8.11.18

CLÍNICA DE CUENTOS DEL GALPÓN ESTUDIO / DÉCIMA REUNIÓN DE LA SEXTA TEMPORADA


Gran visita la de ayer: vino Guillermo Martínez a leernos un cuento inédito en libro. Yo lo había leído en Verano 12, y me había gustado mucho. Lili fue la que me hizo acordar. La versión que Guillermo leyó fue más completa, con descripciones minuciosas y llenas de detalles.  En el diario explicaba lo siguiente:

Este cuento pertenece a una serie desperdigada y oculta en mis libros que podría conformar algo así como una novela de familia (de elenco variable, con algún suicida de más o alguna hermana de menos). La historia parte de dos elementos poderosos de mi infancia: una estatuita de Ceferino Namuncurá que brillaba en la oscuridad —en nuestro hogar ateo y marxista— y el recuerdo no menos luminoso de una mujer de bondad extraordinaria, diría estoica, que se ocupó de limpiar nuestra casa y de cuidarnos a los cuatro hermanos durante la infancia. Se llamaba Ramona y tenía, como la protagonista de este relato, rasgos aindiados y una religiosidad profunda y misteriosa. Es verdad también que fui a Fortín Mercedes, el santuario de Ceferino, en alguna excursión de la infancia, pero no tengo ningún recuerdo del todo auténtico de ese viaje. Sin embargo, me sumé durante la escritura del cuento a un proyecto audiovisual dirigido por Bibiana Ricciardi: una antología de historias sobre la provincia de Buenos Aires con un documental especialmente filmado para cada una. Esto requería una visita “de campo” al lugar en que se desarrollaba la ficción. A pesar de mi escepticismo inicial por lo que podría agregarme lo real estricto y la “sensación de lugar” a lo que concebía como un ejercicio más bien de desmemoria e imaginación, volví de ese segundo viaje a Fortín Mercedes con dos detalles que me parecieron piezas mágicas de un rompecabezas: la visión del Salitral de la Vidriera en el camino y, en la galería de ofrendas al santito, los guantes con que Monzón ganó su primer título mundial, que juegan un papel clave en la lucha interior de mi pequeño protagonista. 
Cuando terminé el cuento, a fines de 2016, no imaginaba que muy poco después los reclamos mapuches tendrían la dimensión y las consecuencias trágicas que mantuvieron al país en vilo.”

Antes leímos otros dos de su libro “Una felicidad repulsiva”. “Lo que toda niña debe ver” y “El sumidero de Dios”. El "sumidero" es un texto muy corto sobre una anécdota que, dijo, le contó Paenza, acerca de una estudiante que iba a dar sus exámenes de física con un rosario en la mano. No me extraña que le haya llamado la atención hasta el punto de escribir un cuento: la tensión entre el credo religioso y la explicación racional parece ser el leimotiv del matemático desde la época de “Acerca de Roderer”. Y está presente también en la historia de “El milagro invertido”. Guille dio cátedra, como siempre: con amabilidad e inteligencia. 

A pedido del público, que aumentó para este sprint final con la presencia de Mariana y de María Inés, comimos el cheesecake de maracuyá que ya es un clásico de la Clínica de Cuentos del Galpón Estudio, elaborado por la arquitecta Moira Sanjurjo, nuestra repostera favorita. Con café. Pero para el pimpón –porque hubo pimpón después de clase- tomamos cerveza Patagonia que trajo Lili. Ella sabía que era la marca que más le gusta a Guillermo. Jugamos un par de partidazos con nivel muy parejo. Acá hay una foto que documenta el asunto:



Habrá revancha para el asado del 28. Te quiero ver jugando borracho, a ver qué tul (me digo, me ordeno, me juzgo). Mi grito de guerra: ¡Sangre de horchata de chufa Nil!.



En un momento levantamos las copas para brindar por el cuento de Pablo, “Recolección”, que fue seleccionado en el concurso Itaú. Fue al final de los partidos, que solo hicieron de breve corte deportivo y momentáneo al tema literario. Seguimos hablando con nuestro invitado un rato más, cervecita de por medio, y después nos fuimos. Disfrutamos mucho de tu visita, Guille.

Recuerden que para la próxima necesito ayuda en la comida, porque tengo que preparar la teórica “cómo escribo mis novelas” y corregir todos los cuentos que me mandaron. Nos espera una larga velada de corte y confección. Sugiero que se pongan en comunicación y decidan los manjares entre ustedes, así van practicando para la picada del asado final. 

Besos y cuentos.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias Gustavo por aceptarme, aunque sea por este período tan cortito. Disfruté mucho de la lectura del cuento y de la charla con Guillermo Martinez. La torta, deliciosa!!

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  2. Gracias a vos por confiar. Besote.

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