A los 95 años, no va y
se muere Blanca Cotta. ¡Por dió! Y yo que pensaba que era eterna. Mi mamá me enseñó a
preparar unos cuantos platos en su vida, muchos más aprendí mirándola cocinar,
pero la posta de la cocina la aprendí
con Blanca. Primero en la revista “Anteojito”, de García Ferré; después con el
libro rojo de “La cocina divertida”. Gran dibujante y escritora; gran cocinera.
Capa. Sus libros son la misma
delicia. Para celebrarla –qué otra cosa mejor para celebrar que el final de una vida bien vivida, llevada con lucidez y creatividad- hice un guiso de lentejas,
con lo que inauguramos un nuevo estándar de comidas que, creo, se repetirá en
algún próximo mondongo o locrito, a pedido de los comensales. Tomamos tres
botellas de vino, una más rica que la otra. Dos tintos y una de blanco; que no lo usamos pa´pintá.
Este informe está contaminado de habla popular porque Lili
trajo el tomo IV de los “Cuentos y leyendas populares de la Argentina”,
recolectadas por Berta E. Vidal de Battini y editadas por la Secretaría de Cultura
de la Nación, de la época en la que a la Nación le importaban los libros. El
volumen de Lili tiene un capítulo que se titula CUENTOS DE BRUJOS, CUENTOS DEL
DIABLO Y EL APRENDIZ DE BRUJO. De estos textos hablaron ella y Accame la sesión
pasada, y anoche los tuvimos arriba de la mesa. Leímos alternativamente, para
nuestro ejercicio de la historia con brujas, estos nueve relatos orales
transcriptos por la profesora Battini en la jerga en que se los contaron:
De La Rioja, “El muchacho que aprendió más que el maestro
mago La Gata”, “La vieja bruja” y “Celina, la maga”.
De Jujuy, “La suegra bruja”.
De San Luis, “Los tres hermanos” y “El pescador y el
diablo”.
De Chaco, “Los tres cabezudos – La bruja” y “La muchacha que
se transformó en pájaro”.
De Corrientes, “La criatura cabezuda y el diablo”.
Ya hay dos nuevos cuentos que responden al ejercicio; “Que
las hay”, de Mariana, y “El Viborón”, una versión libre de Lili de “La vieja
bruja”. Los vamos a leer en la clase que viene. Yo estoy escribiendo el mío,
con un poco de suerte lo tengo para dentro de dos miércoles, día en que nos
visita un prócer: Elvio Gandolfo. Ah, qué buena está la Clínica… (no tenés abuela, Gorosito).
Leyeron Mariana, Fabián y Laura, que se metió con un tema
pesado: la violencia con los niños. Encontré tres maneras diferentes de
ilustrar cómo escribir sobre un tema así.
1-
Con muchísima sutileza y sin mostrar el
episodio, como hace Alice Munro en “Dimensiones”.
2-
Exponer el peligro pero interrumpiendo la
acción, como en el cuento de Samanta Schweblin “Un hombre sin suerte”.
3-
Contando todo con detalles: Ian McEwan en
“Mariposas”.
La tarea para el hogar es leer los tres cuentos completos y
elegir una manera de narrar. Si me preguntan cuál prefiero, voy por las
primeras dos opciones. Aunque en “Auschwitz” haya optado por la tercera.
Así de fácil se pasó el primer mes. Y ha dentrao por un canastito roto, para que el Diablo nos traiga otro.
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