15.11.18

CLÍNICA DE CUENTOS DEL GALPÓN ESTUDIO / DÉCIMOPRIMERA REUNIÓN


“Espiar es siempre un acto poco amistoso, la sustracción de un conocimiento. Todos lo sabemos, y no podemos espiar sin sentirnos culpables. Como compensación, exigimos que lo que espiamos sea sorprendente. Si espío por la cerradura de un obispo y lo descubro rezando, se revela de inmediato el carácter “ocioso” de mi curiosidad; pero si lo descubro haciendo el amor con la camarera logro persuadirme de que mi curiosidad ha logrado lo que buscaba.
De la misma manera, para satisfacer al público, los papeles privados de un autor deben ser el doble de insólitos e impactantes que sus libros.
Las cartas íntimas, los diarios, etcétera, pueden ser de dos clases: aquellos donde el escritor es dueño de la situación –escribe sobre lo que ha elegido escribir-, y aquellos donde la situación le dicta lo que va a escribir. Aquí los términos personal e impersonal son ambiguos: la primera clase es impersonal en la medida en que el escritor se ve a sí mismo en el mundo como si fuera una tercera persona; pero también es personal, ya que es personal observar de esa manera: él firma la carta y es responsable de su contenido. Viceversa: la segunda clase es personal en cuanto el escritor se identifica con lo que escribe, pero es impersonal ya que es la situación, no la persona, la que genera esa identidad.
La segunda clase corresponde al género que los periodistas denominan “testimonio”, y cuya publicación –en el caso de que fuera necesaria- debería ser anónima.”

El texto es de W. H. Auden, extractado del ensayo “El pozo de Narciso”, del libro “La mano del teñidor”, existente en nuestra bibliografía. Pinta un poco cómo me sentí dictando la única teórica sobre novela y dibujos en mis cursos de cuento, a pedido de Lili y Eleonora. La doy desde lo mío: sobre las novelas que escribí y sobre los papeles de las novelas que escribiré. Secretos bien guardados hasta hoy, en que decidí compartirlos como modo didáctico de enumerar un método creativo, mi propio método. Van fotos:























Hicimos un rico picnic con manjares que aportaron todos. Leyeron Lili, Fabián y Eleonora (maravilloso su cuento de fantasmas). Tuvimos a Edu Sobico de invitado especial, pero no hay dibujos porque vino a mirar (Sobico suele dibujar todo lo que mira, hay varios ejemplos en Milanesa con papas). - ¡Mentira, hay dibujos, jaja! Sobico es imparable. Las fotos también son de él. ¡Gracias capo! Mañana van algunos retratos individuales, en post aparte.








Cuando Auden habla de espiar un testimonio, la idea puede acercarse a la elaboración de una crónica, un lente por el cual concentramos la atención en la realidad. Pero cuando hacemos crónica –lo leí hace poquito- "escribimos sin mentir". Las ficciones son lo contrario; siempre hay historias para contar mintiendo, por todos lados. Basta fijarse un poco, nos dice el mismo Auden, ahora en un poema:

"Siempre, mi amor, hay otra historia, donde hay humo hay fuego.
Detrás del cadáver en la morgue y detrás del fantasma en la encrucijada.
Detrás de la mujer que baila y del hombre que se emborracha locamente.
Detrás del cansancio, del ataque de migraña y del suspiro.
Siempre hay otra historia, siempre hay más de lo que parece."

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