“Deberíamos hacer la prueba de salir del equívoco, construyéndonos otra imagen de nosotros mismos, más completa, digamos. Una imagen que dependiera menos de la anulación de todo el resto, de la muerte de todo lo que nos rodea. No solo de la muerte, sino también de la tortura, de la crueldad ejercida en todas sus variantes. La locura, en fin.
Las mías son opiniones, no certezas objetivas. Otros ya
pensaron en ellas, antes. Hago la prueba conmigo mismo. Trato de entender si
verdaderamente, en el único ser humano que conozco por dentro, existen otros
procesos mentales distintos al “yo tengo razón, vos no”. Y me cuesta mucho. Es más
fácil dividir todo por la mitad, lo justo aquí, lo errado allá. Imaginen, la
lógica guerrera prevalece en nuestro lenguaje incluso cuando se habla de paz. Y
yo, como cualquier otro, alzo la voz y grito lo que tengo que gritar por miedo
a estar equivocado. Después me miro y no me gusta lo que veo.
Frase de Scott Fitzgerald: “La señal de una inteligencia de
primer orden es la capacidad de tener dos ideas opuestas presentes en el
espíritu al mismo tiempo y, a pesar de ello, no dejar de funcionar”. Conozco
una sola persona capaz de pensar así: Jean-Luc Godard. En cualquier caso nadie
más.
Estamos aquí afilando el cuchillo de la racionalidad que
todo lo explica, convencidos de que dominamos la maquinaria del mundo, buscando
enemigos a los que destripar, enemigos que incluso nos ignoran soberanamente (tal
vez es por eso que nos ensañamos tanto con ellos), y en cambio nos parecemos a
esas graciosas criaturas que dibuja Huili Raffo. Esa criatura pequeña,
sorprendida, obstinada, contradictoria, que se parece a él, pero también a mí.
Las especies no existen para vencer, sino para vivir.
De nosotros no va a quedar más que una lápida al cuidado de
nuestros herederos -hormigas, delfines, gorilas- que diga: “Homo sapiens, una
especie que se equivocaba a la hora de definirse a sí misma. Empezando por el
nombre.”
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