trae su acento
en una valija de lujo.
Habla de acá y de allá
y pule mis pechos
hasta dejarlos como le gustan.
Yo lo dejo viajar,
cuento, entretanto,
los kilómetros en sus ojos
y me deslizo cálida
entre los precipicios.
Abusa de las palabras amorosas
abusa de los hechos del amor.
Yo lo dejo,
pero sólo de vez en cuando
el amor en su lengua
no parece un naipe
tan viejo y manoseado.
Cuando se va tengo que sacar
las sábanas y secar invariablemente
el montoncito de nieve derretida
del colchón.
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