27.9.19

LAS SUGERENCIAS DE ALEJANDRA LAURENCICH / EL OFICIO DE ESCRIBIR



1-      En narrativa no hay que explicar por qué se cuenta lo que se cuenta, hay que contar bien y nada más.

2-      Buscar y suprimir, en lo posible, los párrafos que anteceden al momento en que la historia comienza. Si hay información valiosa allí, intercalarla después.

3-      El guión bajo no es de diálogo, y las comas tampoco sirven para terminar una frase. En la forma clásica de los diálogos, cuando se escriben entre guiones, cada personaje tiene una línea diferente y comienzan con sangría. Una frase escrita así:

_¿Trajiste el sobre?, lo apuró. _¿O te lo tengo que pedir de otra manera?_. “Acá está_ le contestó Molinari.

… correctamente puntuada queda así:

                               - ¿Trajiste el sobre?- lo apuró-. ¿O te lo tengo que pedir de otra nanera?
                               - Acá está –le contestó Molinari.

4-       Gimiente me arrastro es poesía, no narrativa. Hasta podemos imaginar el escenario y la declamación. ¡Gimiente me arrastro entre arduos estandartes enemigos! Igual que: Oscuros nubarrones corrían por el firmamento cual soldados preparándose para el combate. El dolor me atenaceaba el alma. Deseé dar rienda suelta a un llanto copioso, mas las lágrimas no acudieron a mis ojos. Me estremecí de espanto y horror infinitos al ver el despiadado trabajo que la muerte había efectuado con arte en sus facciones antes lozanas. Hay que evitar las frases rimbombantes, tan infladas. Distraen y se vuelven poco creíbles, como si la acción pasara a segundo plano.

5-      Quitar lo obvio: Abrió la heladera. Dentro de ella encontró guardados solo un sachet de leche y medio limón. No hace falta poner guardados ni dentro de ella, porque como la frase anterior indica que se abrió la heladera, el lector puede imaginar que lo siguiente es lo que hay dentro de la heladera. Abrió la heladera. Solo vio un sachet de leche y medio limón.

6-      Acentos. El más lleva tilde cuando no significa pero. Cómo, cuándo, dónde, quién, qué, llevan acentos cuando son interrogativos o exclamativos. Aún lleva tilde solo cuando puede reemplazarse por todavía.

7-      Cuidado con olvidar en qué posición dejamos a los personajes. Roberto se acostó. Poco después escuchó ruidos afuera y se asomó rápido a la puerta. Debería escribirse así: Roberto se acostó. Poco después escuchó ruidos afuera. Se levantó de inmediato y se asomó a la puerta.

8-      Descubrió intrigado que el sospechoso había vuelto. Ningún personaje puede descubrir intrigado, la intriga es anterior al descubrimiento. Sí, en cambio, puede descubrir sorprendido.

9-      Adelaida entró al consultorio. Había cuadros en las paredes y ventanas antiguas. Lo primero que le llamó la atención fue el atril que se destacaba junto a la camilla.
Darle prioridad al orden de los objetos que describimos: si lo primero que llama la atención del personaje es el atril, también debe ocupar el primer lugar en la descripción.
Adelaida entró al consultorio. Lo primero que le llamó la atención fue el atril, abierto junto a la camilla. En las paredes había algunos cuadros. Las ventanas eran antiguas.

10-   Siempre es mejor contar la acción y dejar que el lector imagine cómo pueden sentirse los personajes involucrados (si espantados, aturdidos, horrorizados, confusos, alegres, confiados). La acción y los pensamientos deben dar cuenta de lo que pasa, no los adjetivos.

11-   Primero levantó la persiana, con lo que inmediatamente entró la luz de la mañana a todo el cuarto. Enseguida ella descubrió la cama deshecha y vacía.
Muy pronto, enseguida, inmediatamente, no hacen falta por lo general. En la narración, lo que se cuenta va dando el paso del tiempo sin necesidad de reforzarlo: Levantó la persiana. La luz de la mañana entró al cuarto. La cama estaba deshecha y vacía.

12-   Subí por las escaleras de mármol gastado, el ascensor antiquísimo no funcionaba. Acá hay una inversión de orden en las oraciones, primero está la confirmación de que el ascensor antiquísimo no funciona, luego el subir por las escaleras de mármol. Así, uno va acompañando al personaje en su trayectoria. Otro ejemplo: Un apagón generalizado había dejado al barrio entero sin luz. Quise encender alguna lámpara y pensé que la perilla no funcionaba. Revisé la lamparita. Estaba sana. Después miré hacia la calle y vi que todo estaba a oscuras.

13-   Unir solo las oraciones que deben ir unidas. En la mayoría de los casos, las comas que las yuxtaponen pueden ser reemplazadas por puntos seguidos, pues solo se trata de oraciones unidas sin necesidad. Cuando el asunto del que se está hablando cambia radicalmente o salteamos un espacio temporal, va punto y aparte.

14-   Es siempre mejor poner penumbra que semipenumbra. Oscuridad, que casi oscuridad. Nadie va a demandar al autor por el porcentaje de penumbra que se ha agregado o la oscuridad faltante. Es preferible dedicarse a precisar los detalles de la acción. Por ejemplo: ¿Por qué motivo un personaje que acude a una cita, al escuchar voces antes de ingresar al lugar, se agacharía a fisgonear lo que allí sucede? Convengamos en que no es una actitud normal, y tal vez esa razón –la que lo lleva a agacharse y espiar- da la clave para sumergirse en el conflicto del protagonista. Esto sí conviene aclararlo. Qué le sucedió al escuchar esas voces. Por lo general, el autor principiante pasa por alto lo importante y se dedica a detalles que, en caso de faltar, no producen ningún cambio en la escena.

15-   Tratar de hacer oraciones cortas y sencillas. La complejidad de la sintaxis no es sinónimo de talento literario. Escribir un párrafo diáfano y simple puede llegar a ser la tarea más difícil de lograr. Hay que entrenarse. A esto vamos a llamarlo reformular la sintaxis. Quiere decir que vamos a tratar de contar lo mismo, usando otra estructura de oraciones más sencilla y transparente.

16-   Cuidado con los diminutivos. Una valija pequeña no es una valijita, una iglesia pequeña no es una iglesita, ni un cuento breve es un cuentito. Laguito suena infantil. Mejor pequeño lago. Chorritos sonaría mejor reemplazado por chorros delgados. Un almacencito no es tan preciso como un pobre almacén.

17-   Suprimir toda exclamación y exageración. Es preferible carecer de esa forma que abundar de ella.

Dolores me gritaba cada vez más fuerte. ¡¡Qué difícil se me hacía mantener la compostura!! ¡No sabía cómo parar su descontrol! ¡Había que ser terminante con ella!
- ¡¡Por favor!! ¡Quiero que te calles! –le dije- ¡¡¡Ahora!!

Es menos impactante y creíble que:

                        Dolores me gritaba. Se me hacía difícil mantener la compostura.
                        - Quiero que te calles ahora –dije.

18-    Descartar los conectores que no sean indispensables para la comprensión de las oraciones: aunque, pese a lo cual, sin que, ya que, tras lo cual, etcétera, empastan la prosa, le quitan limpidez.

19-   Evitar el abuso de adverbios, sobre todo los de modo (deliciosamente, extrañamente, lentamente, ociosamente, cariñosamente). Ralentizan, opacan y ensucian la prosa.

20-   También hay que evitar los gerundios, por el mismo motivo: Sollozando, empujándome, hipando.
Fue empujándome sin parar y desplegando una gran fuerza por todo el sendero hasta el automóvil es menos contundente que En el camino hasta el auto me empujó con toda su fuerza. Una, dos, tres veces. O: Me llevó a los empujones hasta que llegamos al auto.

21-   Buscar que la forma y las palabras acompañen al contenido:
En un instante estaba en el suelo. Había recorrido ocho escalones sin darme cuenta. Un dolor lacerante y desgarrador me anunció que mi brazo había sufrido las consecuencias de la caída. ¡Suena tan calmo y ajeno el momento que vive el personaje! Nadie que se parte el brazo podría razonar de esta manera, sí en cambio: Un instante después estaba en el suelo, ocho escalones más abajo. Tenía el brazo partido.

22-   Evitar las precisiones innecesarias o implícitas. Casi, un tercio, por detrás, los mi, los su, aquella, esta, esa, treinta segundos después, evitarlos siempre que podamos reemplazarlos. Le di mi mano a mi abuela. Le di la mano a mi abuela. Busqué en mi cartera, busqué en la cartera. Casi cuando íbamos a conseguirlo, cuando íbamos a conseguirlo. Treinta segundos antes de que estallara, unos segundos antes de que estallara. Conocía aquel lugar, habíamos ido allí cuando éramos recién casados. Conocía el lugar, habíamos estado allí cuando éramos recién casados. Nos separaban siete u ocho centímetros de distancia. Nos separaban unos centímetros…
Aligerar la prosa de precisiones innecesarias es darle aire al relato.

23-   Elegir con cuidado los verbos, sin quedarnos en si se entiende o no lo que queremos decir. El agua, arrastrándose por el arroyo, producía un murmurar estremecedor. El verbo arrastrar para referirse al agua se comprende solamente cuando es el agua quien arrastra. Si no, queda desubicado, se toma como una desprolijidad del autor o una falta de elaboración, que es peor, pues, habiendo tantos verbos para indicar las cualidades del agua, arrastrarse es el menos conveniente. Usar cualquier otro que indique ligereza y morbosidad: serpentear, correr, deslizar, escurrir. Si se quiere indicar violencia, se puede subir la apuesta en murmurar y poner rugido. El agua del arroyo producía un rugido estremecedor. Cada uno imaginará si corría, se deslizaba o se escurría. Del mismo modo, si es el personaje quien entra al agua, no debería decir: Me interné en el agua. Sería más preciso me sumergí, pues daría mejor cuenta de que está en un medio acuático, ya que el verbo internar habla más de sendero selvático que de agua.

24-   No se puede usar para un recuerdo el mismo tiempo verbal que usamos para la acción del que recuerda. Por lo menos hay que introducirlo en otro tiempo verbal. Si estoy en pasado, debo usar el pluscuamperfecto, para despegar la acción recordada de la actual. Antonio se relajó y recordó que el segundo fin de semana en Luxemburgo realizó una caminata. Se divirtió y luego descansó junto a esa mujer extraordinaria.

Antonio se relajó y recordó que el segundo fin de semana en Luxemburgo había realizado una caminata. Se había divertido y luego descansado junto a esa mujer extraordinaria.

25-   Rosita le indicó al huésped cuál era su habitación y le entregó la llave. Cerró la puerta y se desvistió. Se enfrentó al espejo y con parsimonia se afeitó el bigote.  A menos que se aclare que el autor ha cambiado de personaje, las acciones descriptas en una oración que continúa a otra se atribuyen al sujeto de la anterior. Si una mujer (Rosita, por ejemplo) es el último sujeto expreso, y hay un sujeto tácito en la siguiente oración, las acciones de esta oración se le atribuyen a Rosita (sujeto anterior), con lo  que logramos que Rosita sea un bigotudo. Reglas imposibles de desatender en gramática castellana. Rosita le indicó al huésped cuál era su habitación y le entregó la llave. El hombre cerró la puerta y se desvistió. Se enfrentó al espejo y con parsimonia se afeitó el bigote.

26-   -Hoy no, mañana –dijo, indica algo totalmente distinto a: -Hoy, no mañana –dijo. Por favor, revisar el lugar en el que introducimos las comas.

27-   No explicar lo obvio: Sintió que se le erizaba hasta el último pelo. Tenía miedo.

28-   Si la decisión es poner todos los diálogos entre comillas, no usar guiones. Hay que unificar el estilo elegido.

29-   Del mismo modo, si se elige el tiempo presente o pasado para contar la historia, no cambiarlo cuando se nos antoja, porque despistamos al lector. Salvo que haya una intención deliberada y justificada, la congruencia verbal debe mantenerse hasta el final.

30-   Presentar los textos que tengan que ser leídos por otros (ya sea en forma digital o impresa) en letra Time New Roman o Arial, cuerpo 12, a doble espacio y con formato justificado, con márgenes que sean armónicos y proporcionales a las hojas. La claridad de la diagramación no es solo una ayuda para el lector, sino un modo de considerarlo.

(De "El taller, nociones sobre el oficio de escribir", editorial Aguilar)

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