15.10.21

NEWSLETTER: LOS OSCUROS OCÉANOS DEL INFINITO / SEBASTIÁN LIDIJOVER

 

Cuando trabajaba en una librería nunca dejaba de maravillarme que alguien me pidiera un libro que había leído. Me parecía que ahí estaba el verdadero prodigio. Dos personas rodeadas de, digamos, unos sesenta mil libros distintos. Se pronuncia un título. Uno solo entre los miles posibles… y justamente uno que leí. Un grano de las arenas del destino que coincide con mis lecturas. Ese pequeño milagro está oculto a los ojos de los mortales. Lo más común es pensar que quien trabaja en una librería debería conocerlos todos.

Puede que esté exagerando. Puede que también esté preparando el terreno para decir lo siguiente: no leí a Lovecraft.

Pero aunque no lo haya hecho, siento como si lo hubiera leído. Cuando era librero me pasaba algo que supongo le pasará también al resto. El contacto con los libros, con las lectoras y lectores, a la larga generaba un conocimiento que traspasaba las membranas de la piel. Aprendí a amar -y a odiar- libros solo por quienes los pedían.

Quizás no sea eso. Quizás sea que Lovecraft es una especie de entidad que está presente en los espacios que crean las lecturas. En las cosas que vemos, aún cuando no sepamos que las estamos viendo.

Hablé de mis épocas en librerías y todavía no dije nada sobre la genialidad del ensayo de Michel Houellebecq, H. P. Lovecraft. Lo escribió en 1991. Había una edición del 2006 de Siruela, que estaba faltando hace rato. Anagrama lo rescató y publicó ahora con una introducción de Stephen King. No voy a decir mucho más sobre el libro. Más abajo comparto unos subrayados para que se entienda por qué es una maravilla.

Para terminar, un último comentario. Cuando lo empecé a leer temía que pudiera sentirme excluido. No entender referencias. Que el libro me mirara con esa misma cara con la que me miraban los clientes cuando les confesaba que no conocía el título que me pedían. Nada más alejado. Houellebecq escribió un ensayo que funciona como una gran puerta de entrada a Lovecraft, que deja a quien lo lee en un estado de fascinación y entusiasmo.

Dije que no leí a Lovecraft. Lo correcto sería agregar la palabra todavía.

Algunas frases que subrayé:

...me puse a pensar en sus relatos, esto es: en los que había contenido esa cabeza alargada, horrores que solo un delgadísimo escudo de hueso separaba de la almohada.
(de la introducción de Stephen King)

Toda literatura, pero en particular la literatura de lo extraño y lo fantástico, es una cueva en la que tanto lectores como escritores se esconden de la vida. 
(de la introducción de Stephen King)

Lovecraft no vuelve de sus viajes por las dudosas tierras de lo indecible para traernos buenas noticias. Nos confirma que tal vez algo se oculta y en ocasiones se deja entrever tras el telón de la realidad. Algo verdaderamente innoble.

Actualmente, la superficie del planeta aparece cubierta por una red de mallas de irregular densidad y de fabricación exclusivamente humana.
Por esta red circula la sangre de la vida social. Transportes de personas, de mercancías, de productos [...] 
Sin embargo, en los lugares donde las mallas de la red están más flojas, aquel que busca «ávido de saber» logra entrever extrañas entidades. En todos aquellos espacios donde las actividades humanas se interrumpen, donde hay un hueco en blanco, se agazapan los antiguos dioses, dispuestos a recuperar su poder.

Es difícil, tal vez imposible, tener talento y a la vez comprender ese talento.

Ningún relato de Lovecraft se cierra sobre sí mismo. Cada uno es un jirón de miedo abierto que aúlla. 

El estilo de informe científico que utiliza Lovecraft en sus últimos relatos obedece al siguiente principio: cuanto más monstruosos e inconcebibles sean los acontecimientos y entidades descritos, más precisa y clínica ha de ser la dscripción. Para diseccionar lo innombrable, se necesita un escalpelo.

 
Banderita
Te dejo algunas reseñas que salieron en estas últimas semanas:

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