"Los relatos de “Playa Quemada”, primer libro de Gustavo Nielsen, tienen en común una atmósfera de horror que los envuelve. Ese envoltorio cubre las revelaciones que se filtran entre la superficie lisa y llana de un estilo, y finalmente aparece quebrado por la aspereza de una diferencia mínima situada al nivel de la trama.
El incesto y la ceguera (el crimen de Edipo y su castigo), el movimiento inesperado de un cuerpo estático (un cataléptico, un vivo-muerto, como el revés del zombi que campea algunos relatos de Poe, Henry James y Hoffmann), un incendio en el que las víctimas se calcinan adoptando posturas de resignación o valor (como cuando Pompeya ardió bajo el Vesubio), entre otros elementos, circulan por los siete cuentos de “Playa quemada”, narrados por primeras personas que se regodean en la displicencia, la confesión delatora y el detalle macabro.
Los personajes de Nielsen son quienes planifican los relatos, los gobiernan y les dan valor. Sólo se accede a esas historias a través de una mirada privada que destituye de antemano a cualquier tercero que pudiera organizarla, clausurando la posibilidad de intervención de un narrador presentable (aquel que observa el suceso del cual ha sido excluído) que pueda establecer su condición de traductor y su afán de convertir la realidad de una historia en el artificio de un relato.
Ese ojo directo que en los textos de Nielsen mira y narra a unmismo tiempo (incluso hay dos relatos que transcurren en un tiempo presente, menos tributario de la literatura que del cine o, más bien, de su proyección) es lo que sacrifica la escritura de sus cuentos y en su lugar instala la idea de lo simultáneo, ese instante en el que el lenguaje sólo acompaña a los hechos como un ejercicio balbuceante y preliterario. Nielsen trabaja con neutralidad y precisión –conceptos científicos- el registro de sus relatos secos y duros –adjetivos que suelen referirse a la lengua de otro-, consigna lo suficiente para que no se diga más de lo que su doble economía permite: el detalle y la atmósfera, y en el medio casi nada más. "
PÁGINA 12, año 1994.
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