"En su artículo ‘Libros que me han influido’, publicado en The British Weekly en 1887, Robert Louis Stevenson, autor de La isla del tesoro, dice que los libros más decisivos y de influencia más duradera son las novelas, porque “no imponen al lector un dogma que más tarde resulte ser inexacto, ni le enseñan lección alguna que luego se deba desaprender. Repiten, reestructuran, esclarecen las lecciones de la vida; nos desvinculan de nosotros mismos obligándonos a familiarizarnos con nuestro prójimo; y muestran la trama de la experiencia, no como aparece ante nuestros ojos, sino singularmente transformada, toda vez que nuestro ego monstruoso y voraz ha sido momentáneamente suprimido”.
Además de ser fuente de placer, la ficción permite
al lector simular y aprender de la experiencia ficticia. Según Keith Oatley, profesor
de Psicología de la Universidad de Toronto, y especialista en la psicología de
la ficción, uno de los usos de la simulación es que, para adiestrarse en cómo
pilotar un avión, resulta útil pasar un tiempo en un simulador de vuelo. No
obstante, la práctica en un avión real es esencial, la mayor parte del tiempo
en el aire no ocurre gran cosa. Desde el entorno seguro de un simulador, es
posible enfrentar una amplia gama de experiencias y ensayar cómo responder ante
situaciones críticas —y las habilidades aprendidas se transfieren al pilotar un
avión—. De la misma manera, al involucrarnos en las simulaciones de la ficción,
lo aprendido se transfiere a nuestras interacciones cotidianas.
Su investigación confirma lo dicho por Stevenson:
al compartir indirectamente las sutilezas y tribulaciones de la historia, y al
hacer inferencias sobre el desarrollo de la trama, el lector expande su
empatía. Es decir, alineamos nuestras emociones y pensamientos con los de los
personajes. Con imágenes de FMRI (siglas en inglés de resonancia magnética
funcional) se ha comprobado que cuando uno lee frases que describen una acción,
como, “subiendo las escaleras”, la lectura conduce a la simulación del
contenido motor y emocional en el cerebro, y se acompaña de cambios en las regiones
cerebrales que provocan la acción, como si el lector estuviese efectuándola."
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