30.6.05

TALLER DE MÍSTICA

Después de haber recibido el DON de manos de Don Marcos Aguinis, abrí el consultorio o Taller de Mística Literaria Milanesa. Funciona así: el escritor o periodista entra al consultorio con su texto en las manos y yo, que poco y nada sé de edición ni correcciones, le apoyo las palmas fosforescentes sobre sus hombros y se realiza la mejora automáticamente, por medio de la FÉ. Ellos dicen que sienten apenas un escozor, una tibia cosquilla. La consulta es gratuita. Soy el primer sorprendido con las soluciones. Los pacientes salen con sus problemas literarios saneados o con los textos que los periódicos y las editoriales querrán publicar en el futuro, con frenesí sin par. Lástima que no lo pueda hacer con los míos propios (una vez que tengo la oportunidad de dar algo importante a la literatura…) Hasta ahora, han concurrido al consultorio:

- María Moreno, con una redacción del colegio. Se fue a casa con una nota inteligente para “Las 12”. ¡Bien, María!
- José Naroski, con un aforismo así de cortito. Por el milagro de la multiplicación del aforismo, se fue chocho con una nouvelle.
- Tamara Kamentzain entró con prosa libre y salió con un soneto;
- Sábato llegó con sus páginas tristes salvadas del fuego y se fue con una sitcom para mearse de la risa;
- entró Bucay y se volvió Coelho (no Oliverio, milagro que hubiera sido SUPERIOR; apenas mudó en Paulo),
- vino Tizón con su elegante prosa y salió con algo para contar!!! ¡Felicitaciones, Héctor!
- Finalmente se presentó Chavelson, me dio la mano y salió curado.

Horario de Bendiciones y Sanación: de dos a cinco de la tarde.

Ah, no se pudo hacer nada con las carpetas que trajo Sergio Olguín. Por el efecto de apoyarle las manos en los hombros solamente se le cambió dos o tres veces el color del pelo, le salieron más granos y perdió el brillo de los zapatos. Señal de que Sergio no tiene nada que ver con la literatura.

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