12.1.21

RETIRO / VERANO 12

Aprendí la palabra prosopagnosia leyendo a Oliver Sacks en “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”. Es una enfermedad psicofísica en la que el paciente no puede reconocer rostros, construirlos. Supuse que también debía existir la enfermedad contraria, alguien que viera en todos los rostros el mismo rostro. Como en el momento en que John Malkovich entra a su máquina y se ve en un mundo de pesadilla: aparece en un restorán y todos los personajes, la señora y el señor que cenan, el mozo, un perrito, un bebé y los jóvenes de aquella mesa tienen su cara, y lo único que alcanza a escuchar es su apellido repetido como parlamento para comunicar cualquier cosa. Estoy refiriéndome a la primera película de Spike Jonze con guión del gran Charlie Kaufman. El caso es excepcional: John Malkovich aterrizando en su mismísimo interior a través de un artefacto con regusto a la invención de Morel. Quise averiguar si esa agnosia inversa existía sin la máquina, y le pedí ayuda a mi amiga la doctora Silvia Horowitz.

Esta fue la pregunta que le hice: ¿Hay una enfermedad que confunda los rostros de gente desconocida con uno en particular? Me imaginé un enigma de reconocimiento en lugar de uno de negación, como la prosopagnosia que describe Sacks. Tal vez relacionado al extrañar. Por ejemplo, alguien a quien se le ha muerto un ser amado  y empieza a verlo en la calle, los rasgos del ausente proyectados sobre los rasgos de la totalidad de los paseantes. Sin llegar a la muerte, corregí el planteo para un abandono. Ella cedió a relacionarlo con una forma de histeria o estrés postraumático, aceptando mi juego literario. Y agregó: “Las agnosias son enfermedades neurológicas con base orgánica. Hay interrupción de vías nerviosas que impiden conectar la imagen con el concepto. En cambio, en la histeria todo es posible. ¿Qué tipo de verosimilitud científica querés alcanzar en tu narración?”

- Ninguna.

Me respondió con el meme de Travolta perdido, caminando en círculos.

- Es para un libro de cuentos de fantasmas –completé. 

El cuento en Verano 12. 

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