Así esperé anoche a los nueve participantes a la segunda temporada del segundo curso de la Clínica de cuentos 2025. Sí, largamos de nuevo. Siete de ellos ya vinieron anteriormente: Lili, Fabiana, Fernando, Fabián, Pablo, Mariano y Jonatan. También hay dos nuevas: Pati y Vicky. Les cociné empanadas para empezar de fiesta. Las empanadas de la Clínica de cuentos suelen salir cuando viene una visita importante, y no todas las veces, porque también tengo que tener tiempo y ganas para hacerlas. Anoche, las celebridades fueron ellos. Mi homenaje a todos estos años que pasamos metidos en la sala de reuniones de mi estudio de arquitecto: comiendo, conversando, leyendo y escribiendo lindos (o feos) textos. ¡Salud y chinchines! Varios de los nueve ya tienen un libro, o dos. Yo mismo voy a sacar una novela este año, en cualquier momento, con el Fondo de Cultura Económica. Felicidad total.
“¿Inventar o descubrir? Mirar, sobre todo. Habrá siempre una
mirilla por donde un yo ve pasar una historia que permite inferir algo más
vasto. ¿Tiene la literatura una función? La hemos cultivado a lo largo de los
siglos, hemos cuidado no extraviarla y hemos conservado el deseo de extraviarnos
en ella.”
La cita pertenece al libro “El arte de narrar”, de María
Teresa Andruetto, de donde iremos sacando conceptos teóricos para aprender más.
Entre presentaciones y copas de Malbec se nos fue la
jornada. Intentaremos incluir, en las clases siguientes, un experimento que fue
nombrado pero seguirá secreto por aquí, hasta ver si avanza, o no. Lo que pasa
siempre: los libros publicados y las obras concluidas no son un fin en sí
mismo, sino un camino, que puede ser un embole o algo divertido. Por acá tratamos
de ser divertidos siempre, como constante de vida. Si me aburro, es muy
probable que todos los que están conmigo se aburran. Ese es un lema que persigo;
prefiero pasarla bien. En esta Clínica de cuentos, con esta gente, me siento relajado
y en casa.
“¿Hay una plaza sin nombre donde dan todos los días?”, dice el poeta cordobés Alejandro Nicotra. “La página es esa plaza sin nombre, ese lugar de reunión entre los hombres”, completa la Tere.


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