25.10.24

SÉPTIMA JORNADA DE LA CLÍNICA DE CUENTOS DEL GALPÓN ESTUDIO, VIKINGA Y ACCIDENTADA



Bastó mencionar en el informe anterior que las chicas iban ganándonos en la oferta culinaria -Memi, Fabiana, Lili y Gaby ya cocinaron o pasaron por el mercado para comprar alguna delicia sólida pro manduqueishon-, para que Pablo se pusiera las pilas e invitara con una inigualable cena vikinga, en honor a Olaf, Nilsen y tantos otros escapados del archipiélago nórdico. "Necesito dos días", me dijo. Lo que hizo no nos dejó boquiabiertos sólo porque somos gente educada que no abre la boca cuando come. Salmón gravlax acompañado con guacamole danés (no somos mexicanos; vikingos, dije) y pancitos varios, muy escandinavos también. Una locura de sabores frescos, cítricos, perfectos al paladar del escribiente galponero. “La” delicia que va a ser difícil de empardar. Qué pena por los que se fueron de viaje. Ojalá estén comiendo tan bien como nosotros.

En lo que respecta al temporal que estaba anunciado por el SMN tenemos que decir que faltó a la clase, pero como vivimos una época libertaria se hizo sentir igual. Ah, aquellos años de peronismo patrio, donde las inundaciones te podían tapar el alma pero vos no te pescabas ni un resfrío… Las tres gotas que cayeron anoche reventaron una fase de la electricidad -en el Galpón tenemos trifásica- y hubo apagón parcial. La desgracia no nos abatió (¿ya dije que fuimos vikingos por un día?) y tuvimos que mudarnos para comer en la cocina. Cuando la patrulla Edenor nos habilitó, regresamos a la Sala. ¡Somos inoxidables!


El tiempo alcanzó para leer uno de los tres cuentos elegidos de Sylvia Iparraguirre: la tendremos de visita célebre en la clase que viene. Prometió venir; yo prometí empanadas de carne. También le pregunté por wasap, como a Lamberti, cuál era el preferido de sus cuentos y si coincidía con el preferido de sus lectores. Me contestó que era una pregunta muy difícil, pero que a las empanadas las quería sin pasas de uva. Está en total consonancia con nosotros: la Clínica a veces se vuelve un poco restorán.  

Los cuentos elegidos por mí son los más arriesgados de Sylvia, donde experimenta con toda la inteligencia literaria de su oficio. “Eva”, “Schygulla en la madrugada” y “Probables lluvias por la noche”. En próximos posteos voy a ir publicando algunos apuntes levantados de su espléndido libro “Clases de literatura rusa” y el bellísimo prólogo que Ale Kamiya escribió para los “Cuentos reunidos” que Iparraguirre acaba de publicar en Alfaguara.

También alcanzó (el tiempo) para leer y corregir el cuento largo de Liliana, que ella piensa que puede convertirse en una novela. Hicimos el ejercicio de estudiarlo todos antes en sus casas, lo que no pasa habitualmente, y el bombardeo de ideas, retoques, dimes y diretes fue supremo. Espero que no fatal para ella; al parecer lo recibió estoicamente. La conclusión a la que llegué fue que debería ordenar la historia según una sola tercera persona en indirecto libre, como dice su tocaya Heker. Cuando lo haga, todo va a encontrar su lugar rápidamente y las explicaciones innecesarias se le van a volar solas.

Precioso final con gata: Umi, o Umami, según Pablo. Motomami

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