“El sentido del lenguaje es muy importante y, como decía
Flannery O`Connor, “buena parte del trabajo del escritor está ya hecho antes de
que empiece a escribir, porque nuestra historia vive en nuestra forma de hablar”.
No es lo mismo decir que hace calor o “calorón”, como se dice en Córdoba, o “calorazo”,
en la provincia de Buenos Aires. En Corrientes el lenguaje es muy visual: hay
carteles para los accidentes de trabajo, donde muestran una ruta, un auto, un
cielo, ese cartel me está diciendo cómo son. Una señora de Amaicha me dijo,
cuando le pregunté si tenía perro: “unito”.”
El texto es de Hebe Uhart, del libro “Las clases de Hebe
Uhart”, de blatt & ríos. A Lucrecia Martel le escuché decir:
“No sé por qué los
cineastas tenemos tan mal oído. Los personajes en el cine se ven obligados a
decir lo que no dirían en una conversación en la vida real. No se me ocurre
quién pudo haber tenido alguna vez un diálogo de telenovela amorosa. “Yo te
quiero, José Alberto”. No sé quién tiene tanta claridad en los sentimientos,
más bien pasa lo contrario: normalmente se esconde lo que debería decirse. Por
eso es muy importante escuchar la omisión, lo que es difícil de hablar, lo que
se supone porque se comparte; todo eso es lo más significativo de un diálogo.
La forma sonora que emitimos es muchas veces más expresiva que el sentido de
las palabras.”
Mi primer y único consejo
a la hora de escribir es ir anotando todas esas palabras encontradas en la
ciudad, en una libreta o un grabador. Todas sirven, y suelen ser más jugosas que
las que uno puede pensar encerrado en su escritorio.
“¿Qué clase de arte marcial es la catequesis?” “No sabían
para dónde disparar”. “Me acroqué”. “¡Pero qué linda sombra tiene la señora!” “Las
palomas hacen sonidos acuáticos”. “Me puse los zapitos que me regalaste, no te
paniques”. “Efectivi wonder”. “Discapatados”. “La pancha vive bien”. “Fue
educado en el shaolinato de Morón”. “Después de los cincuenta, Ailín, en las
mañanas siempre saquito de hilo”. “Acabamos juntos por Skype”. “¡Quién lo ve a
Banfield en la Libertadores!”. “Fui teflón”. “La guita va por un lado y los
afectos por otro”. “¡Ojalá te mueras pronto y que sea para siempre!” (Mis últimas
adquisiciones)
La pasamos muy bien en esta segunda reunión. Leímos “La
muñeca” de Silvina Ocampo (“Los días de la noche”, Sudamericana) y “El caballo
de porcelana”, de Pablo de Santis, Editorial Alfaguara). Leyeron Jonatan, Pablo
y –un texto de gran belleza- Marina. A ella le recomendé que se consiguiera “Enero”,
de Sara Gallardo.
Comimos los bocaditos de jamón crudo y cuatro quesos que
se ven en la foto. Masa de pizza. Los hice con una receta del feis. Tomamos dos
botellas de vino fresco, rico; una de rosado y otra de blanco, que trajo
Fernando. Gracias, Fer.
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