“Todo lo que se haga en una pantalla está condicionado por el cerebro del espectador para ser disfrutado en el idioma del montaje por corte, que es el que utiliza la televisión de ficción y el cine. En una sala, vos bancás el punto de vista único porque eso se compensa con la hipótesis de que lo que se hace está sucediendo frente a tus ojos. Eso es lo espectacular. Esas personas que están allí saben la letra, y la recuerdan para vos que estás sentado ahí y que aceptás también la pobreza de sus convenciones que son ingenuas, casi de juego infantil. En cambio en la pantalla estamos acostumbrados a convenciones extremadamente más ricas, como las del cine. Por eso es tan pobre mirar teatro de forma online. No está mal, pero no es el hecho vivo, aunque si no hay otra cosa esta es la manera que tenemos para recordar al teatro”.
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