Mi corazón y mi ojo
están en guerra
por ver cómo reparten
tu apariencia;
mi ojo a mi corazón
no le tolera
que vea lo que este a
aquel le niega.
Mi corazón alega que
en él vives
(una vitrina a prueba
de miradas),
pero su litigante no
lo admite
y afirma ser el dueño
de tu estampa.
Para dilucidarlo se
ha reunido
un tribunal de nobles
pensamientos
que determinan con su
veredicto
la parte de uno y
otro por concenso:
y si compete a mi ojo tu exterior,
tu amor es fuero de mi corazón.
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