Yo te daba hambre,
vos me dabas permiso.
Luego cambiamos nuestros lugares,
nubes por timbre,
un aceite, una sandía.
Yo te daba pasos
vos me dabas camino.
Luego cambiamos
farol por naranja,
un ajedrez por menta,
hasta que el amanecer
nos mandaba irnos.
Yo te daba palabras,
vos me dejabas mudo.
Cometa por cuaderno,
pueblo por ciudad.
Cada uno llevaba algo,
tres azucenas, un río,
gorriones o cerveza.
Era verano,
a la izquierda del cielo
bien al principio.
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