“Si de algo está orgullosa nuestra isla, es del mantenimiento de nuestros faros. Para evitar que la corrosión marina atacara los muros y llenara de óxido las piezas de hierro, se trasladaron los faros al interior de la isla, bien lejos del mar. Ahí llevamos a nuestros hijos durante las noches para mostrarles cómo las lámparas iluminan nuestros campos. Sólo muy de vez en cuando visitamos las costas y respiramos aliviados al ver que nuestros faros están bien lejos de esas olas enormes y de esos vientos imposibles. Antes de volver a la ciudad nos aventuramos entre las rocas para llevarnos de recuerdo los restos de algún naufragio.”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario