19.1.22

EL DETECTIVE SALVAJE / MILANESA DE BUKOWSKI

 

“Todo se fue a la mierda tras la Segunda Guerra Mundial, y no solo en lo que al arte se refiere. Los cigarrillos no tienen el mismo gusto. Ni los tamales, las guindillas y el café. Todo es de plástico. Los rábanos ya no son picantes. Las cáscaras de los huevos se quedan pegadas. Los bifes de cerdo son pura grasa. La gente se limita a comprar coches nuevos. Sus vidas son cuatro ruedas y poco más. En las ciudades solo se enciende un tercio de los faroles, para ahorrar electricidad. Los policías ponen multas como posesos. Basta beber un poco para que seas un borracho. Los perros deben ir con correa y hay que vacunarlos. Te piden un permiso de pesca hasta para atrapar peces con las manos. Las historietas se consideran un peligro para los niños. Los hombres ven combates de boxeo sentados en sus casas, hombres que no saben qué es un combate de boxeo, y si no están de acuerdo con los jueces escriben indignados a los periódicos para quejarse.

Y los relatos: no queda nada, no tienen vida.”

Este es un párrafo típico de las cartas de Charles Bukowski recopiladas por su editor para el libro “La enfermedad de escribir”, de Anagrama. Tiene mucho de discurso; Charles se siente un sobreviviente de los tiempos que le tocaron. Es una especie de monstruo huraño, encerrado en su casa tecleando y chupando, tecleando y durmiendo, tecleando y fumando, tecleando y cogiendo. El libro empieza en la época de las máquinas de escribir, con sus percusiones y sus esfuerzos, con copias hechas en carbónico porque las fotocopias no existían o eran caras, y las cartas viajaban adentro de sobres, llevadas por carteros de carne y hueso, de ciudad en ciudad. El libro termina entre computadoras y mails.

Charles hace dibujos sobre el papel delgado; tacha, corrige, arruga y plancha, se repite y repite en sus acciones, como si estuviera siendo su propio director en una biopic podrida. Critica a los escritores que lee, casi a todos menos a Dostoievski, a Céline, a Miller y a su amigo Fante. De Faulkner dice, por ejemplo, que es “más falso que Judas”. De Keats, un “impostor de mierda”.

Manda compulsivamente poemas a revistas, semana a semana, y les pide que se los devuelvan si no los van a publicar, porque no tiene duplicados. Algunas veces incluye estampillas para que los editores puedan efectuar gratuitamente esas devoluciones. Se enoja muchísimo cuando no le hacen caso; los putea. Pero cuando lo publican y le pagan unos dólares por los poemas, se siente casi siempre un comerciante y termina odiándose por eso. Para volver a estar bien va al hipódromo, se emborracha con cerveza y pierde la plata que ganó.

Sus cartas van mejorando cuando empieza a envejecer. En las primeras leemos todos esos impulsos que suenan a “véanme como yo les digo que me miren”. Las últimas suenan a verdad. Todo el tiempo está refiriéndose a sus haceres cotidianos más nimios: “¡se me queman las papas fritas!”, “voy a vomitar y vuelvo”, “me abro otra cerveza”, “tengo que armarme un cigarrillo”, “hago pis y sigo”, “llego tarde a la carrera de las cinco”.

La contratapa del libro promete un compendio de estética bukowskiana y cumple. El mismo libro deja pasar unas cuantos errores ortográficos de los que pueblan las páginas manuscritas de Charles (“creo que las palabras son más bonitas y poderosas cuando se escriben mal”). El volumen que me tocó hasta está mal compaginado: de la página 208 pasa a la 216 invertida, por lo que en un acto rayuelístico hay que adelantar hasta la 209 y girar el libro si uno quiere seguir un orden lógico.

De poesía Charles suele opinar diferente según su ánimo, que es muy variable, pero rescato estos párrafos porque pueden servirles a los bardos que anden leyendo por acá:

“La mejor manera de estudiar la poesía es leerla y olvidarla. Que un poema no se entienda no es ninguna virtud. Muchos poetas tienen vidas convencionales y su temática es limitada. Prefiero hablar con un basurero, un plomero o un cocinero que con un poeta. Saben más de los problemas y de las alegrías de la vida cotidiana.

La poesía es como estar en una habitación con el aire viciado y las ventanas cerradas, y casi nadie intenta que entre aire o luz. Es posible que el mundo de la poesía atraiga a lo peor de lo peor. Es muy fácil llamarse poeta. Una vez asumida esa idea, no hay mucho que hacer. La mayoría de la gente no lee poesía porque la poesía es mediocre y da pena. ¿No será que los mejores creadores se han dedicado a la música, la prosa, la pintura o la escultura? Al menos en esos campos siempre hay alguien que de vez en cuando rompe con la monotonía.”

A los escritores que dan talleres de poesía los llama “poetas residentes” (ja, ja).

Lo demás es interesante solo para los lectores de Bukowski. Para los que no lo sean, el libro corre el riesgo de ser un “bodrio”, lo que Charles opina de las cartas de Hemingway en la página 180.

Con un poco de astucia y un bisturí pude extraerle al libro las pasas de uva con las que construí este decálogo con el que termino la nota. Va:

 

1-      Hay que escribir siempre “desde el asco más absoluto”.

2-      Nunca debemos esforzarnos “para que los poemas suenen “poéticos”. El poema, por su propia naturaleza, nos permite decir muchas cosas en poco espacio, pero la mayoría decimos más de lo que sentimos, y cuando somos incapaces de ver recurrimos al lenguaje poético, cuyo principal representante y albacea es la palabra ESTRELLA.”

3-      “Creo que las cartas son tan importantes como los poemas y expresan cosas de un modo que no se puede hacer en los poemas, y viceversa.”

4-      “Cuando te rechazan, escribes mejor. Cuando te aceptan, sigues escribiendo.”

5-      “Para muchos escritores escribir es como coger: cuando creen que empiezan a hacerlo bien, dejan de hacerlo.”

6-      “Es imposible escribir poesía con barba” (contra Allen Ginsberg y los beats).

7-      “La creación es creación. Solo porque un hombre sea negro no significa que no pueda ser un hijo de puta y solo porque una mujer sea mujer no significa que no pueda ser una cabrona de armas tomar. No censuremos la realidad desde un posicionamiento hipócrita” (este consejo contradice al anterior, pero en el libro están separados por una década).

8-      Hay que alternar “entre la novela, el relato y los poemas. No sé por qué los escritores no hacen esto más a menudo. Es como tener 3 mujeres: cuando una se enoja, pruebas con las otras”.

9-      “Un escritor es el peor juez de su propio trabajo.”

10-   “Si escribes porque quieres ser famoso la estás cagando. No es que me vayan las normas, pero tengo una muy clara: los únicos escritores que lo hacen bien son los que escriben para no enloquecer.”

 

Finalmente opina, componiendo el título del libro que nunca vio: “Más de una vez he dicho que escribir es una enfermedad. Me alegro de haberme contagiado”. Me pasa igual.

“Los niños mueren a los 9 y a los 97”. Charles Bukowski lo hizo a los 74. Publicó 6 novelas, 7 libros de cuentos, 3 autobiografías; libros de entrevistas, de poesía, diarios. Y escribió también casi toda esta nota, que tiene más citas que opiniones mías. Bueno, el collage del decálogo me ha llevado bastante tiempo de edición. No estoy seguro de que sea algo que pudiera gustarle al Gran Chinaski, pero fue una idea que se me ocurrió y acá la vomité. Ahora páguenmela, carajo, que no vivo del aire. Y los dejo porque tengo fiaca y hace calor. Quiero ir a tirarme a la Pelopincho, panza arriba, con una cerveza en una mano y un porro en la otra.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario