Bueno, empezamos otra vez, felices. Se anotaron Fernando,
Fabián, Pablo, Jonatan y las chicas Flavia, Mariana y Claudia. Leí una joya de
la cuentística mundial (¿se dirá
así?): “El hombre que ríe”, de Big Salinger. Emocionante. Es el cuento que más
me gusta de sus nueve, aunque los expertos insistan con el pez banana. El
siguiente en mi ranking es “Linda boquita y verdes mis ojos” (lo leímos durante
el módulo dos), el tercero “Teddy” y recién ahí “Un día perfecto para el pez banana”.
Expuse el ejercicio del taller: escribir un cuento de terror
que de MIEDO. Es un experimento que me gusta. Vamos a ver qué sale.
Leyó Flavia un cuento campestre con un duelo entre una
adolescente y la yegua que monta, que finalmente se desboca. Contraste entre ciudad
y campo. Imágenes muy logradas literariamente, pero tal vez demasiado cargado a
la hora de marcar la acción. Digan lo que digan los poetas, una buena acción se
marca con frases cortas. Para ilustrar les leí "A la deriva", del otro grande Horacio Quiroga.
Jonatan también leyó un cuento siniestro pero gracioso sobre
una familia en una playa. Está escrito en presente, porque Jonatan, un chico
muy joven, escribe esencialmente guiones para cine. Tiene mucha intuición: no
escribe en un presente constante, a lo Rejman, sino que va y viene al pasado en
flashbacks oportunos. Conjuga mal algunos verbos y le cuesta regresar al
presente desde el flashback, cosa que es bastante difícil de hacer. Siempre se
necesita algún adverbio de tiempo, o un recurso extra. Por ejemplo: “Como frambuesas
en el almuerzo. Me habían traído algún problema digestivo en el pasado, pero
AHORA las como sin que me irriten.”
Los adverbios de tiempo son muy útiles para dar info acerca del momento en que las acciones se realizan. Momentos del pasado, del presente o del futuro. Vienen geniales para este asunto de los recuerdos, y para retomar el tiempo verbal en el que el cuerpo del cuento está escrito.
Los adverbios de tiempo son muy útiles para dar info acerca del momento en que las acciones se realizan. Momentos del pasado, del presente o del futuro. Vienen geniales para este asunto de los recuerdos, y para retomar el tiempo verbal en el que el cuerpo del cuento está escrito.
Otra de “señorita de colegio”: el pretérito del indicativo, “hablé”,
significa que dije algo puntual en el pasado. Bien puntual. Una frase, un día. El
pluscuamperfecto “había hablado”, designa que la acción pasada duró un tiempo
sostenido, tal vez largo. Todo aquello que “habíamos hablado” con mi mujer para
poder separarnos. Suena a idiotez de
primaria pero todo el mundo se confunde. Hasta yo, a veces.
Comimos una torta de maracuyá hecha por las divinas manos de la arquitecta Moira Sanjurjo, con café. Y antes picamos unos
snacks salados que trajo Fernando, con Coca Light.
Buenísimos Salinger y Quiroga, interesante la señorita de colegio, pero, como tantas veces, lo mejor lo aporta Sanjurjo.
ResponderBorrarmuchas gracias Gustavo por recibirme, gracias a los compañeros.
ResponderBorrartomé todas las sugerencias que me hiciste y también las que hicieron los compañeros porque son muy atinadas. gracias por el compromiso y la buena onda.
una infidencia es que tenía un cierto temor de que leyeras el pez banana. este, entonces, hubiera sido el quinto taller en el que leía el pez banana. sin embargo me repuse y fue otra fruta la que me instó a ir, el maracuyá de la torta prometida. en fin, me alegro mucho que hayas leído el hombre que ríe. quiero contarles que L´homme que rit fue escrito por Victor hugo en 1870 y en 1928 llevado al teatro y al cine varias veces. lo que el narrador cuenta es una versión al uso nostro, muy al agua de rosas. besos a todos. voy por el sushi, ahora. buenísima semana. fla
Qué bueno que subas las crónicas de las clases!
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