Los zapatos
Hace años que Antonio y Amalia no duermen juntos. Amalia se despierta de
madrugada para constatar si su marido ha regresado. Se acerca a su habitación.
Frente a la puerta cerrada están sus zapatos. Al lado, un par de zapatos
desconocidos.
Un traductor
Esteban, con sus nueve años, pasa sus días explicándole a su padre lo
que su madre quiso decir, y a su madre lo que su padre calló.
Sepulturero
Cuando cae la tarde limpia las tumbas y riega los canteros a cambio de
propinas. Este año no ha vuelto a la escuela. Tampoco iba muy seguido antes,
sobre todo desde que dejaron de darles el almuerzo. Prepara el cemento y ayuda
a su padre a enterrar los cuerpos a medida que van llegando. Hay días de mucho
trabajo. A veces lo mandan a cavar tumbas pequeñas. En ocasiones son tan, tan
pequeñas que las cava con sus manos.
Chinas
De abuelas a nietas, de madres a hijas, entre hermanas, entre cuñadas. Las mujeres bordan una escritura secreta. Inventan un idioma en el que hacen volar pensamientos y deseos. Tienen una regla que todas saben, ninguna jamás la ha pronunciado: nunca enseñarlo a los hombres.
Bruja
Cateline vivía sola. Preparaba ungüentos y remedios con recetas heredadas de su madre, y esta a su vez, de su madre, y aquella quizás de su madre. Cuando alguien no encontraba su cura, tarde o temprano iba a verla. Así conoció a Aloys, quien desesperado, pidió su ayuda a causa de su impotencia. Cateline lo curó y luego lo disfrutó. Aloys disfrutó a Cateline hasta lo inconfesable. Aloys fue el primero en pedir que la quemaran viva.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario