-Cambiamos todo –le dijo.
Ella era una petisa que le gustaba mucho. Le mostró la nueva disposición de los tableros y cómo habían dejado las catenarias.
-Entiendo –dijo ella-. Hicieron muchos cambios.
-Todo –repitió él. Y sonrió por el ojo que le había quedado detrás de la oreja
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