"¿Qué parte de esa experiencia de Fogwill como corrector te motivó a escribir y publicar el libro?
Este
libro se hizo solo, con el tiempo. No recuerdo haberlo escrito. Empezó a los
veintipico de años, cuando Fogwill le pidió mis cuentos a Gandolfo. Yo no había
publicado nada, pero había ganado dos concursos, el de la Primera Bienal de
Arte Joven y el del Concejo Deliberante. Fog llamó a la casa de mi mamá, en
Castelar, y toda la historia que cuento en el libro. Después empecé a publicar
y pasé a ser, oficial y visiblemente, un escritor de treinta años, que es “la
edad que tienen los escritores interesantes” (Fogwill dixit). Cuando
cumplí los cuarenta vino a mi cumple con el caset de regalo: había grabado de incógnito la experiencia
completa de esa corrección, y había grabado también a su hija Vera, mientras
cebaba mates.
La
gente disfrutó del largo posteo en Mandarina (http://mandarinasdulces.blogspot.com) durante los veinte
años siguientes; el escrito fue exitoso y feliz. Muchos talleristas se
acercaban a agradecérmelo; me mandaban mails y mensajitos. Sirvió.
Garamona,
de Mansalva, incluyó la desgrabación en la segunda edición de las notas
completas de Fogwill (“Los libros de la guerra”). Y ahora apareció Patricio, de
La Conjura, a ofrecerme armar un libro con todos los datos: la explicación, el
posteo, el cuento corregido. La idea me encantó. Los encuentros con Patricio
fueron de una economía brillante: cuatro o cinco mails y el libro redondeado.
Un pibe expeditivo. Por eso te digo que no recuerdo haber escrito este libro.
¿Qué
gesto se escondió detrás del de grabarse corrigiendo, y después regalarte el
casette? Pienso si hay algo de la posibilidad de revisitarse, una y otra
vez.
Fog
siempre fue muy generoso conmigo; un hombre alentador, super crítico,
divertidísimo. La pasábamos bomba con Elvio (Gandolfo) cuando íbamos a comer a
los boliches de la Plaza Serrano. Hablábamos de boludeces y de literatura, y
nos reíamos cantidad. Fogwill se tomó tan en serio el regalo que me hizo, que
cuando Garamona le propone incluir mi posteo en el libro de las notas de su
vida, él le contesta que no, porque ya no lo considera de su posesión. Garamona
me lo tenía que pedir, y no sé si creyó que yo le iba a cobrar, o algo así,
pero no lo hizo. Después de la muerte de Fogwill me encontré a Garamona en una
fiesta y le pregunté por qué no había incluido “Adentro y afuera por los
Fogwills” en la antología. Los dos nos quedamos mirándonos sin entender: tristes
tigres.
¿Cuál
es la diferencia entre el Fogwill escritor y el Fogwill corrector de textos?
Fogwill
escritor es el perfeccionista implacable que todos conocemos. Fogwill corrector
fue una versión íntima, super tierna, que dejó ver algunas pocas veces y tuve
el lujo de recibir y compartir. No entraban estos dones en su trabajo diario de
villano: me llegaron como una excepción. Siempre estuvo claro eso.
¿Cuál
te parece que es el lector ideal del libro, o quién te gustaría que
fuera?
El
libro les va a servir a los talleristas y a todos los curiosos que se metan con
la cocina de la escritura. Es una “cocina” grabada en la cocina de un
departamento de Palermo (jajá), con bizcochitos de grasa para el desayuno.
Disfruté
mucho el libro, pero sobre todo disfruto aquellos momentos donde, sin querer,
hay máximas de escritura que parecen consejos para cualquier escritor. ¿Tuvo
que ver con eso la intención de publicación?
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