“Garra. Entusiasmo. Cuán raramente se escuchan estas
palabras. Qué poca gente vemos que viva o, para el caso, fabrique algo
guiándose por ellas. Sin embargo, si me pidiesen que nombre los elementos más
importantes del carácter de un autor, aquello que da forma a su material y lo
empuja hacia donde quiere ir, solo podría advertirle que ponga atención a su
garra, que se fije en su entusiasmo.
Ustedes tienen su lista de autores favoritos. Yo tengo la
mía. Dickens, Twain, Wolfe, Peacock, Shaw, Moliére, Jonson, Wycherly, Sam
Johnson. Poetas: Gerard Manley Hopkins, Dylan Thomas, Pope. Pintores: El Greco,
Tintoretto. Músicos: Mozart, Haydn, Ravel, Johann Strauss (!). Pensar en estos
nombres es pensar en garras, apetitos, entusiasmos grandes o pequeños pero
siempre importantes. Pensar en Shakespeare y Melville es pensar en truenos,
relámpagos, viento. Todos conocían el gozo de crear en formas amplias o
reducidas, en telas ilimitadas o estrechas. Son los hijos de los dioses. Sabían
divertirse trabajando. No importaba si de vez en cuando crear era difícil, qué
tragedias o enfermedades les afectaban la vida más íntima. Las cosas
importantes son las que nos llegaron de sus manos y sus mentes, y están llenas
a reventar de vigor animal y vitalidad intelectual. Nos transmitieron sus odios
y desesperaciones con una especie de amor.
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