30.9.24

KARATE / LAMBERTI

Mi primer profesor de karate no importa:

Terminaba la clase más temprano

para irse a ver telenovelas.

Ahora está durmiendo, durmiendo en la colina.

El segundo era italiano. En el comedor

de su casa colgaba la foto

de un maestro japonés, vigilando

con mirada japonesa los almuerzos familiares.

Ahora está durmiendo, durmiendo en la colina

pero entonces impartía lecciones de honor.

Karate es control. Astucia. Resistencia. La vista de acero.

Un martes no vino a la clase, y poco después se supo

que había disparado a su mujer, que tenía cáncer,

para llevarse después el revólver a la boca. El Renault

quedó parpadeando al borde de la ruta toda la noche,

y a las dos semanas un nuevo profesor lo reemplazó,

un tal Fabiola, que se tomaba el trabajo a la ligera, y dejé de ir.

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