instalado en el centro de nuestra cotidianeidad; donde hasta los movimientos fetales pueden igualarse a los de un cadáver que no deja de atormentar la conciencia de los vivos.

Télam, 23 de agosto de 1994.-

30.3.07

EL HORROR EN DIRECTO / PLAYA QUEMADA POR JUAN JOSÉ BECERRA

"Los relatos de “Playa Quemada”, primer libro de Gustavo Nielsen, tienen en común una atmósfera de horror que los envuelve. Ese envoltorio cubre las revelaciones que se filtran entre la superficie lisa y llana de un estilo, y finalmente aparece quebrado por la aspereza de una diferencia mínima situada al nivel de la trama.
El incesto y la ceguera (el crimen de Edipo y su castigo), el movimiento inesperado de un cuerpo estático (un cataléptico, un vivo-muerto, como el revés del zombi que campea algunos relatos de Poe, Henry James y Hoffmann), un incendio en el que las víctimas se calcinan adoptando posturas de resignación o valor (como cuando Pompeya ardió bajo el Vesubio), entre otros elementos, circulan por los siete cuentos de “Playa quemada”, narrados por primeras personas que se regodean en la displicencia, la confesión delatora y el detalle macabro.
Los personajes de Nielsen son quienes planifican los relatos, los gobiernan y les dan valor. Sólo se accede a esas historias a través de una mirada privada que destituye de antemano a cualquier tercero que pudiera organizarla, clausurando la posibilidad de intervención de un narrador presentable (aquel que observa el suceso del cual ha sido excluído) que pueda establecer su condición de traductor y su afán de convertir la realidad de una historia en el artificio de un relato.
Ese ojo directo que en los textos de Nielsen mira y narra a unmismo tiempo (incluso hay dos relatos que transcurren en un tiempo presente, menos tributario de la literatura que del cine o, más bien, de su proyección) es lo que sacrifica la escritura de sus cuentos y en su lugar instala la idea de lo simultáneo, ese instante en el que el lenguaje sólo acompaña a los hechos como un ejercicio balbuceante y preliterario. Nielsen trabaja con neutralidad y precisión –conceptos científicos- el registro de sus relatos secos y duros –adjetivos que suelen referirse a la lengua de otro-, consigna lo suficiente para que no se diga más de lo que su doble economía permite: el detalle y la atmósfera, y en el medio casi nada más. "

PÁGINA 12, año 1994.

23.3.07

CUENTOS DEL LADO OSCURO DEL HOMBRE / PLAYA QUEMADA POR LUIS NUÑEZ

Tensos, escritos al borde mismo de la enajenación o del derrumbe, estos cuentos revelan el lado oscuro del hombre.
Gustavo Nielsen no ahorra espantos al lector al hurgar sin piedad en zonas prohibidas, pocas veces exploradas con tanta crudeza: pero, al mismo tiempo, abordadas sin estridencias, sin que el mal gusto desborde sus límites y sin regodeos enmascarados. El horror que surge del mero relato es suficiente para empujarnos a una dimensión escatológica no imaginada ni deseada.
¿Qué palabra más necesita para suscitar el horror la sola referencia a la refinada perversión erótica que un padre somete a su hija down, en “Magalí”?¿Qué adjetivación más poderosa que la fiel pintura –en “Adentro y afuera”- del despertar de un hombre de su estado cataléptico, para encontrarse que está siendo sometido, en un hospital o en una morgue, a un baño de purificación o aliño, y del terror de quien lo baña?
En “Tatuaje de cartón” un hombre encuentra representada en un rompecabezas que le regala a su hijito detalladas escenas de una aventura amorosa que tuvo con una china en un burdel de pesadilla.
“Alucinantes caracoles”, por su parte, narra la disputa por su prima de dos hermanos adolescentes, mientras coleccionan caracoles en una playa marítima. También junto al mar transcurre “Playa quemada”, la alucinada narración de un balneario arrasado por la lava de un volcán. Pero el mar que pinta Nielsen no es metáfora de vida: acecha, brilla espectral y, casi sólido, puede cerrarse como una lápida.
Otra virtud de las ficciones de Nielsen es la de poder instalar el ánimo del lector en la incomodidad y el desasosiego, e instaurar una curiosidad renuente, sin embargo, a descubrir más espantos. Pues el lector adivina, tiene la certeza, de que esos espantos son posibles y, lo que es peor, que nadie está exento de ser víctima o vehículo de ellos.

LA NACIÓN, 26 de junio de 1994.

13.11.06

LO DIJO CRISTINA FERNÁNDEZ BARRAGÁN / MANIÁTICO TEXTUAL

La escalada de lo cruel y lo perverso en cierta literatura actual presenta el riesgo de que su tratamiento y el tono elegido no logren sustraerse al vértigo de las situaciones narradas, o a la voracidad de los personajes, y terminen por convertir a las historias en símiles inyectables, cuyo impacto decrece a medida que la dosis aumenta. Es la trampa en la que Gustavo Nielsen felizmente no cae en este primer volumen de cuentos, y que lo distingue de esa tendencia reiterativa, revelándose como un autor francamente original, capaz de describir situaciones fronterizas y paisajes del espanto con una mirada naïve. No se trata, sin embargo, de distancias autoimpuestas, porque las voces que narran estos siete cuentos largos están totalmente comprometidas con sus circunstancias y son agonistas en el más estricto sentido del término, de sus destinos trágicos, como ocurre de manera paradigmática en el cuento que abre la serie y que es una reescritura de “La intrusa” de Jorge Luis Borges (“Alucinantes caracoles”), y en ese otro triángulo admirable en el que también hay una intrusa y dos hermanos, pero de sexo opuesto (“El círculo de los ojos de Fabiana”). Se trata más bien de un estado de luminoso asombro interior al juzgamiento de toda acción humana, incluyendo el incesto o la profanación de cadáveres, como se da en uno de los mejores cuentos de la serie: “Adentro y afuera”, también sobresaliente por su estructura.
Los mundos así desplegados resultan irresistibles, sobre todo porque nada se predica en ellos; nos vemos obligados a habitarlos con la misma impunidad angelical de los personajes. Al adherirse sin cuestionamientos a las reglas de unos sistemas que el autor impone hábilmente sin explicar ni justificar, y que se instalan por la fuerza de su coherencia interna, que se intuye pre-textual, el lector se convierte casi en un rehén, y así considera natural, por ejemplo, el manoseo da un padre para con su hija discapacitada. Resulta inequívoco que amor y placer son indivisibles en ese microcosmos; no se puede aceptar uno y rechazar el otro (“Magalí”). La apoyatura lingüística de esta estrategia de captación hipnótica del lector es quizás el mayor logro de Nielsen, cuyas cuidadas elecciones etimológicas y sintácticas sirven estrictamente a este juego y a la coherencia de esa percepción incontaminada, que en cada uno de los relatos parece reflejarnos especularmente lo patológico de ciertos infiernos terrestres en los que sobrevivimos.
“Playa quemada”, el cuento que cierra la serie, nos devuelve a un escenario marino como el inicial, pero totalmente calcinado, que a pesar de la presencia de un volcán remite inevitablemente a Hiroshima o a las aldeas vietnamitas arrasadas por el Napalm. En este cuento, que da título al libro y que es uno de los más estremecedores, cuando el protagonista dice con respecto a su hermana petrificada por la lava: “estoy agarrado a su grito”, parece repetir “El grito” de Edward Munch en clave metafísica. Para entender lo que ese grito grita desde siempre, el protagonista intenta quebrar su propio tiempo expandiéndolo de modo que se pierda la continuidad de los signos y el sentido de sus acciones, hasta alcanzar el ritmo del cosmos. Pero el hombre sólo puede tener atisbos, pequeñas iluminaciones de ese otro tiempo acaso circular, eterno. Cuando el protagonista se quiere meter adentro de su propio experimento y completar el ciclo de la especie volviendo al mar, se estrella contra su pobre condición mortal.

Volver al mar, setiembre de 1995

6.11.06

LO DIJO SUSANA SILVESTRE / EL CRONISTA COMERCIAL

Adiós mundo cruel. La vida no vale nada. Cualquiera de estos fragmentos de canciones olvidadas serviría para testimoniar el ánimo que sucede a la lectura de "Playa quemada". Más formalmente, esta serie de cuentos suscribe algunos atributos constitutivos del realismo sucio: la violencia, el sexo, el crimen, los dineros mal habidos.
Los siete relatos que componen el libro recibieron premios en la Bienal de Arte Joven 1989, el concurso 30 años de Eudeba y, finalmente, el premio que permitió la publicación: La Ciudad convoca a sus creadores (1993). De los siete, el cuento que da título al libro es el que mejor retrata las virtudes de Nielsen cuando aborda la literatura fantástica con originalidad y solvencia en el estilo.
A la hora de emparentar, Nielsen es representativo de las tendencias en la literatura más reciente, sitio que comparte con, entre otros, Guillermo Saccomano, Carlos Chernov, Fogwill y también los numerosos narradores que campen por los interiores de la revista El libertino. El aliento de Charles Bucovsky sigue soplando con fuerza en estas pampas, aunque cediendo la exclusividad a las posibles influencias de Patrick Süskind y el estupendo Ian McEwan.
Si se acepta la existencia de este corpus es posible encontrar similitudes y coincidencias no sólo en las recurrencias temáticas sino en la marca de un estilo seco, a sabiendas desprolijo, brutalmente informativo, donde se adivina el propósito de erradicar de un puñetazo cualquier alternativa de belleza.
Sin cuartel, estos siete relatos. Atentado. Provocación casi adolescente al pudor, a la moral declamada; características estas que autorizan al lector a omitir, por prejuicio o por desconcierto, el juicio estético; lo que difícilmente se pueda es abandonar la lectura.
Leer, entonces, para descubrir a una muchacha obscena que interpuesta entre dos hermanos los expulsa a un falso paraíso infantil ("Alucinantes caracoles"). Sexuada para el mal, otra muchacha, la Vivi de "Magalí", esta vez interponiéndose en el amor entre un padre y su pequeña hija mogólica. Sexuada para víctima, la protagonista ciega de "El círculo de los ojos de Fabiana" y nuevamente la mujer exogámica rompiendo el matrimonio de dos hermanos, en este caso heterosexuales. Variaciones sobre un tema estos relatos, variaciones sobre la relación endógama enfrentada a la conflictiva mirada de la extranjera.
Quién hubiera dicho que tanto augurio de muerte para el realismo, tanta militancia de la originalidad daría por resultado este modo de narrar con las manos sucias, esa compulsión de contar tan irrefrenable que en raras oportunidades trasciende el nivel de la lengua coloquial y en el lo importante no es el cómo se narra sino el placer mismo de narrar.

Manos sucias, 5 de agosto de 1996.