1-
En narrativa no hay que explicar por qué se
cuenta lo que se cuenta, hay que contar bien y nada más.
2-
Buscar y suprimir, en lo posible, los párrafos
que anteceden al momento en que la historia comienza. Si hay información
valiosa allí, intercalarla después.
3-
El guión bajo no es de diálogo, y las comas
tampoco sirven para terminar una frase. En la forma clásica de los diálogos,
cuando se escriben entre guiones, cada personaje tiene una línea diferente y
comienzan con sangría. Una frase escrita así:
_¿Trajiste el sobre?, lo apuró. _¿O te lo
tengo que pedir de otra manera?_. “Acá está_ le contestó Molinari.
… correctamente puntuada
queda así:
- ¿Trajiste el
sobre?- lo apuró-. ¿O te lo tengo que pedir de otra nanera?
-
Acá está –le contestó Molinari.
4-
Gimiente me arrastro es poesía, no
narrativa. Hasta podemos imaginar el escenario y la declamación. ¡Gimiente me arrastro entre arduos
estandartes enemigos! Igual que: Oscuros
nubarrones corrían por el firmamento cual soldados preparándose para el
combate. El dolor me atenaceaba el alma. Deseé dar rienda suelta a un llanto
copioso, mas las lágrimas no acudieron a mis ojos. Me estremecí de espanto y
horror infinitos al ver el despiadado trabajo que la muerte había efectuado con
arte en sus facciones antes lozanas. Hay que evitar las frases
rimbombantes, tan infladas. Distraen y se vuelven poco creíbles, como si la
acción pasara a segundo plano.
5-
Quitar lo obvio: Abrió la heladera. Dentro de ella encontró guardados solo un sachet de
leche y medio limón. No hace falta poner guardados ni dentro de ella, porque
como la frase anterior indica que se abrió la heladera, el lector puede
imaginar que lo siguiente es lo que hay dentro de la heladera. Abrió la heladera. Solo vio un sachet de
leche y medio limón.
6-
Acentos. El más
lleva tilde cuando no significa pero.
Cómo, cuándo, dónde, quién, qué, llevan acentos cuando son interrogativos o
exclamativos. Aún lleva tilde solo
cuando puede reemplazarse por todavía.
7-
Cuidado con olvidar en qué posición dejamos a
los personajes. Roberto se acostó. Poco
después escuchó ruidos afuera y se asomó rápido a la puerta. Debería
escribirse así: Roberto se acostó. Poco
después escuchó ruidos afuera. Se
levantó de inmediato y se asomó a la puerta.
8-
Descubrió
intrigado que el sospechoso había vuelto. Ningún personaje puede descubrir intrigado, la intriga es
anterior al descubrimiento. Sí, en cambio, puede descubrir sorprendido.
9-
Adelaida
entró al consultorio. Había cuadros en las paredes y ventanas antiguas. Lo
primero que le llamó la atención fue el atril que se destacaba junto a la
camilla.
Darle prioridad al orden de los objetos que
describimos: si lo primero que llama la atención del personaje es el atril,
también debe ocupar el primer lugar en la descripción.
Adelaida
entró al consultorio. Lo primero que le llamó la atención fue el atril, abierto
junto a la camilla. En las paredes había algunos cuadros. Las ventanas eran
antiguas.
10-
Siempre es mejor contar la acción y dejar que el
lector imagine cómo pueden sentirse los personajes involucrados (si espantados,
aturdidos, horrorizados, confusos, alegres, confiados). La acción y los
pensamientos deben dar cuenta de lo que pasa, no los adjetivos.
11-
Primero
levantó la persiana, con lo que inmediatamente entró la luz de la mañana a todo
el cuarto. Enseguida ella descubrió la cama deshecha y vacía.
Muy
pronto, enseguida, inmediatamente, no hacen falta por lo general. En la
narración, lo que se cuenta va dando el paso del tiempo sin necesidad de
reforzarlo: Levantó la persiana. La luz
de la mañana entró al cuarto. La cama estaba deshecha y vacía.
12-
Subí por
las escaleras de mármol gastado, el ascensor antiquísimo no funcionaba. Acá
hay una inversión de orden en las oraciones, primero está la confirmación de
que el ascensor antiquísimo no funciona, luego el subir por las escaleras de
mármol. Así, uno va acompañando al personaje en su trayectoria. Otro ejemplo: Un apagón generalizado había dejado al
barrio entero sin luz. Quise encender alguna lámpara y pensé que la perilla no
funcionaba. Revisé la lamparita. Estaba sana. Después miré hacia la calle y vi
que todo estaba a oscuras.
13-
Unir solo las oraciones que deben ir unidas. En
la mayoría de los casos, las comas que las yuxtaponen pueden ser reemplazadas
por puntos seguidos, pues solo se trata de oraciones unidas sin necesidad.
Cuando el asunto del que se está hablando cambia radicalmente o salteamos un
espacio temporal, va punto y aparte.
14-
Es siempre mejor poner penumbra que semipenumbra.
Oscuridad, que casi oscuridad. Nadie
va a demandar al autor por el porcentaje de penumbra que se ha agregado o la
oscuridad faltante. Es preferible dedicarse a precisar los detalles de la
acción. Por ejemplo: ¿Por qué motivo un
personaje que acude a una cita, al escuchar voces antes de ingresar al lugar,
se agacharía a fisgonear lo que allí sucede? Convengamos en que no es una
actitud normal, y tal vez esa razón –la que lo lleva a agacharse y espiar- da
la clave para sumergirse en el conflicto del protagonista. Esto sí conviene
aclararlo. Qué le sucedió al escuchar esas
voces. Por lo general, el autor principiante pasa por alto lo importante y
se dedica a detalles que, en caso de faltar, no producen ningún cambio en la
escena.
15-
Tratar de hacer oraciones cortas y sencillas. La
complejidad de la sintaxis no es sinónimo de talento literario. Escribir un
párrafo diáfano y simple puede llegar a ser la tarea más difícil de lograr. Hay
que entrenarse. A esto vamos a llamarlo reformular
la sintaxis. Quiere decir que vamos a tratar de contar lo mismo, usando
otra estructura de oraciones más sencilla y transparente.
16-
Cuidado con los diminutivos. Una valija pequeña
no es una valijita, una iglesia pequeña no es una iglesita, ni un cuento breve es un cuentito. Laguito suena
infantil. Mejor pequeño lago. Chorritos sonaría mejor reemplazado por chorros delgados. Un almacencito no es
tan preciso como un pobre almacén.
17-
Suprimir toda exclamación y exageración. Es
preferible carecer de esa forma que abundar de ella.
Dolores me gritaba cada vez más
fuerte. ¡¡Qué difícil se me hacía mantener la compostura!! ¡No sabía cómo parar
su descontrol! ¡Había que ser terminante con ella!
- ¡¡Por favor!! ¡Quiero que te calles! –le
dije- ¡¡¡Ahora!!
Es menos impactante y creíble que:
Dolores me gritaba. Se me hacía difícil
mantener la compostura.
- Quiero que te
calles ahora –dije.
18-
Descartar
los conectores que no sean indispensables para la comprensión de las oraciones:
aunque, pese a lo cual, sin que, ya que, tras
lo cual, etcétera, empastan la prosa, le quitan limpidez.
19-
Evitar el abuso de adverbios, sobre todo los de
modo (deliciosamente, extrañamente, lentamente, ociosamente, cariñosamente).
Ralentizan, opacan y ensucian la prosa.
20-
También hay que evitar los gerundios, por el
mismo motivo: Sollozando, empujándome, hipando.
Fue
empujándome sin parar y desplegando una gran fuerza por todo el sendero hasta
el automóvil es menos contundente que En
el camino hasta el auto me empujó con toda su fuerza. Una, dos, tres veces.
O: Me llevó a los empujones hasta que
llegamos al auto.
21-
Buscar que la forma y las palabras acompañen al
contenido:
En un
instante estaba en el suelo. Había recorrido ocho escalones sin darme cuenta.
Un dolor lacerante y desgarrador me anunció que mi brazo había sufrido las
consecuencias de la caída. ¡Suena tan calmo y ajeno el momento que vive el
personaje! Nadie que se parte el brazo podría razonar de esta manera, sí en
cambio: Un instante después estaba en el
suelo, ocho escalones más abajo. Tenía el brazo partido.
22-
Evitar las precisiones innecesarias o
implícitas. Casi, un tercio, por detrás, los
mi, los su, aquella, esta, esa, treinta segundos después, evitarlos
siempre que podamos reemplazarlos. Le di
mi mano a mi abuela. Le di la
mano a mi abuela. Busqué en mi
cartera, busqué en la cartera. Casi cuando íbamos a conseguirlo, cuando íbamos a conseguirlo. Treinta segundos antes de que estallara,
unos segundos antes de que estallara.
Conocía aquel lugar, habíamos ido
allí cuando éramos recién casados. Conocía el
lugar, habíamos estado allí cuando éramos recién casados. Nos separaban siete u ocho centímetros de distancia.
Nos separaban unos centímetros…
Aligerar la prosa de precisiones
innecesarias es darle aire al relato.
23-
Elegir con cuidado los verbos, sin quedarnos en
si se entiende o no lo que queremos decir. El
agua, arrastrándose por el arroyo, producía un murmurar estremecedor. El
verbo arrastrar para referirse al
agua se comprende solamente cuando es el agua quien arrastra. Si no, queda
desubicado, se toma como una desprolijidad del autor o una falta de
elaboración, que es peor, pues, habiendo tantos verbos para indicar las
cualidades del agua, arrastrarse es
el menos conveniente. Usar cualquier otro que indique ligereza y morbosidad:
serpentear, correr, deslizar, escurrir. Si se quiere indicar violencia, se
puede subir la apuesta en murmurar y poner rugido. El agua del arroyo producía un rugido estremecedor. Cada uno
imaginará si corría, se deslizaba o se escurría. Del mismo modo, si es el
personaje quien entra al agua, no debería decir: Me interné en el agua. Sería más preciso me sumergí, pues daría mejor cuenta de que está en un medio
acuático, ya que el verbo internar habla más de sendero selvático que de agua.
24-
No se puede usar para un recuerdo el mismo
tiempo verbal que usamos para la acción del que recuerda. Por lo menos hay que
introducirlo en otro tiempo verbal. Si estoy en pasado, debo usar el
pluscuamperfecto, para despegar la acción recordada de la actual. Antonio se relajó y recordó que el segundo
fin de semana en Luxemburgo realizó una
caminata. Se divirtió y luego descansó junto a esa mujer extraordinaria.
Antonio se relajó y recordó que el segundo fin de semana en Luxemburgo
había realizado una caminata. Se había
divertido y luego descansado junto a esa mujer extraordinaria.
25-
Rosita le
indicó al huésped cuál era su habitación y le entregó la llave. Cerró la puerta
y se desvistió. Se enfrentó al espejo y con parsimonia se afeitó el bigote. A menos que se aclare que el autor ha cambiado
de personaje, las acciones descriptas en una oración que continúa a otra se
atribuyen al sujeto de la anterior. Si una mujer (Rosita, por ejemplo) es el
último sujeto expreso, y hay un sujeto tácito en la siguiente oración, las
acciones de esta oración se le atribuyen a Rosita (sujeto anterior), con
lo que logramos que Rosita sea un
bigotudo. Reglas imposibles de desatender en gramática castellana. Rosita le indicó al huésped cuál era su
habitación y le entregó la llave. El hombre cerró la puerta y se desvistió. Se
enfrentó al espejo y con parsimonia se afeitó el bigote.
26-
-Hoy no,
mañana –dijo, indica algo totalmente distinto a: -Hoy, no mañana –dijo. Por favor, revisar el lugar en el que
introducimos las comas.
27-
No explicar lo obvio: Sintió que se le erizaba hasta el último pelo. Tenía miedo.
28-
Si la decisión es poner todos los diálogos entre
comillas, no usar guiones. Hay que unificar el estilo elegido.
29-
Del mismo modo, si se elige el tiempo presente o
pasado para contar la historia, no cambiarlo cuando se nos antoja, porque
despistamos al lector. Salvo que haya una intención deliberada y justificada,
la congruencia verbal debe mantenerse hasta el final.
30-
Presentar los textos que tengan que ser leídos
por otros (ya sea en forma digital o impresa) en letra Time New Roman o Arial,
cuerpo 12, a doble espacio y con formato justificado, con márgenes que sean
armónicos y proporcionales a las hojas. La claridad de la diagramación no es
solo una ayuda para el lector, sino un modo de considerarlo.
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