26.10.17

OCTAVA REUNIÓN DE LA CUARTA TEMPORADA / CLÍNICA DE CUENTOS DEL GALPÓN

Hoy hubo peli, además de las lecturas. El comienzo de “Nosferatu, el vampiro” de Herzog tiene un corto con las momias de Guanajuato. Es la presentación de la gran película del alemán, el mejor de todos los Nosferatus que se hicieron. Van a poder ver a Klaus Kinski en un papel extraordinario. Este es el link:


Para el taller nos sirven solamente los primeros dos minutos y diez segundos. La historia es la siguiente: la tierra del cementerio de Guanajuato, México, parece que tiene propiedades momificadoras. Cuando el cementerio se llenó, los enterradores municipales comenzaron a desenterrar a los muertos de tumbas que nadie cuidaba, con pagos atrasados e imposibles de cobrar. Por ejemplo, un francés que murió en unas vacaciones y nadie lo reclamó jamás. O un tipo que cayó en un tiroteo, y que ninguna familia fue a retirar de la morgue judicial. Cuando desenterraron al primero, vieron que su cuerpo estaba momificado. Así con todos. Niños, adultos, flacos, gordos. Hasta había una señora que se movió adentro del cajón, porque la habían enterrado viva. Está toda retorcida. Los enterradores fueron parando los cuerpos adentro de una especie de depósito bajo tierra: no supieron qué otra cosa hacer. La voz se empezó a correr y la lúgubre gruta pasó a ser un lugar obligado de visitas para el morbo popular. Le dabas una propina a uno de los enterradores y te dejaba bajar la escalera de caracol.

Herzog fue uno de los visitantes. Fue con una luz y una cámara oculta y tomó todas esas capturas horripilantes. Bradbury también fue de visita, y terminó contando la historia más macabra de ese cementerio: la del turista que dejó a la mujer allí parada con los otros, después de que se muriera de un ataque cardíaco. Dicen que la mujer bajó a la gruta, caminó hasta el final y no pudo desandar el camino del ataque de pánico que le dio. Y se quedó ahí. El cuento se llama “El siguiente en la fila”, y es el que leímos después.
Hoy todos esos cadáveres están en el museo de momias de Guanajuato; yo los vi cuando viajé. El enterrador es el que te lleva de visita y te va contando las historias.

El cuento es largo pero vale la pena

Después leyó Pablo, un cuento acerca de un personaje especial. Para comprender la construcción de una especialidad, y del destino que engendra todo lo especial, recurrí a otra obra maestra: de Julio Llinás (el padre del director de cine), “De eso no se habla”.

Comimos tartas que nos trajo Fernando Espinosa, cocinadas por él. Una de berenjena y tomates secos y otra de corazones de alcaucil, con vinos aportados por Pablo, Fabián y Fer. Blancos y tintos, que no son para pintar.

Cierro la crónica con un detalle: a la salida del museo actual de momias de Guanajuato, que es como un laberinto bastante oscuro, te pega el sol de una plaza popular. Lo que más impresiona del paseo es recibir toda esa luz acompañada del humo de las parrillas. Porque en esa plaza aparecen vendedores de chorizos asados y carne frita. Ese olor, después de haber visto aquellos cuerpos secos, te descompone.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario