"Yo creo que ese personaje se llama don Segundo -esa pequeña circunstancia de que el personaje se llamaba Segundo Ramírez Sombra- porque viene a ser el segundo, la sombra de todos los gauchos anteriores, de la historia y de la literatura. Es como si don Segundo Sombra hubiera sido, en otras vidas o en un pasado borroso -no se sabe nada del pasado de don Segundo-, Paulino Lucero, el sargento Recífero, Santos Vega, Martín Fierro, Cruz, Hormiga Negra, Moreira, Calandria; como si hubiera sido todos esos. Más que un individuo, es un arquetipo del gaucho. Creo que eso da una fuerza especial al libro.
Cuando leí Don Segundo Sombra he tenido la impresión -no sé
si el autor quiso que yo la tuviera o no- de que todo está sucediendo por
última vez: el arreo es el último arreo; los troperos son los últimos troperos;
el duelo a cuchillo es el último; el baile es el último. Al final, el personaje
se pierde, y queda solo el héroe, y dice: “Me fui, como quien se desangra”. Ese
final, si lo comparamos con la realidad, es falso, porque el gaucho no
se hubiera ido, los gauchos eran sedentarios. Pero es necesario que se fuera,
porque tenía que irse del libro, tenía que irse de la historia argentina.”

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