De todos los cuentos anteriores a los veinte años, sólo quedaron tres, aunque escribí más de cincuenta. Dos de ellos fueron publicados en “Playa quemada”. “Alucinantes caracoles”, el que abre el libro, lo escribí cuando tenía catorce años. “Las fotos”, el que le sigue y sale hoy corregido en Mandarina, cuando cumplí los dieciséis. En ese momento vivía en Castelar, iba al colegio Manuel Dorrego, de Morón, y jugaba ping pong en el Club Argentino. Todo el tiempo tomaba el Sarmiento, tren con nombre de escritor, para ir y venir del centro.
El tercer cuento del que hablo se llama “Cartón”, es de ciencia ficción, y tal vez sea la mejor de todas las tramas que inventé. Cada dos años lo reescribo, porque nunca me terminó de gustar como quedó. Jamás logré que saliera. No creo que llegue a ser una mandarina, ni un pomelo.
Por el momento, va "Las fotos". Lo tengo listo porque hace poquito Kupchik lo eligió para una antología sobre cuentos de trenes que publicó Norma. Gracias, Kup. Felíz día del amigo para todos.
No sé si a todos les pasa, pero yo no pude entrar a Mandarina.
ResponderBorrarDe los comentarios del post anterior arrastro una pregunta, para Gus o para M.T.: hasta qué edad puede considerarse "joven" a un escritor?
Parece que hasta los cien. ¡Quiero dejar de ser un joven escritor! ¡Ya crecí!
ResponderBorrarAh, hasta que Daniel Massei me solucione el inconveniente, se entra a Mandarina cliqueando sobre "Las fotos" que está en violeta. Abrazo.
Saludos a nadie. Me encanta ser el alma gemela de nadie. Algo así como nada.