3.11.17

SÍNDROME / JULIO ACOSTA

No, doctor, sólo cuando llueve
y a mi lado sus hombros no oscilan 
como los lomos de ateridos gamos.
Pero de vez en cuando eh.
Y eso sólo si veo pasar dos embriagueces
compartiendo el dosel de seda de vapores 
y de risas de un único paraguas.
Pero no siempre no doctor.
Más bien le digo a veces. 
Cuando una canción que escuchamos juntos
persiste en repetir las mismas notas
o cuando un camino un niño un parque una sirena
el sonido de un teléfono
el choque de pocillos de café 
los gritos en la calle cinco pisos abajo
la nube que parece tenderse sobre otra
una explosión en tanto 
si sólo si
un motor que acelera
es decir sólo a veces 
muy pero muy 
a lo mejor quién sabe sólo a veces. 
Sabe doctor ahora que recuerdo
cuando las pupilas se me llenan de los pequeños
gránulos de su grupa de animal
en ofertorio 
en fuga pero quieto. 
O si la memoro boca arriba
con dos capullos negros 
vea doctor oscuros claramente
dos géiseres le digo negros negros 
endureciendo un poco más la palpitante
la leve oscilación que amo en su pecho.
Casi nunca doctor
y muy a las perdidas.
Cuando vivo sin vivir
cuando se enfrió la taza y me doy cuenta
cuando quiero escribir pero no acierto
nada para alarmarse ¿no?
ni para medicar espero
ni que acorte mis días
ni a tratar en terapia.
Eso, doctor, no más que eso.
De vez en cuando sólo y al acaso
sólo de tanto en tanto.
Esporádicamente...
y si respiro.

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