5.8.25

CINCO PEQUEÑAS JOYAS / FABIANA GRINBERG

Los zapatos

Hace años que Antonio y Amalia no duermen juntos. Amalia se despierta de madrugada para constatar si su marido ha regresado. Se acerca a su habitación. Frente a la puerta cerrada están sus zapatos. Al lado, un par de zapatos desconocidos.

 

Un traductor

Esteban, con sus nueve años, pasa sus días explicándole a su padre lo que su madre quiso decir, y a su madre lo que su padre calló.

 

Sepulturero

Cuando cae la tarde limpia las tumbas y riega los canteros a cambio de propinas. Este año no ha vuelto a la escuela. Tampoco iba muy seguido antes, sobre todo desde que dejaron de darles el almuerzo. Prepara el cemento y ayuda a su padre a enterrar los cuerpos a medida que van llegando. Hay días de mucho trabajo. A veces lo mandan a cavar tumbas pequeñas. En ocasiones son tan, tan pequeñas que las cava con sus manos.

 

Chinas

De abuelas a nietas, de madres a hijas, entre hermanas, entre cuñadas. Las mujeres bordan una escritura secreta. Inventan un idioma en el que hacen volar pensamientos y deseos. Tienen una regla que todas saben, ninguna jamás la ha pronunciado: nunca enseñarlo a los hombres.


Bruja

Cateline vivía sola. Preparaba ungüentos y remedios con recetas heredadas de su madre, y esta a su vez, de su madre, y aquella quizás de su madre. Cuando alguien no encontraba su cura, tarde o temprano iba a verla. Así conoció a Aloys, quien desesperado, pidió su ayuda a causa de su impotencia. Cateline lo curó y luego lo disfrutó. Aloys disfrutó a Cateline hasta lo inconfesable. Aloys fue el primero en pedir que la quemaran viva.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario