24.4.23

VEINTE RAZONES PARA VER UNA MUESTRA DE DIBUJOS ANTIGUOS / MNBA


1-LA HISTORIA DE LA MUESTRA.
En 1906, el impulsor y primer director del Museo Nacional de Bellas Artes, Eduardo Schiaffino, realizó un viaje a Europa con el propósito de adquirir obras para ampliar y enriquecer el patrimonio institucional. Hacia el final de ese tour, se enteró de la venta de una colección de dibujos en un remate programado en Roma. Schiaffino se puso en contacto con el vendedor, Ildebrando Rossi, para examinar lo ofrecido. La colección, forjada por el inglés John Whitcomb Bayley, incluía más de seiscientos dibujos de autores como Rafael Sanzio, Miguel Ángel Buonarroti y Leonardo da Vinci. El total de los papeles valía 40000 francos, una pequeña fortuna. La compra se aprobó en tiempo récord en el Congreso Nacional. Pero cuando Schiaffino la trajo para Buenos Aires al año siguiente, también se terminó constatando que en la colección no había ni rafaeles, ni buonarrotis, ni da vincis, sino dibujos de algunos de sus alumnos y de otros monstruos de la época, aunque no tan famosos para pagarlos a precio vip, según los detractores del director. La operación le costó el puesto a Don Eduardo.

2- LOS PAPELES ESTÁN BUENÍSIMOS. Los maestros italianos aquí seleccionados, aunque no sean el trío más mentado, son increíbles: Giorgio Vasari, Parmigianino, Annibale y Agostino Carracci, Guido Reni. El profesor Ángel Navarro, curador de la muestra, dirigió la segunda investigación para el MNBA en los archivos que están guardados en la oscuridad de los depósitos. Viene trabajando desde la pandemia. La primera de las muestras, la de 1970, fue reunida en un catálogo titulado “Dibujos italianos” (siglos XVI al XVIII), que Navarro llama el libro verde.   

3- LAS SALAS TIENEN NOMBRES DE CIUDADES. De Italia, obvio. Roma, Florencia, Parma, Venecia, Bolonia, Lombardía, Génova, Piamonte, Nápoles y Sicilia; cada una con su escuela. Este es el orden de recorrido. Pero Navarro prefiere la charla más divertida, que contempla un desorden de la colección. Nos muestra las figuritas y va diciendo: “esta es la difícil, esta es la más reciente, este dibujo es un capricho”. Se ríe todo el tiempo, mientras explica. Lo que más le importa es la adjudicación exacta de algunos papeles en los que había una pertenencia confusa y un peor dato de autoría y él, junto a su laborioso equipo de investigadores, reveló. Ángel Navarro es nuestro Sherlock Holmes del arte. La ilustración de tapa del nuevo catálogo, aún no editado en papel, es una tinta marrón a plumín que pertenece a Giulio Campi, de Cremona, y se titula “El prendimiento de Cristo”.


4- ALGUNOS DIBUJOS SON INVISIBLES.
En 1844, la ciudad de Florencia se inundó por el desborde del río Arno. El inglés Bayley tenía los dibujos apilados en la planta baja de uno de sus palacios. Los de abajo de las pilas se perdieron en la catástrofe. Sólo tres sobrevivieron, y se pueden ver por acá. Ver es un decir: apenas si podemos suponer lo que quedó. La mayor parte de los grafismos se fueron con el barro, cuando las autoridades intentaron limpiarlos con agua y jabón. El título de uno de esos tres parece haberlo predestinado: “Milagro de la curación de un ciego” (Annibale Carracci).

5- ENTRETENIMIENTO. Esto de las atribuciones es lo que más divierte a nuestro curador, que se jacta de ser aceptado por otros estudiosos del tema. Las atribuciones son una opinión; después aparece alguien que dice “estás equivocado” y la veracidad de las posiciones depende de las pruebas que acerquen los contendientes. Pensemos que los dibujos casi nunca están firmados, porque no eran ponderados por sus autores como obras de arte, sino meros ejercicios o bosquejos para realizar otras obras más grandes (a veces cuadros, a veces frisos o esculturas). Navarro cuenta de una correspondencia que mantuvo por años con un alemán que se atrevió a dudar de una de sus justificaciones, y al final tuvo que darle la razón. El tipo se llamaba Matthias Lauer. La discusión se abrió por un equívoco en la autoría de un dibujo del libro verde, en la que los especialistas se sacaron chispas postales. Carta va, carta viene, terminaron amigos.

Un año Navarro le anticipó que pasaría por Frankfurt, muy cerca de su casa en Ludwighafen am Rhein, en camino a una feria. El alemán se negó a ser visitado. Podía ayudarlo todas las veces que quisiera, tenía preparada su lupa, sus libros y sus saberes para eso, pero jamás iba a mostrarse. Simplemente escribió: “no me gusta ver a la gente”.

6- EL PAPEL MÁS ANTIGUO. Como en cualquier ranking que se precie, preguntamos por los extremos. El que acá se ve es el más antiguo de los dibujos expuestos, del final del siglo XV: “Cabezas de hombre y niño y dos detalles de arquitectura”, de Baldassare Tommaso Peruzzi, célebre arquitecto y artista sienés, que toma nota de un basamento de columna dórica y al lado ensaya una cara para un angelito (que no es Navarro).

7- EL MÁS MODERNO: “Hombre desnudo”, circa 1793. Pertenece al neoclasicista florentino Giuseppe Cades.


8- APROVECHANDO TODO.
El papel era tan caro que los escultores del pasado lo utilizaban hasta los márgenes, del derecho y de revés, sin dejar espacios en blanco. Esta es una constante en todo el material expuesto. En un estudio para Santa Isabel, Federico Barocci, de Urbino, ensaya dos perfiles y dos atuendos para la santa, y los incluye de corrido en la misma hoja para poder compararlos rápidamente. Parecen fotogramas contiguos, a medio terminar. También le agrega una cabeza para usar en otro cuadro.



9- CON EL ESCALÍMETRO EN LA MANO. Los dibujos más precisos pertenecen a los escultores. Son fáciles de medir, por la precisión. Son, también, los más exagerados, con una explosión de anabólicos en los cuerpos masculinos. Hay uno especialmente inflado, de Baccio Bandinelli, artista que trabajó para los Medici entre 1520 y 1530. “Estudio para Hércules”. Patovica pensante.



10- BICHOS IMAGINARIOS. Hay también dibujos de detalles de frisos o de animales raros. El que aquí vemos representa un ornamento encargado al italiano Luca Cambiaso para el palacio El Escorial, en España. Se titula “Animal quimérico”; hoy tendría su correlato en un boceto de diseño industrial.


11- LA CUADRÍCULA ENCIMA DE LOS DIBUJOS.
Otra constante: hay muchos dibujos que tienen una grilla superpuesta. El de Belisario Corenzio, que está en el sector napolitano, tiene además un techo con forma de arco. Nos muestra la “Escena de la vida de un santo”, seguramente para pintar debajo de un arco de piedra real. El cuadriculado sirve para poder pasar el dibujo por partes sobre el muro. Se agranda la cuadrícula y se va copiando el friso cuadro a cuadro, un modo sencillo para que te quede igual, pero más grande. La lógica nos lleva a pensar que todas las obras que vemos con una cuadrícula superpuesta estaban pensadas para el cambio de escala del papelito al paredón.


12- EL RENDER DE ANTES.
Otro tipo de dibujo apunta al encargo, ya sea del clero o de los reyes. Uno de los más efectivos está dibujado por el florentino Vincenzo Meucci en la tapa y el interior impar de una carpeta de cartulina a la que ha mutilado, quedando la tapa como solapa. Entonces podemos mostrar el dibujo uno, que se completa con una muestra de Trinidad entre las nubes, o solaparlo para verlo con una Trinidad celestial diferente. Se supone que está trabajando con un tema que el comitente todavía no tiene definido. En un mismo soporte el artista puede enseñar una variante de lo que piensa realizar, como si luciera dos pantallas simultáneas, sin tener que volver a trazar el dibujo de base.

13- COLECCIONISMO PARA TODES. En el siglo XVII se empieza a considerar al boceto con la misma importancia que las obras. Los dibujos preparatorios anteriores a ese siglo se perdían, se manchaban, se rompían, iban al tacho. Posteriormente se destaca la figura del discípulo ortiva, que concluida la escultura juntaba del suelo todos los papelitos, pensando en el futuro.


14- TE COPIO, MAIQUEL.
Miguel Ángel fue siempre una especie de gran cantera de temas para copiar. La historia del arte hasta el siglo XIX estaba signada por la dirección planteada por Vasari: todo se terminaba en la figura de Buonarroti. Sus obras fueron la ambición de todas las colecciones. Después de él, el vacío: el arte barroco o manierista sólo expresaba decadencia. Giovanni Figino es uno de los artistas sicilianos que mejor lo copiaba: el original de “Dios padre separa la tierra y el agua” está en la Capilla Sixtina y en el cuaderno de Figino.


15- UN TAPADO.
 Esta figura del Juicio Final tiene un trazo que se supone es de Daniele da Volterra, que fue un discípulo que quiso mucho a Miguel Ángel. Se cree que el maestro muere en manos de este hombre. En plena Contrarreforma, la Iglesia decide que ciertas desnudeces de los frisos son indecentes y ofenden a la moral cristiana, por lo que mandan a da Volterra a que les dibuje unas ropitas y paños sobre toda zona pudenda. El artista lo hace y el público italiano, siempre tan ingenioso, le aplica el apodo de “il braguetone”.


16- LAS MODAS DEL DIBUJO.
Navarro diferencia el trazo veneciano, que es más pictórico porque trabajan con mancha o materia: aguada, gouache, óleo, pigmentos aplicados con espátulas y pinceles. Los romanos y florentinos, en cambio, tienen un trazo de línea clara, como le gustaría a Hergé o a Moebius, pura sanguina o tinta con plumín. En Génova suelen ser más geométricos.



17- LOS CATÁLOGOS DE ANATOMÍA ARTÍSTICA.
Los estudios de Giacomo Franco y su familia se pasaban a grabados, porque estaban destinados a ser vendidos como álbumes para pintores. Allí aparecían manos, pies y músculos en diferentes posiciones o elongaciones, para que los artistas copiaran en sus cuadros. Los artistas usaban esos dibujos como modelo, al igual que los calcos de yeso. Casi todos los nombrados en esta nota comenzaron sus palotes con esos catálogos. Se parecen a las láminas para ejercitarse que Continental School enviaba en sus cursos de los setenta, a su alumnado por correspondencia.


18- LAS CATEGORÍAS DE VASARI.
El maestro Vasari habla de cinco categorías de dibujo. Uno, el boceto o idea inicial. Dos, el preparatorio, que muestra los cambios que se van haciendo en una obra. Tres, el cartón, que es un soporte más duradero, adonde se pasan en limpio los preparatorios. Cuatro, el contorno, o los perfiles usados en arquitectura y escultura para controlar que las proporciones de una voluta o de un torso se mantengan en dos columnas jónicas o en tallas en diferente estado. Cinco, el modelo, que vendría a ser el más acabado de los dibujos, listo para convencer al cliente exquisito.

19- COPIAS EXCELSAS. Eduardo Schiaffino sabía que en la colección no había obras verdaderas de Miguel Ángel y da Vinci, cuando la mandó a comprar. La había visto. Se daba cuenta de todo con su ojo clínico. Pero se dijo sí, tenemos que hacerlo, llevarlas a casa, para bien de nuestros artistas y aprendices. La colección iba a servirle a los que no pudieran viajar a los museos europeos. La decisión fue didáctica y popular, la firma de los popes no le importaba tanto como la calidad estética de los dibujos, que se puede apreciar en el recorrido.  Mil gracias, querido Schiaffino.

20- EL PUNTO FINAL. Esta espléndida selección de 125 papeles de la colección Bayley abrió el 28 de marzo y cierra el 18 de junio. ¿Por qué dura menos de tres meses? Porque son joyas inestables a la luz. Casi es un milagro que hayan llegado hasta nuestros días. Fuera de guarda resisten solamente ese lapso, sometidas a la iluminación suave -cincuenta lux- del primer piso del museo. Acabado el trimestre, los dibujos volverán a sus sobres, a sus depósitos, al olvido.

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