De Alfred Hitchcock entrevistado por
Truffaut:
“Algunos films son trozos de vida, los míos
son trozos de pastel. No filmo nunca un trozo de vida porque esto la gente
puede encontrarlo muy bien en su casa o en la calle o incluso delante de la
puerta del cine. No tiene necesidad de pagar para ver un trozo de vida. Por
otra parte, rechazo también los productos de pura fantasía, porque es
importante que el público pueda reconocerse en los personajes. Rodar películas,
para mí, quiere decir en primer lugar y ante todo contar una historia. Esta
historia puede ser inverosímil, pero no debe ser jamás banal. Es preferible que
sea dramática y humana. El drama es una
vida de la que se han eliminado los momentos aburridos. Luego, entra en
juego la técnica, y aquí soy enemigo del virtuosismo. Hay que sumar la técnica
a la acción. No se trata de colocar la cámara en un ángulo que provoque el
entusiasmo del operador. La única cuestión que me planteo es la de saber si el
emplazamiento de la cámara en tal o cual sitio dará su fuerza máxima a la
escena. La belleza de las imágenes, la belleza de los movimientos, el ritmo,
los efectos, todo debe someterse y sacrificarse a la acción."
Decidimos entrarle a algunos cuentos que, de
tan minimalistas, parece que estuvieran construidos con el aire de la
cotidianeidad. Cuentos que contradicen el texto de Hitchcock. De paso conocimos
a dos nuevas escritoras argentinas: Vera Giaconi y Cecilia Ferreiroa, la
primera publicada por Anagrama, la segunda por Blatt & Ríos. Los cuentos:
“Survivor”, basado en una especie de Gran Hermano en la selva que pasan por la
televisión, y “Señora Planta”, que solamente pinta un fragmento de viaje por el
Tigre en la barca colectiva.
De los presentes leyó Pablo, un cuento del
espacio al que le falla el monstruo (Pablo, acordate de lo que hablamos sobre
Lovecraft y Robert Bloch en el curso anterior). Es el primer intento de abordar
el ejercicio que propuse, de ciencia ficción, que no generó demasiado
entusiasmo. Yo mismo estoy intentándolo sin
suerte; es probable que la clase que viene me exponga con mi historia
para que me la critiquen bien (o mal, jaja). El tipo de cuento en el que estoy
trabajando es como el de Walsh “El viaje circular”, que habla de una máquina
muy compleja, adelanto de la ciencia, pero para encubrir un cuento policial. En
mi caso, un tema familiar.
Me compré una Airfryer de Philips y la estoy
probando. La Clínica como conejillo de indias: me bajé una receta de la app de
una cheesecake de ricotta y limón, con la que estrené el accesorio de horneado.
Salió bastante bien para ser la primera vez. No quedó ni una miga. Lleva medio
kilo de ricota, ciento cincuenta gramos de azúcar, jugo y ralladura de un
limón, dos cucharaditas de esencia de vainilla, tres de maicena y tres huevos
batidos. Se mezcla todo y se mete en la cápsula mágica durante 36 minutos, a
una temperatura de ciento sesenta grados centígrados. ¡Voilá!
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