“Chaucer conoce el latín, traduce ese vasto poema alegórico francés Le roman de la Rose y una de sus primeras obras es la traducción de un himno a la Virgen. Ese himno se llama, en la literatura inglesa, “Un abecedario” de Chaucer, porque la primera estrofa empieza con una A, la segunda con una B, la tercera con una C, la cuarta con una D, etc. Se llega así a concluir con el alfabeto. Esa traducción es una traducción libre, pensamos en un ejercicio filológico, pensamos en que cada palabra de la traducción corresponda a una palabra del original. Eso hubiera parecido algo muy primitivo, algo bárbaro en la Edad Media. En la Edad Media traducir un poema era crear, en otro idioma, un poema de valor no inferior al primero. Este concepto dura mucho tiempo. Tenemos por ejemplo la traducción de la Farsalia, de Lucano, por Jáuregui, y no hay una equivalencia española para cada verso latino. Hay sí una equivalencia de cada estrofa, pero lo que el poeta ha querido mostrar es que el español podría producir un poema no inferior a la Farsalia. Es decir, se veía en el texto original no un texto que había que calcar, sino un texto con el cual tenía que poder hombrearse el traductor. Se trataba de hacer un poema que no fuese inferior; no se buscaba la perfección filológica. Yo creo que la idea de la traducción literal ha de ser de origen religioso. Yo creo que sin duda las primeras traducciones literarias habrán sido las de la Sagrada Escritura, porque Espíritu Santo. En cambio, si estaba traduciendo un texto humano, aunque ese texto fuera de Virgilio, ya podía modificarlo. Mientras que, con las palabras del Espíritu Santo, sin duda cada palabra había sido elegida y tenía miles de sentidos.
(…) Hay otro ejemplo: aquella sentencia de Hipócrates, que es muy conocida en su forma latina, que dice “Ars longa, vita brevis”. Hipócrates se refiere a la medicina: el arte largo, la vida breve. Y Chaucer tiene que traducir ese verso en inglés. Yo creo que bastaría la traducción que él hizo de ese verso para demostrar que Chaucer era un poeta, aunque no hubiera sobrevivido nada de él, aunque hubiera quedado solamente esta traducción. Chaucer traduce “The life so short, the craft so long to learn”, esto es “La vida tan breve, el arte tan largo para aprender”. Ustedes ven cómo en la sentencia original hay una brevedad casi telegráfica: “Ars longa, vita brevis”, y cómo Chaucer ha cargado ese verso, sin faltar a lo que dice el poeta, de una suerte de melancolía, por el “tan”: “La vida tan breve, el arte tan largo para aprender”. Y él creo que lo aplica a la poesía o al amor, no a la medicina. Él ha puesto allí toda la emoción que quizás estaba en la mente de Hipócrates, pero que no está en la frase “Ars longa, vita brevis”.
Curso de literatura inglesa y norteamericana, Universidad de Mar del Plata, 1966. Editorial Sudamericana, edición de Mariela Blanco, notas de Germán Álvarez. Bolilla III.

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