“En la actualidad, quienes leen narrativa, dan por sentado que la narración se hace en presente, ya que todo lo que cabe en sus manos, desde las noticias de Internet a los mensajes que envían, está en presente; sin embargo, a la larga puede ser un lastre. La narración en pasado nos indica fácilmente tiempos anteriores y se extiende a los nebulosos terrenos del subjuntivo, el condicional, el futuro; en cambio, la pretensión de un relato que siempre parte de un testigo admite poca relatividad temporal, poca conexión entre acontecimientos. El presente es como un estrecho haz de luz en la oscuridad, nos limita la vista y no vemos qué hay más allá: ahora, ahora, ahora. No hay pasado ni futuro. Es un mundo infantil, el de alguien inmortal, quizá.”
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