24.10.18

LA FORMA DEL MUNDO

"Si entonces me hubieran preguntado qué forma tenía el mundo, hubiera dicho que era en pendiente, con desniveles irregulares, con entrantes y salientes, y por eso siempre me encuentro de alguna manera como en un balcón, asomado a una balaustrada y veo disponerse a derecha e izquierda, a diferentes distancias, lo que el mundo contiene en otros balcones o palcos de teatro, arriba o abajo, de un teatro cuyo escenario se abre al vacío, sobre la alta franja del mar contra el cielo atravesado por los vientos y las nubes.”
La cita es de Ítalo Calvino, del libro El camino de San Giovanni. Si me preguntan exactamente de qué habla, o si sirve para lo que tengo que decir en esta nota, no lo sé. El texto tiene el sino de la poesía, ese que nos hace asociar las palabras con un momento o una sensación. A mí me hizo acordar a cuando miré el mar desde el primer piso del Parador Ariston, en la Playa Serena de Mar del Plata. Tenía veinte años y estaba saliendo con Viviana, mi primera novia. Ni siquiera sé si fui a tomar un café al bar “Bruma y arena”, a comer una parrillada a “Perico”, si simplemente me trepé, colándome a su interior por algún resquicio o me inventé todo. El hecho era que con Vivi estudiábamos arquitectura y su padre Roberto, que había levantado unos dúplex en la playa, sabía que entre los autores de esa obra con forma de trébol de cuatro hojas estaba Marcel Lajos Breuer, alumno y posterior profesor de la Bauhaus de Weimar dirigida por Walter Gropius. Los socios argentinos de Breuer fueron Eduardo Catalano, el autor del plan urbanístico de la Ciudad Universitaria y de los Pabellones II y III, y Carlos Coire, que fue decano de nuestra Facultad y trabajó con Antonio Bonet y Juan Kurchan, entre otros famosos profesionales del Movimiento Moderno.
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