¿Cuál es el secreto para que las empanadas
de carne queden ricas? No hay uno, sino tres. Primero, poner el mismo volumen
de verdura –cebolla y morrón- que de carne. Dije volumen, no peso. Segundo, no
cocinar demasiado la carne: tiene que estar todavía roja al armar la empanada.
Tercero: condimentar exageradamente; en este caso, con mucho comino y harissa.
En lugar de harissa puede usarse pimentón picante. Siempre en los rellenos de
piezas chicas conviene pasarse con el condimento, y cuanto más chico es el
envase, más hay que exagerarlo. En los ravioles, por ejemplo, hay que sobre
salar y llevar a full el picor (o el dulzor) del relleno, porque la misma
cobertura de pasta le va a bajar el tono. Esa es mi experiencia. Y eso es todo.
A las empanadas les agrego huevo, aceitunas, pasas sin semillas remojadas en
vino, si tengo. Si no, queda bien igual. Ayer nos comimos dos docenas y media
de un clásico gourmet de la Clínica de Cuentos del Galpón Estudio.
De la cena participó la escritora Belén
Wedeltoft, autora de “Casualidades permanentes” y dialoguista de casi todas las
tiras de ficción que se ven y se vieron estos años en la TV. Vino a hablarnos
de su nuevo libro de cuentos “Será que no quiero estar sola”, que va a publicar
la editorial Planeta para marzo o abril de 2019. Leyó los cuentos
“Rosario/Nueva York”, “A solas sin él” y yo leí el que le da nombre al libro,
que me gusta mucho.
Quedamos electrizados por la melancolía de
sus párrafos largos, que para decirse en voz alta necesitan de un aire parecido
al de leer a Cortázar. Y hablando de Cortázar, la última clase estudiamos “La
noche boca arriba” y yo me olvidé de
leer una explicación que Don Julio hace en sus clases de literatura en la
Universidad de Berkeley en 1980. Una alumna le pregunta si sacó la idea de una
experiencia real y él contesta algo parecido a lo que Belén dijo ayer sobre sus
cuentos, y lo que podría decir cualquier escritor cuando se le pregunta si lo
que se cuenta le pasó. Pregunta ridícula cuando la tenemos que contestar, pero
que igual siempre hacemos, porque curiosidad mata ridiculez. Belu dijo: “son un
poco verdad, un poco mentira”. Ingredientes mezclados en igual volumen, como la
cebolla y la carne, secreto de mis empanadas.
Tomamos un malbec exquisito y Coca Cola.
Criticamos cuentos de Lili y de Fernando. Esto es lo que Cortázar contesta a la
pregunta de la alumna:
“Tuve un accidente de motocicleta en París
en el año 53, un accidente muy tonto del que estoy bastante orgulloso porque
para no matar a una viejita (después de la investigación oficial se supo que
estaba muy viejita y confundía el verde con el rojo y creyó que podía bajar y
empezar a cruzar la calle en el momento en que habían cambiado las luces y era
yo el que podía pasar con la moto) traté de frenar y desviarme y me tiré la
motocicleta encima y un mes y medio de hospital. En ese mes y medio con una
pierna malamente rota, con una infección, una casi fractura de cráneo y una
temperatura espantosa, viví muchos días en un estado de semidelirio en el que
todo lo que me rodeaba asumía contornos de pesadilla. Algunas cosas eran muy
hermosas, por ejemplo veía la botella con el agua como una burbuja luminosa, me
encantaba mi botella de agua que alcanzaba a ver moviendo la cabeza. Estaba
cómodo y tranquilo y de golpe me vi de nuevo en la cama; en ese momento, el
peor después del accidente, todo estuvo ahí, de golpe vi todo lo que venía, la
mecánica del cuento perfectamente realizada, y no tuve más que escribirlo.
Aunque lo crean una paradoja, les digo que me da vergüenza firmar mis cuentos
porque tengo la impresión de que me los han dictado, de que yo no soy el
verdadero autor. No voy a venir aquí con una mesita de tres patas, pero a veces
tengo la impresión de que soy un poco un médium que transmite o recibe otra
cosa.”
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