Entre las narraciones espeluznantes existe la de la Mulánima o Mula Frailera. Dicen que cuando está noche tempestuosa y muy oscura, con truenos y mucho viento, saba pasar la Mula Frailera a todo correr por los callejones, rebuznando de trecho en trecho, con rebuznos muy tristes, estridentes y desesperados. Que es una mula enfrenada, que trae las riendas arrastrando y que al correr se las va pisando lastimándose así la boca con el freno. Que echa chispas de fuego por la nariz y por la boca. Que está condenada a ese martirio por ser el alma de una mujer que ha tenido la fatalidá de tener amores con un sacerdote.
Que el rebuzno como un lamento de dolor espantoso lo hace en
procura de su salvación. Aquél que sea valiente, que corra hasta ella, la
atropelle, la sujete y le saque el freno la salvaría de ese horrible pecado. Se
cuenta que hay gentes que le han sacado el freno y inmediatamente la Mula se
transformó en la mujer pecadora. Es la mujer que aparece sentada, desnuda y con
los cabellos despeinados, que encuentran los camperos que salen al campo a la
madrugada.
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