Hola a todos. Empezamos una vez más; la quinta. Somos así:
repetimos lo que nos gusta. En este nuevo viaje se anotaron ocho cuentistas:
Pablo, Fabián, Eleonora, Fernando, Nicolás, Marina, Jonatan y Claudio. Para
largar leí mi cuento preferido de Hemingway: “Los asesinos”. De su lectura
salió la consigna para el trabajo largo del taller: escribir un cuento que sea
puro diálogo, sin nada o casi nada de textuales. Tema libre esta vez. “Casi un
guión”, dijo Jonatan. Y todos a pensar por ese lado.
Leyó Fabián un relato al que le faltan algunos datos para
entenderlo totalmente. Aunque Eleonora, nuestra aliada de Letras, lo entendió en la escuchada. Así que por ahí nos faltan un par de neuronas a los demás,
más que los datos que le pedimos. ¡Bien Eleonora! Un gran debut en la Clínica.
Para corregir el cuento de Fabián me basé en “Emma Zunz”, de Jorge Luis Borges,
porque tiene el mismo tufillo de traición. Con esos elementos Patricia Higsmith
te hacía una novela: repasamos los argumentos de “El amigo americano” y “Extraños
en un tren”. Borges y Fabián prefieren hacer cuentos, allá ellos.
Claudio, que es un conocido escultor, leyó un texto que podría
apoyarse en “El cuento más hermoso del mundo”, de Kipling. Y como su aventura
visual pasa por un zoológico, me pareció oportuno leerle “Tutucas”, para poder
contar qué hice yo en una situación similar. A veces un ejemplo te ahorra mil
conceptos.
El cuento de Eleonora es de terror. Muy bien relatado, con
excelente final. Para mi gusto solamente le falta una pequeña escena anterior que, sin asegurar
nada, sugiera miedo.
Comimos marquisse de chocolate preparado por las sabias
manos de la arquitecta Sanjurjo, alias Moi. Con un café colombiano riquísimo que
traje de Cartagena de Indias.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario