"Nielsen me pide contar algo sobre el espejo enmarcado
que aporté al Monumento. Apenas me lo dice pienso en inventar una anécdota
jugosa sobre el tema, algo del orden de lo incomprobable, que para eso soy
escritora. Comienzo a pensar en una historia que incluya amor, algo de
policial, un poco de poesía. Al rato la descarto porque cuando uno escribe,
aunque sea mentira, tiene que creérselo. Delete
y de nuevo la página en blanco. Tomo el camino más seguro: contar la verdad.
Hago memoria. Lo que recuerdo es que encontré ese marco dentro de un contenedor
de basura en alguna calle de Buenos Aires. Estaba sucio y mal pintado pero
entero y me lo llevé. Estuvo ahí varias semanas y alguien que yo amaba (acá
aparece una historia de amor) se encargó de limpiarlo y repintarlo. La idea de
ponerle un espejo se impuso en algún momento, pero desde el principio sentí que
lo del espejo había sido una vuelta de más, en falso. Otra cosa que recuerdo
(acá aparece un contexto) es que, por los días que apareció el marco en mi
vida, pasó lo de Cerati.
Corazón delator.
Ahí estuvo el marco con su espejo colgado en mi
patio (sí, al aire libre) hasta que Gus empezó con lo del monumento, y mientras
paneaba en mi vida para ver qué podía
aportar a tremenda obra me vi en el espejo con el marco alrededor (tengo una
foto para documentarlo). Sin pensarlo dos veces lo cargué en el auto y se lo
llevé.
Puente.
-
El
espejo se rompió cuando lo manipulamos- me contó mucho después- Perdón.
Perdón no, me quedé pensando. Gracias. La lógica de
los objetos suele ser impecable. El espejo es la memoria, lo demás está de más.
En impecable código ceratiano sería:
-
Te
llevo para que me lleves. "
No hay comentarios.:
Publicar un comentario