Mori Ponsowy no escribe cuentos. Escribe solamente poemas o novelas. La convocamos para que hablara sobre su libro de crónicas de Japón, “Okásan”. Y terminó acercándonos una obra de teatro. Una chica todo terreno; ahí en la foto, sonriendo junto al fantasma de la querida Corbi. Dos amores.
Lo único que Mori Ponsowy no escribe son cuentos, pero igual vino a la Clínica de cuentos del Galpón Estudio. ¿No era que no se podía? Aprendimos de Borges una expresión inglesa muy curiosa, “For ever and a day” (para siempre y un día), lo cual hace que “para siempre” sea más. Como en “Las mil y una noches”, bajo la consigna de que el número par trae mala suerte. Entonces pregunto: ¿Deberíamos renombrar la Clínica, justo ahora que estamos por terminar el segundo curso? ¿Debería llamarse, desde ahora, la Clínica de cuentos del Galpón Estudio más Ponsowy? Bueno, podemos, por esta única vez. A la vejez, acné.
Tardamos en entrar en tema porque nos dedicamos a comer mis empanadas, que no serán tan buenas como las que hacía Monda, la mamá de Mori, pero superan a las que venden en todo Chacarita. Hubo vinos riquísimos con nombres raros –“Ojo de buen cubero”, “El enemigo”-, varios malbecs y un Luiyi Bosca cabernet Sauvignon. Hubo postres.
Repasando la obra de Mori entendí que tiene varios poemas que son el antecedente de “Okásan”; leímos dos: "Incapacitada para vivir", de “Enemigos afuera”, y “Mi madre habla en mí”, del libro “Cuanto tiempo un día”. Va un fragmento de este último:
de arrogancia, cultivé una perla
de silencio
para las dos. Alguna vez ella intentó acercarse,
estirar los brazos
y acariciarme.
Pero su piel revelaba signos de la vejez.
Yo me erizaba con su tacto: cerraba
mi propia nave y hacía crecer
la perla.”
Siempre intuí que ahí estaba el germen de “Okásan”, ese hermosísimo libro de Mori. Hablamos rato largo sobre su construcción y sobre los efectos que esa relación madre hijo causó en cada uno de nosotros. También trajo dos poemas sobre Corbata, dos ejemplares de regalo de “La nueva vida de Valdi Bonetti”, y las primeras escenas de una obra de teatro que está pergeñando y precisa un pronto director. Interpretamos esa obra que promete, como si fuera teatro montado: Pati hizo de la protagonista, Fabi de la voz de la IA y Pablo indicó las didascalias. Fue un momento muy divertido de la noche.
Mori nos pidió recomendaciones de monólogos que fueran interesantes, y entre Pati y Alberto -nuestros representantes en dramaturgia- le pasaron los siguientes: “Espiral de fuego”, de Enrique Molina y “Días felices”, de Beckett. Yo vi la segunda por Marilú Marini y me consta que era muy buena. Agregué a la lista “Potestad”, de Tato Pavlovsky (la vi actuada por un solo personaje, la inolvidable María Onetto en la dudosa puesta de Norman Briski, pero no sé si hacía todos los personajes como Pompeyo Audivert en “Habitación Macbeth” o si realmente el texto es para un solo actor). Y ya que estaba hablamos de la puesta de “Okásan”, de Paula Herrera, con Carola Reyna como protagonista.
Mori Ponsowy no escribe cuentos pero, a esta altura de los acontecimientos, debería.


No hay comentarios.:
Publicar un comentario