29.11.23

PULP DEL SUR SALVAJE


“Salvaje Sur” es un revista pulp de historias de género que edita Matías Castro Sahilices desde San Martín de los Andes. Las ilustraciones son de Javier Mattano, Diego Fiorruci y Omar Hirsig (Diego suele dibujar las tapas y Omar es el ilustrador de casi todo el ejemplar recién aparecido). Lleva siete números, entre los que encontramos el 2 dedicado al western, el 3 a gauchos y bandoleros, el 6 al Japón feudal. El último, curado por el escritor Pablo Martínez Burkett, está dedicado al terror. Aunque también se podría haber subtitulado “campos y batallas”, dada la repetición de temas bélicos y/o rurales en relatos de género.  El 7 acaba de ganar una mención especial en el concurso de diseño editorial del Fondo Nacional de las Artes. Sus editores están chochos. Castro te lo explica así: 

Salvaje Sur es una revista para lectores particularmente exigentes que buscan una experien­cia ligada a la nostalgia. Por ello, se ha cuidado con esmero la edición de este número, con la clara intención de imitar aquellas revistas pulp dedicadas al horror. Sin embargo, ciertos relatos no sólo tuercen las leyes propias del terror, sino que se han entreverado con otros géneros como el gauchesco, el relato de aventuras, o el weird.”


Vamos con los cuentos, uno a uno:

El primer relato basa su horror en la leyenda de El familiar, difundida en la última dictadura por la familia Ledesma en el norte argentino, para mandar a desaparecer personas en su Ingenio. Se trató de hacer creer a los parientes de desaparecidos que un monstruo se apoderaba de los empleados y se los comía, o llevaba para comer después. El cuento está entre los mejores del libro. El autor se llama Juan Esteban Bassagaisteguy. Para mi gusto sólo le falta incluir el apellido azucarero del maligno.

 El segundo describe la historia de una emboscada en el río Paraná; soldados de López contra los indios en la guerra del Paraguay. El clima se pone místico en la cabeza de los personajes, debido al calor, los bichos y la humedad. Lo firma Jorge Lacuadra. El más lisérgico del conjunto.

El tercer relato corresponde a María Eugenia Alcatena, que junto con José María Marcos y Burkett, autores del cuarto y sexto cuento respectivamente, son los únicos escritores que yo había leído antes. El de Alcatena tiene una buena idea: un chancho negro se arma una familia humana raptando una mujer que le hará de esclava y compañera, y un pequeño que ocupará el lugar del hijo. Todo pasa en un campo al que nadie quiere acercarse. Buenísimo y extraño, bien extraño.

Marcos arma una historia de maleantes que va directo al grano. Se juntan para robar una iglesia de pueblo, lo planean un poco en base a un dato que consiguieron y se mandan. Uno de los tipos tiene un cagazo místico. Adentro los espera primero el cura armado, y luego… No se lo van a imaginar. También entra en mi top.

El quinto cuento sucede en un cementerio. Es una historia de sesgo kafkiano. La burocracia de la muerte que expulsa a sus clientes. Marcelo Rubio es el autor.

Burkett ataca con una leyenda de una guerra entre gnomos del diablo y conquistadores. Nadie es bueno en este cuento, que tal vez no sea el mejor texto de Pablo, pero acompaña la homogeneidad de la colección. Un poco fantasy para mi gusto.

El final es un broche de oro que sucede durante la batalla de Pavón. La autora se llama Luján Gutiérrez; el cuento, “La sombra de Zacarías Pérez”. Aparecidos en la noche.

 

Transcribo parte del conciso y excelente prólogo de Burkett a Salvaje Horror Sur:

“La narrativa de terror tiene por ob­jeto generar miedo, conmoción o in­quietud. Escribimos para asustar y en este caso, lo hacemos desde estas pam­pas australes, lo que nos inserta dentro del llamado fantástico rioplatense, con toda su impronta idiosincrática, donde en los intersticios del costumbrismo y personajes locales se va enredando una cuerda que provoca una anomalía.

En este número de Salvaje Sur, los cuentos aplican una torsión fantás­tica hasta lograr que los contornos se vuelvan indistinguibles. Ese extravío de lo familiar provoca una ansiedad que altera la resonancia afectiva. Y para provocar ese extrañamiento de lo coti­diano nuestros autores, algunos de los más caracterizados cultores del género a nivel local, alternan atmósfera con sorpresa.

Y en esta ocasión, bajo la premisa: ¿qué pasaría si en un pueblito del inte­rior profundo pasara esto? Y entonces han creado un carnaval de monstruos como antagonistas extraordinarios en nuestro mundo ordinario. Como mano diestra, suscitan un quiebre en la estabilidad de un mundo donde las leyes eran tenidas por rigurosas e in­mutables.

No puedo dejar de mencionar que últimamente, el terror argentino in­corporó una nueva forma de contar, donde lo ominoso rescata viejos temas que se desarrollan en espacios que re­miten al imaginario cultural del siglo XIX: la llanura, el desierto, la indivisa frontera con la indiada. Algunos lo lla­man weird gaucho.

Para más allá de las etiquetas, todas las selectas historias que aquí les ofre­cemos apelan al asombro primordial del universo. Reclaman una mirada de niño. Ese niño que, tapándose los ojos con la mano, abre los deditos y nos pide: «¿otra vez?».


El número 7 cumple ampliamente con lo que promete. En CABA se consigue en Fanschoice y Ultramán libros. Y van todos estos lugares de la Argentina -¡Salvaje Sur es un proyecto federal, aplausos!-: Milenario cómics, de Rosario; Bifrost, de Maipú, Mendoza; Ranma, cómics y manga y Malapalabra, las dos de la ciudad de Neuquén; Librería de la grieta y Sintagma Libros, de San Martín de los Andes y Laberinto Libros, de Zapala, provincia de Neuquén. En Río Negro los podés comprar en La Barca Libros, de Bariloche; Excalibur, de General Roca y El viejo almacén del Foyel, de El Foyel. En Santa Cruz, Calafate, se los consigue en El Calafateño Libros. ¡Gracias Matías!

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