19.9.25
CON LILIANA EN EL GALPÓN ESTUDIO
18.9.25
CLASE QUINCE: LA NIÑA BONITA / CLÍNICA DE CUENTOS DEL GALPÓN ESTUDIO 2025
Dijo que de chica era mudita, pero hablando se le pasó.
Dijo que empezó dando talleres en el teatro Ift por necesidad, cuando la echaron por subversiva de la Caja de Industria y Comercio. Pero después los siguió dando por felicidad, durante 45 años.
Se autodefine como despistada, pero en los cuentos
recomienda saber adónde vas, antes de encarar el primer borrador.
Dijo que fue rebelde hasta que tuvo que subirse al ring para boxear contra Raúl Parini.
Nombra con generosidad a todos los de su grupo, empezando
por Abelardo Castillo. Vicente Battista, Ricardo Piglia, Humberto Costantini,
Miguel Briante, Isidoro Blaisten, Irene Gruss, Annie Haslop, Bernardo Jobson,
Sylvia Iparraguirre y otros nombres célebres de varias épocas con los que hizo “El
grillo de papel”, “El escarabajo de oro” y “El Ornitorrinco”. Se refiere a los
existencialistas con especial respeto, y nos habla de la correspondencia que
mantuvieron con Sartre y con Cortázar. Dice provenir de una tríada de
iluminados: Marechal, Borges, Arlt. Fue maestra literaria de cantidad de
autores que hoy son exitosos colegas: Samantha Schweblin, Inés Garland, Guillermo Martínez, Mori Ponsowy, Pablo
Ramos, Silvia Schujer, Marcelo Caruso.
Se ríe constantemente. Habla y mueve las manos. Hace crujir su silla con energía, como si fuera una montura sobre un potro altanero. Toma vino, come empanadas, se prepara para los dulces con ansiedad. Ayer tuvimos el privilegio de estar con una niña de 82 años que nos dio una clase magistral de literatura y vida. Hasta nos leyó tres poemas, inéditos y bellísimos. Liliana Heker, la escritora namber uán de Argentina. Una delicia de persona. ¡Te amamos, Lili!
Acerca de las ideologías (a partir de una explicación de “La
fiesta ajena”): ”A los 12 años leí “Los Miserables” y ya sabía de qué lado del
mundo iba a estar. Más allá de todas las cosas que después se puedan
fundamentar, hay algo esencial: si uno tiene una manera de pensar, la ideología
no puede negarse. Aparece sola en la ficción.”
Sobre Leopoldo Marechal: “Los intelectuales de su época eran
todos de izquierda, no le perdonaban que fuera peronista. Pero su estética no
coincide con la peronista, por lo que el peronismo tampoco lo quería. Sábato
fue el que lo dio a conocer. El año en que Marechal publicó “El banquete de
Severo Arcángelo” y le reeditaron “Adán Buenosayres” fue el período de su
reconocimiento popular. Pero le duró poco, porque después viajó a Cuba y quedó
encantado con los cubanos, que hasta le cantaron la marcha peronista. Entonces
volvió y contó lo que había visto en un reportaje para la revista Primera Plana,
por lo que le llegó otra vez la clausura. Ahí tuvo otro exilio, ya no un
autoexilio, sino de verdad. Pero nunca fue un tipo resentido, eso también hay
que decirlo. Era maravilloso escucharlo contar por qué se había hecho peronista.
Su papá, que había sido un obrero calificado, se había terminado muriendo por
una enfermedad porque tuvo que ir a trabajar de todas maneras. Las leyes de
protección a los trabajadores vinieron después, con Perón. Cuando vos estabas
con Marechal, te volvías peronista y cristiano.”
Sobre el cuento: “¿Dónde empieza una historia? ¿En qué
momento, en qué lugar? Decidir eso es tener el cuento. Cuando vos conseguís una
buena frase -“Todo empezó con el viento”, por ejemplo, de "Cuando todo brille"-; cuando
tenés la voz y la anécdota, solamente te queda sentarte a escribir. Por
supuesto que se te ocurren otras cosas inesperadas: algunas sirven, otras no.”
Sobre el estilo indirecto libre: “Es una tercera persona muy
pegada a la primera; la usé y uso mucho, creo que la descubrí sin tener la más
remota idea, cuando escribí “Retrato de un genio”. Meterme en la cabeza de esa nena
de 8 o 9 años me hizo encontrar una voz. Yo tenía 19. No me salió una primera
persona, sino esa tercera donde continuamente estoy contando ayudada por los razonamientos
de Mariana. Después me enteré de que esa forma de narrar se llamaba indirecto
libre. La teoría literaria se nutre de la creación; cuando la creación quiere
demostrar cosas de la teoría literaria entra en un punto muerto. Yo no sabía
nada de teoría literaria, simplemente hice actuar así a mi personaje y funcionó.
A veces uno practica algo y no funciona, hay que estar atento. Lo maravilloso
que tiene la literatura es que uno puede hacer lo que no pudo hacer en la vida:
corregir lo que le salió mal."
16.9.25
LA MULÁNIMA (2318) / CUENTOS Y LEYENDAS POPULARES DE LA ARGENTINA, BERTA E. VIDAL DE BATTINI
“La mulánima era una mujer que teniendo una vida pecaminosa y amores sacrílegos perdía la forma femenina para convertirse en mula, según cuentan los viejos de este lugar.
Esta transformación se hacía al dar la primera campanada de
las doce de la noche en la iglesia de la población. Se sentía el ruido de
cadenas que arrastraba por el suelo y recorría las partes más oscuras del
lugar, dando gritos y arrojando fuego por la boca. Sus relinchos, a veces, su
llanto de mujer, otras, causaban el terror en las personas que trasnochaban en
aquellos tiempos. Los vecinos sentían sus relinchos y se defendían del miedo
con oraciones para la desgraciada que según se aseguraba sufría más. Como
estaba condenada, se pedía a Dios por ella. Sus relinchos y gritos respondían
al fuego que la consumía por estar condenada y no poder regresar al hogar que
ella había manchado con su mala vida.
Todo este sufrir dura hasta el toque o llamada de la primera
misa, toques que tienen la virtud de transformarla nuevamente en mujer y puede
entrar al hogar.
El relato que doy aquí se lo debo a una antigua servidora
que juraba por lo más sagrado que ella había visto con sus propios ojos un caso
de estos, en una casa de dones donde ella era mucama. Entre lágrimas y
temblores me lo refirió. Y me decía:
– Vea, niña, yo era sirvienta de dentro en la casa de la
señora Juana –me nombró una señora de gran familia, de la población–. Por la
noche las criadas chicas dormíamos en un corredor, al lado del dormitorio de la
señora, que era viuda de mucho tiempo. Yo tenía que darle mate, antes de la
primera misa. En la noche oscura hacíamos con doña Pancha, la cocinera, el
juego pa calentar el agua pal mate. A la señora le gustaba el mate a la madrugada.
En una de esas veces, yo con el mate en la mano dentré de repente al dormitorio
y, ¡qué vide, Dios mío! ¡Y que me caiga muerta si miento! Mi patrona parecía
una loca, respiraba juerte, tenía los ojos salidos y brillosos como los de los
michis. ¡Respiraba juego!, niña. ¡Madrecita del Valle, lo que vide después!
¡Los pieses, niña, eran de mula! Las piernas peludas y los vasos con uñas y
todo. Le juro, niña, que estaba condenada. Entoavía me sacude el chujcho cuando
me acuerdo. Yo le gritaba ¡Cruz Diablo! ¡Cruz Diablo! Y desde entonces, niña,
tengo estos ataques, y cuando me vienen, grito porque veo las patas de la
Mulánima en el cuerpo de mi patrona.
Así terminó la anciana que nos
sirve desde hace más de veinte años y tiene más de setenta.”
Margarita Soria y Medrano. San Antonio, Esquiú, Catamarca, 1946. La narradora es maestra de escuela del lugar.
15.9.25
EL ALMAMULA (2317) / CUENTOS Y LEYENDAS POPULARES DE LA ARGENTINA, BERTA E. VIDAL DE BATTINI
“El Almamula es una mujer de vida silenciosa, de vida mala. Pero generalmente se la culpa de que vive con un hermano, que es lo más común. Y se dice que se transforma de noche. Y va, y come las majadas, y hace mucho daño. Y para poderse salvar ella, porque se desfigura en mula, algún hombre corajudo le tiene que cortar la oreja. Entonces se salva de eso. Pero si la han herido en otra parte, amanece al otro día en cama, acostada, ensangrentada, en fin en donde la han herido, ya sea de bala o con cuchillo. Y así ya saben quién es.
Ella pasa de noche por los caminos, al galope y echando
fuego por la boca y las narices, bufando y arrastrando cadenas, impresionante.
Y por el camino que ella pasa, un hombre corajudo, escondido, si le corta la
oreja, la salva.
En el Departamento Figueroa sabía y hasta se contaba de
una señora que vivía con el mismo hermano, y un día amaneció herida. Y una
noche la encontraron que se entraba en una majada. Y ya se habían perdido
varios animales. La encontraron en forma de mula y la tuvieron que herir. Y al
otro día amaneció herida, pero así se salvó. Pero al poco tiempo murió. Ya
cuando han sido descubierta, pierden todo su poder. Eso es lo que pasó.”
Rafael Bravo, 58 años, Santiago del Estero, 1970.
12.9.25
EL ALMAMULA O MULÁNIMA (2315) / CUENTOS Y LEYENDAS POPULARES DE LA ARGENTINA, BERTA E. VIDAL DE BATTINI
“El Almamula es una alma condenada que sale por los caminos y asusta. Puede matar a la gente que le sale. Todos le tienen mucho miedo.
Es una mujer condenada porque ha vivido con el hermano o con
el hijo, o con el padre, que en el campo hay casos. Y también es la mujer que
tiene relaciones con un cura.
Se condena y aparece como una mulita pichona, chica, que
sale al galope, arrastrando cadenas y echa fuego por la boca y por los ojos. Hace
ruido como si mascara el freno. Sale cuando va a cambiar el tiempo, y más cuando
hay tormentas bravas se oye que sale la Almamula, y se oye el ruido de cadenas
entre los truenos.
Mucha gente la ha visto. Todos disparan. Solo un hombre muy valiente
la puede salvar, sacándole el freno.”
11.9.25
SEGUNDA TEMPORADA DE LA CLÍNICA DE CUENTOS DEL GALPÓN ESTUDIO / DECIMOCUARTA JORNADA
El conflicto se armó por una crónica que escribió Pati, con la esperanza de pasarla por cuento. Por lo que decidí recurrir a ejemplos: leímos dos textos que suceden en el espacio anodino de las esperas. Un aeropuerto para la “Crónica de un deportado”, que Alejandro Seselovsky escribió para Orsai, y la cola en la embajada para sacar la visa a los Estados Unidos en un conmovedor cuento escrito por Cristina Fernández Barragán para su revista Maniático Textual: “El idioma de los peces”. Entre las indicaciones de Hebe y estos dos ejemplos creo que quedó saneada la diferencia.
10.9.25
"LOS MUNDOS ANTERIORES" PARA CULTURA DE CLARÍN / JUAN MANUEL MANNARINO
-En primer lugar, me gustaría que me hablaras de tus
dibujos, planos y bocetos -que dijiste en la presentación de tu novela que son
una suerte de derivación de tu oficio de arquitecto-, los que dieron origen a
la novela en tanto estructura, en tanto estrategia narrativa, como también a
la creación de la ciudad y los elementos centrales. Incluso hay algunos dibujos
o frases incluidos dentro de la edición. ¿Es algo que solés hacer o surgió aquí
de forma inusual?
Dibujar es el modo que tengo de poder describir mejor un
objeto o un espacio. Cuando dibujo veo más. Ya pasó a ser un método para mí. En
este caso fue una prioridad más que un acompañamiento, porque tuve que diseñar
a grandes rasgos la Villa Tesla, ciudad del futuro donde vive el protagonista.
Y, ya que estamos, me tuve que imaginar Lewellyn Park, porque a pesar de que
existió -fue una especie de Silycon Valley del pasado- no encontré un plano en
ninguna parte. En planta, la Villa Tesla tiene lazos con la ciudad sectorizada
del Movimiento Moderno (Brasilia, por ejemplo), y la otra sigue la linealidad
de los urbanismos históricos del oeste norteamericano. La vista general de
Villa Tesla puede verse en un croquis adjuntado en el libro, y el plano de
Lewellyn lo incorporo más abajo en carácter de primicia. Este es el tipo de
dibujo que suelo acompañar al diseño de mis novelas; tiene un carácter
explicativo, están llenos de cotas e indicaciones. Las explicaciones son para
mí: recordatorios, análisis, intentos de lograr objetos buenos, lindos y
útiles. También croquicé el diseño elemental de una casa del futuro y de un
vehículo eléctrico, el T20, que fuera capaz de andar, trepar, sumergirse,
flotar, volar, hablar y muchas cosas más.
-La ciudad, justamente, ocupa un lugar central en la
historia, los coches voladores, la carretera y, por supuesto, Villa Tesla,
Lewellyn Park y la evocación de Buenos Aires. Me recuerda a tantas ciudades
inventadas por tantos escritores, esa cosa de inventar una ciudad es algo
fascinante, me imagino, incluso sin dejar otras referencias reales que convivan
con ella.
La Buenos Aires que aparece, que no está diseñada a tabula
rasa como hubiera querido Le Corbusier, es una mezcla oxidada de pasado y
progreso atentando uno contra el otro. La referencia más cercana es Los Ángeles
de Blade Runner. Un cuadro de caos y confusión, donde las máquinas de la
vanguardia se superponen a la chatarra vetusta. Ese infierno chino de la peli
de Ridley Scott.
Hay algo verdaderamente extraño con la prospectiva y la
anticipación: las viñetas de principio del siglo pasado, esas que salían en
Caras y Caretas o PBT, auguraban que mucho del tráfico doméstico iba a pasar a
ser aéreo. Las caricaturas de una Buenos Aires del 2000 mostraban el aire
invadido de vehículos como moscas, yendo de aquí para allá. Y no pasó. En mi
novela decidí seguir insistiendo en el asunto, para un futuro bastante cercano:
el año 2053. Me la juego.
-Y también los objetos inventados (los pañuelos, por ejemplo,
con varias funciones), el espacio y el tiempo y los viajes en el tiempo. Algo
que nos lleva al mundo de la ciencia ficción, a la física, a Bradbury, Houdini,
Edison, Nikola Tesla -un apellido que cobra relevancia en los últimos tiempos
por la empresa de autos eléctricos, la de Elon Musk-. ¿Cómo fuiste elaborando
la trama con todos esos elementos, cómo fue la investigación, el proceso
creativo?
Me imaginé que los pañuelos de tela, un objeto hoy olvidado
completamente y reemplazado por el papel tisú, podían ser los celulares del
mañana. Creo que el germen de esta novedad viene de un invento del arquitecto
argentino Emilio Ambasz, que mostró en la FADU un prototipo de walkman de tela,
sosteniendo que la rigidez necesaria para el funcionamiento del gadget se la
proveería el mismo caset. No sé si su invento habrá prosperado o no, pero me
resultó muy simpático que lo mostrara como un hallazgo entre sus pasatiempos industriales de los años ochenta.
El T20 o la Villa Tesla de mi novela tienen que ver con el
verdadero Nikola Tesla, no con el despreciable millonario norteamericano que
nombrás; más bien es EM el que se ha apropiado de un nombre que le queda
holgado. Los propósitos de los colonialistas norteamericanos siempre van por
ese lado maligno y bajo.
-En cuanto al género de la ciencia ficción tu novela
también tiene algo de metafísica, de fantástico, de aventura. Entre otras
referencias, aparece “La invención de Morel”. ¿Te interesa el género de la
ciencia ficción o fue una casualidad llegar ahí? ¿Qué significa la ficción para
vos, por qué seguir escribiendo novelas, qué lectores te imaginás hoy respecto
a lo que ocurría hace un tiempo con la literatura?
“Los mundos anteriores” cuenta una historia de amor que
tiene una máquina del tiempo. En las nuevas pandemias ya no hay escapatoria
hacia otras ciudades no contaminadas, como sucedía en la peste relatada por
Daniel Defoe o en la de Camus. Ahora es el mundo entero el que se contamina en
apenas días. Para estructurar el relato me imaginé un escape hacia otra época,
utilizando justamente las ventajas de los cilindros de espuma cuántica que
estudian Rovelli y otros físicos discípulos de Stephen Hawking. Es un viaje sin
retorno a un lugar en la historia donde menos incidencia hubo de muertes por
enfermedad terminal. Los personajes hacen un viaje de ida que no es nada fácil,
y ya no por problemas técnicos: los inconvenientes vienen por el lado de la
ética, la memoria, las buenas costumbres. Encuentro que la ficción es un muy
buen laboratorio para explorar estos dilemas.
-La guerra de la electricidad en medio de la trama de la
pareja, del amor, y de pronto la enfermedad que afecta a la población. Y
también está el tema de la enfermedad, de la pandemia, algo que conocimos tan
de cerca con el Covid hace poquito, y que parece ya haberse olvidado. ¿Qué te
llevó a cruzar esos mundos, cómo fue que les diste forma y cuerpo?
Escribí el primer original de la novela antes de la
pandemia, hay pruebas de eso. Algo me taladraba la cabeza, como un presagio.
Cuando pasó lo del Covid no lo podía creer; pero ahora sé que es un signo de
los tiempos. Lo del Covid puede repetirse en cualquier momento, pasamos a ser
un planeta frágil, en el que si seguimos apuntando a gobiernos liberales o de
ultraderecha como los que se están dando en nuestro país y en muchas partes del
mundo, se salvarán de las pestes solamente unos pocos. Es algo absurdo, pero
tiene que ver con el capitalismo salvaje que elimina a los más débiles.
La guerra de la electricidad existió entre Edison y Tesla en
su momento, en “Los mundos anteriores” está expuesta como un tema concluido
unos años atrás, pero que se reflota en la guerra de los libros. La guerra de
los libros es un invento mío para recrear el evento real.
-Los parlamentos de Tesla y Edison son muy creíbles. He
buscado algunas frases en Internet y, para mi sorpresa, fueron dichas por
ellos. ¿Cuál fue el método empleado para conseguir esto?
Puse en Internet “frases de Edison”, “frases de Tesla”. Hice
dos listas. Fui armando diálogos para poder utilizar sus palabras reales en parlamentos
con contextos alterados. Por un instante me creí Gardel, pero los personajes
carecían de toda personalidad. Entonces les agregué adjetivación para que
sonaran como parte de la “grieta”. Edison es un gorila prepotente, Tesla un
progre dubitativo. Así es como quedaron tan creíbles.
- En “El ruido del trueno”, cuento de Bradbury que se
menciona en la novela, una pequeña modificación en el pasado (la muerte de una
mariposa) produce una serie de cambios importantes en el futuro (políticos y
ortográficos). En “Los mundos anteriores” los pequeños cambios se vienen
atajando en una especie de jardín mutante, hasta que hay una peripecia que
produce una alteración mayor y más importante. Sin espoilear demasiado, ¿quiere
referirse al respecto?
Es muy gracioso que me hagas esta pregunta, porque toca un
tema delicado en la novela. ¡Al final cualquier tema que pongas en jaque
resulta siendo delicado! En esto los escritores nos parecemos a los humoristas,
que se la pasan cuidándose porque siempre hay alguien que se ofende. Cuando el
protagonista, en el pasado, comete un error sensible al futuro, el cambio que
produce es la aparición del lenguaje inclusivo y la indeterminación de los
géneros. Se me ocurrió que estaba bueno que el doctor se sintiera mejor siendo
mujer, y la escribana fuera más feliz en un cuerpo de otro tamaño. Me divertí
mucho escribiendo esta parte.
-La novela se interroga, de algún modo, cuánto dura una
vida, cuánto es el tiempo hoy para el amor, por supuesto también la muerte y el
futuro. Y también pone en tensión la tecnología, los afectos y aspectos de la
vida cotidiana, como lo que sucede en el restaurante armenio, entre otras
cosas. Temas muy viejos pero a la vez muy actuales. ¿Creés que “Los mundos
anteriores” evoca de algunos modos estos presentes, pasados y futuros tan
acelerados que estamos viviendo? ¿De qué forma te parece que la novela habla
algo de la contemporaneidad o está tocada por ella?
Soy un habitante del presente: todo lo que hago en
literatura o arquitectura está tocado por la contemporaneidad. Estoy orgulloso
de que así sea. Mis antenas siguen encendidas.