Max Zolkwer donó una
canilla vieja que había en una cajonera del Galpòn y un tazón que trajo de su
casa. Aparentemente cosas que no servían. Pero también donó la idea del panel:
hizo un dibujo en su cuaderno de notas donde la canilla goteaba sobre el tazón.
La gota había quedado en el aire, congelada como en una fotografía.
Su diseño le agregaba
una oferta dinámica a los objetos. Hasta ese momento todas las cosas posaban en
una estática uniforme, como cualquier pieza en un museo. Este dibujo fue el
primer gesto de movimiento en el hormigón, como si hubiera detenido el tiempo en el cuadro de una
historieta a la que solamente le faltara la interjección “plinc, plinc”
Hicimos la gota en
plastilina.
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