Le hicimos un pequeño
homenaje a Hebe Uhart, que se marchó de este mundo la semana pasada. Fernando
fue alumno de ella y estuvo hablándonos de sus clases, del humor de Hebe y de
lo bien que los trataba. Leímos “El budín esponjoso” y partes de “Camilo
asciende” que nos hicieron morir de la risa. Fernando trajo además las
antologías en donde publicó, porque ella se lo había sugerido, y no llegó a poder
mostrárselas. Así que las vimos nosotros. Fer es un participante compulsivo:
sus cuentos fueron galardonados en un montón de concursos del interior del
país, México y España. De hecho, el mismo día de la muerte de Hebe, estaba
ganando un segundo premio en SADE filial Norte con “El
ferroviario”, uno de fantasmas. A ella le hubiera gustado. Brindamos por
nuestra escritora feliz. Invito por este medio a un par de sus alumnos, que
alguna vez mostraron interés por la Clínica, a que vengan a participar de la
próxima clase. El Galpón Estudio es un lugar amable. Lo peor que puede pasar es que no alcance la
comida. Sillas y espacio hay de sobra. Para finalizar con el tema quiero
incluir una partecita de un reportaje que Ángel Berlanga le hizo a Hebe para
RADAR, aunque más adelante tal vez lo postee entero acá en Milanesa:
“Con
respecto a las observaciones sobre la lengua, ¿está a la pesca, atenta, o
absorbe terminología y construcciones de la oralidad más bien
inconscientemente?
–Hay cosas que van quedando incorporadas, vocablos, que
después yo uso y transmito. Me interesan las voces más marginales; una vez,
hace como treinta años, me fui en micro a Corrientes, al precarnaval. Me tocó
asiento al lado de un señor gaucho, todo vestido de gaucho. Una suerte, muy
interesante, yo le preguntaba por el chamamé, por cómo eran las cosas
allá. Me dijo: “Hija, allá hay una crotera…” (se ríe) Y yo lo adopté, lo
incorporé. Y después, durante años, venía a trabajar a casa Leonor, que tenía
un lenguaje propio de su clase social, con particularidades de ella misma,
porque hay gente que usa de una manera muy especial su lenguaje.
¿Es
la mujer del cuento que se llama así, “Leonor”?
–Sí. Ella, por ejemplo, decía pordelantear, por llevarse
por delante a alguien. Me interesa cómo es vista una realidad de los sectores
medios desde otro sector. De donde también saco mucho es de las notas de viaje
que hago para el suplemento de cultura de El país de Montevideo. Ahora estoy
indagando en el lenguaje de campo; me fui a Pergamino y busqué ir a los bordes,
donde está la población más campesina, más criolla. Y saqué cosas
extraordinarias. Cuentos mitológicos, como el de la tapera que se convierte en
mansión, o el del caballo “que se queda con las arriendas”; en vez de riendas,
“las arriendas”. “Ahí puesto se queda el caballo, pero las arriendas son
invisibles”. Es divino. Que el lobizón tiene tres lunares: me contaban todos
los detalles. Y cuando me veían cara de incredulidad, decían: “Y, dicen que ha
sido así”. Entonces queda en el aire. En una casa vecina aprendí para qué
sirven los cuzcos: para despertar a los perros grandes, “que tienen el sueño
pesado”, decían. Tenían como diez. “¿Cómo se llama este?”, pregunté. “No, esta
es perra: se llama Shakira”. Interesante, ¿no? “Y esta es la Barbie”. “¿Y
estos?” “Esos son Romeo y Julieta”. Lo juro, textual. Ahí, en los márgenes,
pueden encontrarse cosas nuevas que provienen de muy diversos lugares.
Respetando a la gente, por supuesto, porque no me voy a reír de ellos por eso.
Y sí, busco, estoy atenta. Mi mamá me contaba muchísimas cosas, insólitas para
mi generación: ella me tuvo de grande, yo era la menor entre unos cuantos
hermanos.
¿Acerca
de qué le contaba?
–Era directora de una escuela rural en Paso del Rey, cuando
era todo quintas: ahora hay diez secundarios, diez bancos. Tenía muchísimo
sentido del humor y una gran capacidad, le hubiera gustado hacer unas cuantas
cosas, pero no había podido estudiar más que para maestra. Ella me contó que mi
abuelo, uno de los primeros habitantes de Paso del Rey, le dijo a mi abuela,
que vivía en Buenos Aires, que decidiera si quería casarse con él “porque el
pasaje para andar yendo y viniendo es caro” (se ríe). No se casaban por amor,
no estaba esa cosa del amor. Esas historias sobre ese mundo me dieron apertura
para ver cómo ha sido la gente en otros momentos; tengo el anecdotario del
pueblo donde nací. Ahí todos se conocían. Transmisión materna tengo mucha: era
de familia de italianos, que cuentan todo. De parte de mi papá no, porque los
vascos son más reticentes a contar. “
Lili se pasó: trajo una cena
de “cachitos venezolanos” rellenos de jamón ahumado que eran una delicia. El
vino lo puso Eleonora. Parece que la semana que viene Ele y Pablo nos
deleitarán con una cena de salado y dulce, con vinos traídos por Fabián y
Fernando. Me alegra cuando espontáneamente me resuelven el problema de la
comida, aunque me guste cocinar. Vamos a ver si les preparo unos matambres para
sanguchitos en la fecha del miércoles 31, en la que nos visitará el capo de
Mariano Quirós, reciente premio Tusquets de Novela. Tenemos para leer varios
cuentos de “La luz mala dentro de mí”, primer premio Fondo Nacional de las
Artes 2014, publicado por Factotum, y Mariano prometió traer un cuento inédito.
Le vamos a preguntar un montón de cosas: además de cuentista y novelista da
talleres, y tiene una interesante editorial: Mulita.
Leímos a Lucas, que corrigió
su versión anterior de “Pastelera” y le quedó más pareja; a Fabián que se mandó un
cuentazo, “Mar de Lem”; y a Pablo, que está escribiendo muchísimo mejor que
cuando empezó a venir. Lo felicitamos desde acá porque un cuento suyo acaba de entrar a la antología "Por el camino de Puan". Un buen ejercicio: porno para ser publicado en una revista de domingo.Estoy orgulloso de estas mejoras y triunfos. La Clínica sirve.
Sería buenísimo para este año
poder traer a Claudia Piñeiro (vamos a empezar a leer su nuevo libro editado
por Alfaguara, “Quién no”) y a Guillermo Martínez, de quien leímos ayer “El I
Ching y el hombre de los papeles”, del libro “Una felicidad repulsiva”. Si
logramos uno solo de esos dos objetivos adicionales estamos hechos para toda la
cosecha, como dicen en el campo. También voy a dar una clase sobre cómo
escribir una novela, a partir de los borradores de la novela que estoy
escribiendo en estos días. Y voy a exponer el plan y los planos, textos y
dibujos. Lo que hago cada vez que escribo novelas. Estoy preparando la clase; la pidió Lili y a
todos les pareció bien.
Como ven, estamos a mitad
de la Clínica, y lo que queda es prometedor.
¡Que sigan los éxitos!
¡Que sigan los éxitos!
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