2.10.24

LA EDUCACIÓN / LAMBERTI

 A veces despertabas y la ciudad estaba sumergida en la niebla,

el alumbrado público encendido, los autos como

formas oscuras, rasantes, las ventanas apagadas,

hileras de personas encapuchadas esperando el colectivo.

Tenías que salir en bicicleta

con una bufanda alrededor de la cara

y las manos moradas y pálidas,

atravesar a ciegas las calles, rodeado de niebla,

inmerso en la niebla, como si pudieras deshacerte

en la niebla.

Al llegar al colegio tenías el pelo húmedo.

Y algo había cambiado, aunque te sentaras en el mismo lugar;

eras otro entonces, eras el que había vencido

a la ciudad fantasma.

Tenías en vos un parásito inmortal.

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