Salió tertulia Alfred. No por el mayordomo de Batman, sino por el Gran Hitchcock. Pura coincidencia: utilicé dos veces fragmentos de los reportajes que Truffaut le hace para el libro que se ve en la foto, con el objeto de explicar el suspenso en los cuentos que nos leyeron Lili y Fabiana. Hitch habla de sus películas “Los pájaros” y “La ventana indiscreta”. Lili armó un cuento conciso con un bebé y su madre, que debe salir a hacer las compras y lo deja solo en el departamento. Podría haber elegido algún otro párrafo de “Suspense”, de Patricia Highsmith, pero me detuve en el director inglés, porque habla de manejar los tiempos de las cosas:
“Cuando el empleado de la gasolinera es herido por la
gaviota, todo el mundo se precipita en su auxilio y contemplamos la escena
desde lejos, desde el interior del café y desde el punto de vista de Melanie
Daniel. En realidad, la gente que ayuda al empleado de la gasolinera lo debería
haber levantado más rápidamente, pero yo necesitaba un tiempo más prolongado
para que surgiera el suspense en relación con el reguero de gasolina que
empieza a extenderse por la calzada. En otros casos tal vez ocurra lo contrario
y nos mantendremos alejados de una acción lenta para que dure menos tiempo.”
Después, Melanie y los espectadores vemos a un señor prender un
habano y tirar el fósforo sobre el charco de nafta. ¡Pum! El director compone
su escena dilatando el tiempo como se le antoja. Lili hace lo mismo con su
pequeña familia, mientras cambia el punto de vista de la preocupación.
Fabiana escribió su historia con un voyeur desde la visión
del voyeur, por eso hasta puede parecernos amable (aunque esos
personajes sean siempre violentos, solo por el hecho de espiarnos). Truffaut está
opinando acerca de la inmovilidad del protagonista de Rear Window e
inmediatamente pasa al final de la peli: “(…) cuando el asesino entra en la
habitación, dice a James Stewart: ¿Qué quiere de mí? James Stewart no
encuentra ninguna respuesta, porque su acción no tiene justificación y ha actuado
por pura curiosidad.” Como el - ¿protector o perverso? - personaje de Fabi.
Hitchcock también nos da una lección de minimalismo cuando
explica por qué Stewart utiliza el recurso de los flashes de la cámara
fotográfica para desactivar al asesino. Todo ese libro es una colección de
lecciones que sirven tanto para narrar, como para diseñar. Dice el maestro en "El cine según (él)":
“La utilización de los “flashes” procede del viejo principio
de Secret Agent. En Suiza tienen los Alpes, los lagos y el chocolate. En
este caso teníamos un fotógrafo que observa el otro lado del patio con sus
instrumentos de fotografía, sus lentes, sus “flashes”. Para mí es absolutamente
esencial servirse de elementos relacionados con los personajes o con los
lugares de la acción y tengo la sensación de que desaprovecho algo si no me
sirvo de esas cosas.”
De paso leímos dos cuentos de Lamberti, quien será nuestro próximo invitado estrella, y uno de Saki. Cuando invité a Luciano por wasáp le pregunté cuál era su cuento preferido y me dijo, sin dudar, “Comido por las hormigas”. Pero también me dijo que el suyo no era el preferido de la gente. Que ese era “La canción que cantábamos todos los días”. De Saki leímos “La ventana abierta”, un cuento de (falsos) fantasmas.
Todo esto -¡mamita querida!- lo hicimos en tres horas, mientras saboreábamos los sánguches que nos convidó Memi. Unos eran de pastrón con queso Finlandia y pepinos en figazas. Otros de palta, tomate, huevo, queso y hoja de espinaca sobre un pan de Kümmel que ella consigue en una panadería alemana secreta (shhh). Mañana sale foto de la cocinera feliz con su picnic tendido en la mesa de la escritura. Bebimos un Séptima Obra Malbec y un Nicasia Cabernet Franc que trajeron Fabiana y Fabián. Gracias.
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