31.5.18

NOVENO ENCUENTRO DE LA CLÍNICA DE CUENTOS DEL GALPÓN / QUINTA TEMPORADA


El martes fui al programa de tele de Daniel Guebel (Canal de la Ciudad) a hablar sobre el humor en la literatura junto a Ariel Magnus y Vera Giaconi. Ariel, que estuvo brillante como siempre (hay que saber hablar en la tele; él, Kohan y Tabarosky lo hacen a la perfección), me terminó regalando un libro de cuentos titulado “Seré breve”. Son cien cuentos de cien palabras cada uno. Y al final del libro hay un apéndice de micro micrónicas, cien también, de cien letras por texto. Un obsesivo total. Además están re buenos, los escuetísimos. Van uno y uno, como muestra:

“UN VIEJO CONOCIDO
Fue verse y abrazarse. “¡Tanto tiempo!”, exclamaron al unísono. Se pusieron al día, intercambiaron teléfonos, prometieron juntarse a tomar un café. En el taxi camino a su casa M. trató de recordar por qué había dejado de verlo, si era tan buen tipo. (La vida lo junta a uno con cada basura, se decía, mientras que la gente valiosa se pierde de vista como si nada). Pero cuando quiso pagar, notó que le faltaba la billetera. No dudó de quién había sido, sino de si había aprovechado la confusión del saludo o esperado el abrazo de despedida.”

El aforismo centesimal:

“Cuando llegamos a un nuevo hogar, las cosas se dejan poner en orden. Luego van imponiendo de a poco el suyo, hasta atraparnos.”

Que el aforismo tenga 104 caracteres me deja un poco más tranquilo. Suerte que este obse escribe, porque podría andar por ahí matando gente sin que nadie lo descubriera jamás. Magnus puede replicar que los cuatro caracteres que le sobran son dos comas y dos puntos y que él prometió cien palabras, ni espacios, ni signos, y le tendremos que creer, al menos cuando desenvaine la faca.

Cito estos cuentillos porque ayer tuvimos otra gala en la Clínica del Galpón Estudio. Vino Sergio Gaut vel Hartman. Sí, el de la legendaria revista Sinergia y la intensa Cuásar, a darnos cátedra sobre el microcuento y sus antologías. Se vino con un montón de libros, nos habló, nos leyó ficciones brevísimas de su pluma y de otros grandes como Ana María Shua y Mempo Giardinelli. Y, sobre todo, nos presentó cinco de sus muchos proyectos abiertos para que participemos. Las instrucciones son las siguientes: entrar a Facebook al grupo “Antologías” que él dirige y empezar a escribir para alguna. A Sergio no le importan los famosos: basta con que los cuentos sean buenos. Al final los libros salen en papel por diferentes editoriales de Argentina, España, México y Chile en las que tiene conexiones. Van cinco proyectos posibles para participar ahora (de hecho, nosotros vamos a intentarlo grupalmente durante la clase que viene):

1.- Extraterrestres – 100 a 500 palabras. Cierra el 15 de noviembre.
2.- 200 páginas de amor -200 a 500 palabras. Cierra el 30 de noviembre.
3.- Bificciones – no más de 1000 palabras escritas a cuatro manos por dos escritores amigos o con compañero elegido al azar por Sergio – tema libre. Cierra el 31 de diciembre.
4.- Mutantxs y alienígenxs – sexo y ciencia ficción de género (¡genial!) – de 1000 a 4000 palabras. Cierra el 15 de diciembre.
5.- “La risa en frasco chico” –antología de humor – entre 100 y 500 palabras. Cierra el 15 de julio.

Sergio es un incansable de la literatura de ciencia ficción o ficción especulativa, como le gusta llamarla. Un verdadero honor haberlo tenido en el taller. Se fue a las diez de la noche. Después leyó Pablo, y no alcanzamos a seguir con la novela de Claudio, pero lo haremos en la próxima ocasión.

Comimos unos retorcidos de queso, que son unos palitos que vi en Internet y me tentaron. Se hacen así: comprás una masa de hojaldre para pascualina y armás como un alfajor fino, con fetas de queso de máquina como único relleno entre las dos tapas. Estirás con un palote para que las superficies se peguen bien y el conjunto quede más fino. Untás con huevo de una sola cara y le pegás semillas de sésamo y amapola. Después cortás tiras y las enroscás por las puntas. Van al horno medio durante quince minutos. Quedan como columnas salomónicas crocantes; son exquisitas. Preparé también dos mayonesas, una de harissa y curry, otra de comino y tabasco.

Pablo agregó un budín de zanahorias y zapallo que estaba delicioso. Comimos todo acompañado con vinos y cafés. Fernando trajo paltas de su planta para regalar, así que los escritores se llevaron un presente masticable (¡nos olvidamos de darle a Sergio, uh!).
Fue una noche de sorpresas. ¿Cuál fue la mía? Este año, para festejar la quinta temporada, habrá una clase más por el mismo precio, aprovechando que mayo tuvo cinco miércoles. Trece, mi número de la suerte.

30.5.18

MURALLA INVISIBLE / TEXTO PARA ESTEBAN


“El monitor que me enseñó a manejar auto me dijo que si un día me estrellaba, lo único que podía salvarme de los complejos era saltar lo antes posible a otro auto y seguir manejando como si no hubiera pasado nada. Caigan pues las cuerdas que atan a San Sebastián, quédese la columna solitaria y hablemos de los takes que, como todo el mundo sabe muy bien y yo un poco, son las sucesivas grabaciones de un mismo tema en el curso de una sesión fonográfica. El disco definitivo incluye el mejor take de cada uno de los trozos, y los otros se archivan o a veces se destruyen (…)
Lo mejor de la literatura es siempre take, riesgo implícito en la ejecución, margen de peligro que hace el placer del volante, del amor, con lo que entraña de pérdida sensible pero a la vez con ese compromiso total que en otro plano da al teatro su inconquistable imperfección frente al perfecto cine.
Yo no quisiera escribir más que takes.”
Julio Cortázar, “Último round”.
Swinnen también dice que le cambiaría una palabra a la frase final: pondría “pintar”, por “escribir”. Pide permiso.
“Yo no quisiera pintar más que takes”.
Cortázar asiente desde su sillón de terciopelo verde.

29.5.18

MURALLA INVISIBLE / TEXTO PARA JUAN


Leí, días pasados, que el hombre que ordenó la edificación de la casi infinita muralla china fue aquel primer Emperador, Shih Huang Ti, que asimismo dispuso que se quemaran todos los libros anteriores a él. Que las dos vastas operaciones –las quinientas a seiscientas leguas de piedra opuestas a los bárbaros, la rigurosa abolición de la historia, es decir del pasado- procedieran de una persona y fueran de algún modo sus atributos, inexplicablemente me satisfizo y, a la vez, me inquietó. Indagar las razones de esa emoción es el fin de esta nota”.
Jorge Luis Borges, “La muralla y los libros”.
Para la ocasión Juan dice que le cambiaría la última palabra -“nota”-, por “muestra”.
Borges, contento igual.

28.5.18

MURALLA INVISIBLE / TEXTO PARA MUESTRA DEL MISMO NOMBRE DE FONTANA SWINNEN


Una muralla incompleta, discontinua, es incapaz de frenar un ataque.
Kafka recrea la construcción de la muralla china como una sumatoria de pedacitos que nunca cercaron al imperio, y solamente dieron una visión posible de un cercado. En esos pedazos que le faltan radica el riesgo de la indefensión.
Juan Fontana completa las ausencias de a pinceladas amarillas, con el objeto de instalar la apariencia de lo indestructible en los sectores de falencia. Es un trabajo que decidió tomarse después del esfuerzo de caminarla de a trechos, y de bajar y subir en cada interrupción. No lo hizo por la guerra, que ya no había. Lo hizo para el bien de la continuidad.
Borges, por su parte, nos informa que el Emperador que ordenó dicha edificación mandó a quemar todos los libros existentes anteriores a su mandato. “Quemar libros y erigir fortificaciones es tarea común de los príncipes”. Al parecer, su fuego alcanzó más tesoros.
En su paseo otoñal por Oriente, Esteban Swinnen fue encontrando los discos  no tocados por las llamas. Los juntó en una pila y se detuvo al borde del precipicio de Qingming. Desde allí alcanzaba a ver otro pedazo de la muralla trunca. Tomó el primer disco, lo sacó de la funda y plegó su brazo para lanzarlo como a un plato volante. Su objetivo: unir con un vuelo, como si tendiera un hilo invisible, el sector de muralla sin construir. Pensó: “si llego, soy un príncipe”.
Juan y Esteban vuelven desde Pekín, ciudad prohibida, hasta la ciudad santa de Luján. Traen mensajes. Comen juntos wantán frito y zarandean las cerdas de los shifus.
Una causa justa: la muralla, desde ahora, sirve. Defiende, en la paz, la memoria de una guerra acabada. Y es del todo visible, para siempre.

Gus Nielsen

24.5.18

OCTAVA REUNIÓN DE LA CLÍNICA DE CUENTOS DEL GALPÓN ESTUDIO / QUINTA TEMPORADA


Como estamos en semana de mayo y teníamos un invitado especial, decidí hacer empanadas de carne, condimentadas con una harissa suave que traje de San Pablo. A Daniel Guebel le encantaron: leímos “El ser querido” y se quedó con nosotros hablándonos de sus principios bioycasarianos. Voy a ir a su programa en el Canal de la Ciudad próximamente, a hablar de humor en la literatura. Le di “Auschwitz” para leer (jo jo). 
Fue una jornada especial, también porque al Galpón llegamos todos juntos de la inauguración de una muestra colectiva en la que participó Claudio Barragán, entre otros muchos amigos (Carlos Marinic, Mauricio Zolkwer, Torcoletti). Daniel no solo habló de su literatura, también elogió e intervino críticamente en las lecturas del cuento de Fernando y de los capítulos 5 y 6 de la novela que se lanzó a hacer Claudio. Di mis apreciaciones en el caso de la novela por capítulos, y Dani me acusó de ser como Castrilli, que tal vez estaba sacándole tarjeta amarilla antes de tiempo. No sé si él sabe más que yo acerca del enigmático contenido. Pero yo me baso en tres consejos que da John Gardner en su libro “Para ser novelista”.

CONSEJO 1
”Cuando llevamos leídas cinco palabras de la primera página de una buena novela, nos olvidamos de que estamos leyendo palabras impresas en una página y comenzamos a ver imágenes: un perro husmeando entre cubos de basura, un avión volando en círculo sobre las montañas de Alaska, una señora mayor lamiendo furtivamente su servilleta en una fiesta... Nos deslizamos en un sueño y olvidamos la habitación en que nos encontramos o que es hora de comer o de ir al trabajo. Reproducimos, con mínimos cambios y nimios en su mayor parte, el sueño vívido y continuo que el escritor forjó en su imaginación (revisándolo una y otra vez hasta que consigue plasmarlo con exactitud) y encerró en el lenguaje para que otras personas pudieran abrir su libro y volver a tener ese sueño siempre que quisieran. Si el sueño ha de ser vívido, las señales del lenguaje del escritor –las palabras, los ritmos,
las metáforas y demás– han de ser nítidas y suficientes; si son vagas, descuidadas, confusas, o si no bastan para hacemos ver claramente lo que se nos presenta, nuestro sueño será nebuloso, desconcertante, y acabará molestándonos y aburriéndonos. Y si el sueño tiene que ser continuo, tenemos que poder leerlo con atención y no vernos obligados a releer las palabras impresas porque el lenguaje empleado nos distrae. Así, por ejemplo, si el escritor comete una falta gramatical, el lector deja de pensar en la señora mayor de la fiesta y mira las palabras del texto, para ver si, como parece, la frase es gramaticalmente incorrecta. Si lo es, el lector piensa en el escritor o, posiblemente, en el editor –«¿Cómo es que se les ha escapado una cosa así?»– y no en la señora, cuya historia se ha visto interrumpida.”

               
CONSEJO 2
“Para publicar una obra de la extensión de una novela, quien la escribe debe aspirar a una de estas dos cosas: a hacerse con un reducido círculo de admiradores o a encontrar los medios necesarios para cumplir el primer requisito que el lector ordinario exige de cualquier escrito de extensión superior a quince páginas, a saber, fluidez, la sensación de que los acontecimientos discurren en determinada dirección, de que fluyen hacia adelante. El lector común exige una razón para seguir pasando páginas. Hay dos cosas que pueden hacer que el lector siga adelante: argumento e historia (y ambas están presentes, poco o mucho, en la buena ficción). Si el argumento
simplemente repite lo mismo todo el rato, sin ir de a a b, o si la historia no avanza en una dirección clara, el lector pierde interés. Dicho de otra manera, si el lector no encuentra nada que le intrigue (¿Adónde lleva este argumento? O, ¿qué ocurrirá si el filósofo racionalista comienza a hacer caso de las advertencias de ese alumno suyo que es médium?), acaba abandonando la lectura del libro. Todo escritor sabe o al menos intuye que la inmensa mayoría de los lectores espera que el libro avance (aun cuando, según determinada teoría que sostiene el escritor, sea un error que lo esperen), y el escritor que decide hacer lo que la mayoría de los lectores no quieren que haga –el que se niega a explicar una historia o a exponer por anticipado el argumento–, probablemente llegará un momento en que no podrá seguir adelante. Pasarse la vida entera escribiendo novelas es lo suficientemente duro como para justificar cualquier cosa, pero lo es mucho más pasarse la vida escribiendo novelas que nadie quiere leer. Si diez o doce críticos alaban la obra de uno pero el resto del mundo ignora su existencia, es muy difícil mantenerse en la convicción que tan amables críticos no son una pandilla de chalados. Esto no quiere decir que el escritor serio deba intentar escribir para todo el mundo, ganarse tanto al público de Saul Bellow como al de Stephen King. Pero si escribe sólo para alcanzar un ideal puro de perfección estética, lo más probable es que acabe desanimándose.”


CONSEJO 3
Si el escritor entiende que las historias son ante todo eso, historias, y que el mérito de las mejores es dar origen a un sueño vívido y continuo, raro será que no se interese por la técnica, ya que la mala técnica es lo que más rompe la continuidad e impide que dicha ilusión se desarrolle. Y no tardará en descubrir que cuando manipula deslealmente lo que escribe –forzando a los personajes a hacer cosas que no harían si se vieran libres de él; introduciendo demasiado simbolismo (con lo que disminuye la fuerza de la narración al quedar excesivamente dirigida al intelecto); o interrumpiendo la acción para moralizar (por importante que sea la verdad que desee predicar); o «inflando» el estilo hasta el punto de que éste destaque más que el más interesante de sus personajes–, el escritor, con estas torpezas, estropea su creación. Hay que leer a otros escritores para ver cómo lo hacen (cómo evitan la manipulación abierta), o leer libros sobre el arte de escribir –hasta los peores pueden ser de cierta utilidad–, y sobre todo, hay que escribir, escribir y escribir. Antes de abandonar este tema permítaseme añadir que cuando el joven novelista lea libros de otros escritores, debe hacerlo no como lo haría el universitario especializado en literatura, sino como lo haría un novelista. El primero estudia la obra para comprender y valorar su significado, para ver de qué forma se relaciona con otras obras de su época, etcétera. El joven escritor debe leer tratando de averiguar cómo lo hace el autor para crear los efectos que consigue, de captar sus procedimientos, incluso pensando qué habría hecho él en la misma situación y si su manera de hacerlo habría dado mejor o peor resultado y por qué. Tiene que leer con la misma actitud que el arquitecto novel al mirar un edificio, que el estudiante de medicina al presenciar una operación, con devoción y espíritu crítico al mismo tiempo, deseando aprender de un maestro y atento a cualquier error posible.”

La próxima clase voy a empezar con la buena noticia de este mes. Traigan vino para celebrar. Con las empanadas tomamos un exquisito Piattelli que trajo Fabián y un Dadá que quedaba de los que trajo Eleonora un par de encuentros atrás. Ambos malbecs. ¡Gracias!

18.5.18

DIEZ CONSEJOS PARA ESCRIBIR / ANTON CHEJOV


1. La brevedad es hermana del talento.
2. Cuando escribo, confío plenamente en que el lector añadirá por su cuenta los elementos subjetivos que faltan al cuento.
3. Cuando escribas un relato guárdalo en un baúl un año entero y, después de ese tiempo, vuelve a leerlo. Entonces lo verás todo más claro. Cuando escribas una novela. Escríbela durante un año entero. Después acórtala medio año y después publícala.
4. Ten ninguna monserga de carácter político, social, económico.
5. Ten objetividad absoluta.
6. Busca veracidad en la pintura de los personajes y de las cosas.
7. Vela por la máxima concisión.
8. Sé audaz y original: rechaza todo lo convencional.
9. Espontaneidad.
10. Lo mejor de todo es no describir el estado de ánimo de los personajes. Hay que tratar de que se desprenda de sus propias acciones.

16.5.18

SÉPTIMA REUNIÓN DE LA CLÍNICA DE CUENTOS DEL GALPÓN ESTUDIO / QUINTA TEMPORADA

Un experimento en el día de hoy. Leí dos cuentos totalmente ortodoxos (hubieran sido aprobados por Poe o Quiroga), de autores argentinos contemporáneos, pero que se basan en premisas literarias diferentes. Ambos tienen finales imprevistos. Uno, el de Pablo Ramos, titulado "El día que te lleve el viento" y extraído del libro "Cuando lo peor haya pasado" (Alfaguara), empieza casi sin ingredientes, como si no fuera a pasar nada, y el azar lo va retorciendo hasta llegar al violento final. Es un cuento erótico muy extraño; misógino. El de Pía Bouzas, titulado "El mundo es un lugar maravilloso" y parte del libro del mismo nombre (Simurg), es un texto lleno de amenazas que van dirigidas hacia un niño. En cualquier momento, por el extraordinario registro del relato, puede pasar algo malo. Lo intuimos a cada renglón. El propio niño lo predice. Y al final pasa algo muy lindo, todo lo contrario a lo que pensábamos. Ambos cuentos llegan a un final sorpresivo por caminos diferentes. Dos ejemplos locales bien narrados donde el entorno se vuelve fundamental a la hora de mostrar la anécdota con crudeza y exactitud.

Leyó también Fernando, su ejercicio dialogado formulado sobre un cuento anterior. O sea, hizo lo que los escritores hacemos cantidad de veces: reescribir. Bajo otro punto de vista, tiempo verbal, o nuevas condiciones. No siempre el cuentista la pega de entrada al elegir el narrador o el tono. A veces hay que probar otras cosas. Creo que el cuento de Fernando acabó ganando en esta nueva etapa.

Claudio leyó tres capítulos cortos de su novela en ciernes. Dice no conocer el final. Los que lo escuchamos es como si estuviéramos leyendo por entregas. ¿Estaremos en buenas manos? Hasta ahora va bien... Igual me gusta mucho lo que Claudio quiere encontrar: su camino personal para contar. Es casi una búsqueda zen. Diez puntos en eso. Lo voy a ayudar, como siempre, en lo que más pueda, aunque mi método para escribir una novela vaya por la vereda de enfrente, la de saber todo de antemano. La de saber más, inclusive, de lo que vaya a salir en el libro.

Se armó una discusión cuentos vs novela que fue muy jugosa, a mi parecer. Es que cuento y novela son prácticas distintas. Donde el cuento termina, zás, puede empezar una novela. O no.

Cocinó el maestro Fernando, pan de centeno y budín inglés. Al pan de centeno, en el pasado, se le decía el pan de la locura, porque cuando el centeno germina tiene poderes alucinógenos. Por las dudas, no dejamos ni las migas. Pablo y Fabián trajeron el vino. También tomamos café.

15.5.18

EL FANTASMA INVISIBLE / SOCOMPA

"- Sesenta años.
– Parece más.
– No le hablo de la construcción, bo. Sesenta años tenía el viejo cuando se murió.
– Esa cifra también está errada. La construcción tiene más de cien años, se ve, y el viejo tenía más de noventa, según dijo René. Edad para morirse en paz.
– Sesenta años de postrado, digo. Sesenta de enfermedad. Y quién le dijo que se murió en paz.
La casa me había costado la mitad de lo que valía una casa así. La contingencia económica había desviado la pregunta acerca de por qué sería. Por qué un PH ubicado a mitad de cuadra, al fondo de un pasillo y en bastante buen estado podía ser tan barato. Llegué a suponer que la rebaja era por el olor a gato.
– Para cien años, la construcción está bien de bien.
Washington, mi vecino de medianera de ochenta y dos años, viajante y uruguayo, fue el primero que me previno. Después vinieron René y los demás.  Washington se escondió el día que lo vi. Yo subía la escalera hacia mi nueva terraza. Desde allí alcanzaba a contemplar su patio. Lo saludé y se metió en la cocina, apurado y con la cara alborotada por el pánico.
Más tarde salió a disculparse. Como toda presentación, dijo: “antes era de Montevideo, ahora vivo acá”. Me preguntó si le había alquilado a la gorda, y si ella me había hablado alguito acerca de la historia de la casa. Le dije que no sabía nada. Y que compré. Entonces me preguntó si no tenía  miedo.
– ¿Miedo a qué?
– Al polaco viejo.
Le dije que la ex dueña mandaba solamente parcos mensajes de texto en letra mayúscula. La había visto una vez, para escriturar. En efecto, era una gorda enorme. El resto de la transacción y entrega de la llave la manejó una inmobiliaria que, extrañamente, no quiso cobrar comisión. Debía ser la primera vez en la historia mundial de los inmuebles.
– No es para menos -dijo Washington, enigmático. – Como mínimo le tendrían que haber avisado de los ruidos -agregó."

Sigue en Socompa. ¡Gracias Marcos Mayer!

10.5.18

SEXTA ENTREGA DE LA CLÍNICA LITERARIA DEL GALPÓN ESTUDIO / QUINTA TEMPORADA

Las bellezas de la foto son panes chatos de avena fermentada, con receta de Natalia Kiako. El de la izquierda lleva batata y semillas tostadas de sésamo. El de la derecha, cebolla de verdeo y aceitunas negras. La receta en este link:


http://kiakothecook.com.ar/post/164141530388/pan-de-avena-fermentada-receta-base

Tomamos vino tinto que trajeron Claudio y Eleonora. Leímos un cuento que me anda dando vueltas hace tiempo, y coincidía, en la forma, con algo que quería decir sobre la narración no ortodoxa, o cómo hacer un cuento sin seguir las reglas de Poe o de Quiroga a rajatabla. El cuento en cuestión  se titula "La hermandad de la noche", y su autor, del que poco sé, es Steven Millhauser. La recomendación fue de una pasante anterior, Flavia, la dueña de la editorial Modesto Rimba. La información en el texto está dada por pequeños apartados, casi todos periodísticos o legales: como si fueran testigos dando cuenta de sus diferentes discursos. Bueno,  Fabián trajo un cuentazo de fantasmas escrito de esta manera anormal, y quise leerles esta joyita para sentar un antecedente. Va link al cuento de Millhauser:

https://www.eternacadencia.com.ar/blog/item/la-hermandad-de-la-noche.html

También leyeron Pablo, Eleonora y Claudio. Saludos para todos.

3.5.18

ESTE SÁBADO EN LA FERIA DEL LIBRO


QUINTA REUNIÓN DE LA CLÍNICA DE CUENTOS DEL GALPÓN ESTUDIO / QUINTA TEMPORADA


En homenaje a Elvira Orphée, que falleció esta semana, busqué por todos lados su primer libro de cuentos, “Las viejas fantasiosas”, para poder leer “¡Ay, Enrique!”, mi cuento preferido. Pero no lo encontré. No estaba en mi casa (lo tuve); no está en PDF para bajar, ni en Mercado Libre para comprar. Un enigma. En la web solamente se encuentran fragmentos. Pero mi amigo Leopoldo Brizuela me dio una sorpresa: hace ocho años logró que Elvira leyera delante de un grabador, y Patricia Kolesnikov tenía la grabación subida a su blog. Por lo tanto improvisé un altar con una laptop vieja y unos parlantes que ya están más para tirar que para hacer ruido y, a último momento, pudimos escuchar el cuento “Las viejas fantasiosas” de propia boca de la escritora. Más un pequeño reportaje de Leo y una introducción de Patricia. Todo un lujo que aquí comparto:


Además lo hicimos comiendo la cheescake de maracuyá que amorosamente nos preparó la arquitecta Sanjurjo, alias Moi, y tomando irish whiskey Jameson que aportó Claudio y café colombiano fuerte marca Juan Valdéz. Lo más panchos, por decirlo así.

Leyó Claudio, tres cuentos cortos: uno buenísimo. Corregimos cosas aquí y allá y después les leí “Cuento chino”, de la maestra del arte de escribir con nada, Hebe Uhart. El texto es parte de una colección titulada “El gato tuvo la culpa”, publicada por Blatt & Ríos.

Al final leyó Fabián el cuento del ejercicio, que es componer una historia utilizando solamente diálogo. Muy interesante. Yo una vez lo hice para la antología “Elecciones”, de la editorial cordobesa Raíz de dos, y me resultó difícil. Mi pequeño logro se titula “Sufragio”. Fue un honor participar en el año 2013 de esa selección que me juntó con Abelardo Castillo, Sylvia Iparraguirre, Angélica Gorodischer, Vicente Battista, Eugenia Almeida, Perla Suez, Miguel Espejo y Claudia Piñeiro, entre otros. La compilación la hizo el gran Fede Racca. 

2.5.18

PAUL AUSTER EN RADAR


“Todos los escritores roban algo de sus propias vidas. Hay algunas cosas reales, verdaderas, que utilizo. Pero la cuestión es que cuando tomás algo de la vida real y lo ponés en una obra de ficción, se vuelve ficción.”

1.5.18

WINSTON MORALES CHAVARRO

La música es lo único que queda después de la muerte.
Un viejo murmullo de lo que fuimos
Quedará suspendido sobre las teas del tiempo.
Acaso alguien camine sobre nuestros pasos
Recorra esas huellas borradas por los borbotones de un océano acústico.
Al menos seremos eso:
Viejas sandalias calzadas por una muchacha que secunda

Lo que creíamos era el camino.