“si estás o con saudade o con tristeza
si me extrañás a mí o a tu paisaje
(digo la ruta de árboles y el viaje
y el mundo sucediendo en tu cabeza)
si estás pero no estás o estás adentro
de vos entre tus sueños muy limada
si no sabés si estás enamorada
perdida de tu pasos de tu centro
entonces lo que tengo para darte
es un rincón del hombro donde el miedo
no está por ningún lado y eso puedo
decírtelo al oído y abrazarte
quizá no sea mucho pero en mi hombro
yo te llevo en secreto yo te nombro”
Comienzo el informe con un soneto de autor desconocido, aunque creo que se llama Ramón Paz, más que soneto es un pornosoneto, pero cuando Pati pregunte por qué porno, si más bien es melancólico, le voy a terminar la nota con uno bien sacado.
Ayer a la noche, por primera vez fracasé en la
elección de mi texto de autor. Había apostado por “Video y comida china” de
Juan Forn, para saborear un universo de mujeres relatado por un hombre y las
chicas me corrieron a tomatazos. Que los diálogos no con creíbles, que se nota
que puso demasiados elementos femeninos para hacerse el que sabe, que Juan no
entendió nada del vínculo madre e hija. Tuvimos que ir a inspeccionar “Nadar de
noche”, cuento ya leído anteriormente en la Clínica, para ver si le pasaba lo
mismo con la relación con su padre o el Video fue un simple accidente en su literatura.
Grrrrr.
Por suerte tuvimos el banquete con mesa salada y
mesa dulce, varios hummus de distintos colores, palitos para saborearlos,
tortillas, focaccia, jamón crudo, cherrys, dátiles rellenos de queso azul, uvas, fosforitos, sánguches de pastrón y masas finas
de postre. Con vino. Acá el documento que no me deja mentir:
Hice un aporte teórico sobre los sueños en la
literatura para hablar del cuento que trajo Vicky, en donde le traté de ubicar
en tiempo y forma las visiones de antes de la batalla al almirante Brown, pero
no sé si quedó muy claro. En todo caso volveremos a insistir en cuanto ella
haga otra versión, que lo amerita (cada vez que decía “amerita” delante de
Brizuela, él agregaba “Baltar”).
La próxima Clínica, que también la va de maratón-banquete,
voy a ir a lo seguro: el curso de literatura argentina que dio Borges en la
Universidad de Michigan en 1976. Es un libro que no tiene desperdicio; voy a
picar aquí y allá (como en la cena). El otro volumen que salió de sus clases en
Mar del Plata no es tan bueno, porque falta una clase importante y porque
Borges está demasiado seguro. En las conferencias de Michigan está con miedo a
volver a la Argentina; es un miedo contagiado, sin duda, porque no corría
ningún peligro. Pero tiene otro tono: se pone cuidadoso. Librazo.
Leyeron también Fabián y Alberto, dos muy buenos relatos que se llevaron correcciones puntuales y felicitaciones. Vicky se llevó un libro mío de regalo, “Adentro y afuera por los Fogwills”, el que sacó La Conjura, adonde tenemos al gran Fog hablando sobre los sueños en las narraciones, y yo escuchándolo. Va el otro talismán, atención Pati:
“en medio del camino de la vida
el taxi me conduce hacia el infierno
vengo de estar con vos tu cuerpo
tierno
se abrió para mí solo y la avenida
parece que me lleva que me flota
y acelera virgilio gómez bruno
matrícula cien mil quinientos uno
y agosto al mediodía casi explota
que me lleve hasta el fin de las
ciudades
que me guíe hasta el borde de mi
suerte
que me lleve hasta el fondo de la
muerte
que me enseñe la sombra y las
verdades
estoy en el placer anonadado
ya ni el diablo me quita lo garchado”
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