16.7.24

ROBERTO CALASSO / “CÓMO ORDENAR UNA BIBLIOTECA”

 “La primera edición de un libro no es una parte secundaria de una obra. Es una ayuda para comprenderla. Ayuda física: táctil y, ante todo, visual. Insustituible. El bibliófilo que no se atreve ni siquiera a cortar las páginas de una primera edición para no dañar la integridad es lo contrario del verdadero lector. El fetichismo, para ser saludable, implica el uso, el contacto. Como escribió Kraus, “no hay ser más infeliz bajo el sol que el fetichista que anhela un zapato femenino y se ve obligado a contentarse con una mujer entera”.

La verdad es que lo mejor sería leer todos los libros en su primera edición. No porque sean más singulares o valiosas, sino porque son el resultado de una combinación de elementos -impuestos al autor o sugeridos por este, o que sencillamente se dieron de ese modo- que se convierten en parte de la obra, como el sello del tiempo sobre las páginas. No es poca cosa. No creo que nadie, leyendo el primer libro de Kafka, Betrachtung, pueda imaginarse el modo en que apareció en la editorial Ernst Rowohlt, en 1913, pocos meses antes de que este rompiera su sociedad con Kurt Wolff, quien se llevaría consigo las copias que quedaban del libro. Betrachtung tenía un formato considerablemente largo (24,5 x 16,5), con grandes imágenes y un inusual cuerpo 16. Todo ello para un raro y breve libro de un desconocido, que contenía cuatro fragmentos de una obra en curso (“Descripción de una batalla”), destinada a quedar inconclusa. La tirada fue de ochocientos ejemplares, de los cuales se habían vendido unos trescientos después de un año Kafka observó que en André, una conocida librería de Praga, habían vendido once copias. Diez de ellas las había adquirido él mismo, faltaba descubrir quién había comprado la undécima. Todo esto se le escaparía a quien hoy leyera Betrachtung en una de las numerosísimas ediciones de los cuentos de Kafka.”

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